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El chorrico portátil

El otro día cuando fui a echar la meadilla de rigor de madrugada en aquél ryokan, resulta que el WC tenía vida propia y se movía solo. Me asusté más que cuando el Chiqui subió una foto a instagram sin tagear, no os digo más… espeluznante….

Algo que no se menciona en la semejante obra del séptimo arte que me casqué aquella tarde, es que el váter que nos ocupa tenía ojetil oriented chorrer (también conocido como ¿qué clase de lamentable vida tenía yo antes de conocerte?).

Ahora que tampoco habría pasado nada si no hubiese tenido chorrete incorporado porque resulta que llevan vendiendo desde hace un tiempo…

¡El chorrillo portátil!
:ahivalaotia: & :gustico:

En efecto amigos, ni más ni menos, ni menos ni por. Andaba yo pensando en pa donde coño mirarán los girasoles de noche cuando me crucé con este artefacto diseñado para poder disfrutar en cualquier parte del placer de los Dioses que supone manguerarse la catenaria después de haber sacado la leña al porche.

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Ojete al vídeo, valga la redundancia:

Esto si que es una obra de ingeniería y no haberle restirao el pescuezo al iPhone ese… encima más fácil de usar que ni sé, a saber:

1

Llenar de agua el PortableChorreitor, Cocacola o Fanta naranja si se quiere dotar de cierto matiz simpático a la par que exótico a la ya de por si entrañable situación

2

Extender el elemento apuntador

3

Orientar el puntero a Mordor

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Ahí queda el panorama, ¿qué te parece el asunto?, ¿cómo te quedas?, yo entre fascinado y acojonado estoy. Ahora que una cosa te digo, ten claro que en Japón el que no pone a remojar las alubias es porque no quiere.

Tomatina japonesa, medias maratones, Fuji, Taiko…

¡Buenos días y bienvenidos al parte mañanil mañanero contado por un Toscanín Toscanero!

Vayamos, sin más dilación, con el parte del día en cuestión:

La tomatina japonesa

Una de las cosas más famosas de las hispanias aquí en los nipones aparte de mi instant idol Ceci…

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… son los San Fermines y la tomatina. Que estaría bien que fuesen los aurreskus y los pintxos del EME de Bilbao, pero no ha cuajado el asunto, qué le vamos a hacer. Bueno, pues total, que este domingo hay una tomatina a lo japonés cerca del río Tamagawa. Lo organiza «Tomatina House» con el logo más feo que he visto en mi vida, y como en Japón hay más gente que en la cola para pegarle a Rajoy, el asunto va con aforo limitado: sólo se pueden apuntar cien personas. Cada uno apoquina 2500 yenes, y en una plaza de cuatrocientos metros cuadrados preparada para el evento, a tirarse todos tomates como si no hubiese sol naciente mañana.

Entre las normas está la de «no arrancar ropa de la gente, especialmente de mujeres», jajaja, por lo visto el que lo organiza ya sabe el asunto!!.

Y ojo que hay polémica! por internet hay dos tipos de gente, los que están encantados con la idea, y los que se quejan por dos motivos: porque es un total y absoluto desperdicio de comida que bien podría enviarse a Tohoku, y los que dicen que vaya idea más original copiar algo de otro país, que vaya sinsorgos, como si en Japón no tuviesen suficientes matsuris autóctonos…

Viendo el precio de los tomates en Japón, no tengo muy claro cómo les saldrá rentable el tinglado, aunque seguro que no se haría si no sacasen chines, esto es así.

En fin, un buen plan para la tarde del domingo. Ir a tirarse tomates no, porque el aforo está completo desde hace meses, pero ir a ver no se descarta, seguro que hay ambientillo.

Por si alguien se anima: estación futagotamagawa, sobre las doce del mediodía.

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La media maratón de Yokohama

Una horrorosa tarde de enero que me tocó correr unos veinte kilómetros por el entrenamiento para la maratón de Tokyo llegué a casa jurando en hebrew maldiciendo mi propia estampa por meterme en camisas de eleven varers. Las pasé tan tan pu田s, calado hasta arriba, muerto de frío, con rozaduras a ambos lados de mis soberanos y las piernas pa Tudela… que me prometí que una y no más, Santo Tomás.

Hasta que salí el día de la maratón y sentí que estaba más vivo que en toda mi diminuta y saltarín vida. Eso había que repetirlo de todas todas, como que ya estamos apuntados para la del año que viene, no te digo más. A ver si hay suerte y me cogen y vuelvo a morirme entrenando para vivir dos veces ese día.

Por si acaso, me he apuntado también a la media maratón de Yokohama, que ahí no va por sorteo. En principio a modo de entrenamiento para la de Tokyo, pero seguro que va a ser una gran experiencia salir ahí el 2 de diciembre a patearnos el barrio chino. Encima el Chiqui también está apuntado, esta vez legal (jaja, por cierto, me descojono, pones «albaceteño» en Google y sale el segundo!!!)

La presión dentro del Fuji

No nos olvidemos que el símbolo por excelencia de Japón no deja de ser un volcán. Yo no estaba todavía ni pensao por mis padres, pero se dice que la última erupción fue allá por el 1707. Pues bien, agarrense los machos, ahora mismo el Fuji tiene algo sí como 16 megapascales de presión, que debe ser como 16 veces más que la que tenía aquella última vez.

Una de las réplicas del gran terremoto del año pasado, especialmente una de magnitud 6.4 sobre la zona hizo que se vigilase más de cerca, y se han encontrado indicios que hacen que aumente la probabilidad de que entre en erupción de aquí a tres años: gases que se emiten desde el crater, erupciones de agua caliente y lo que quizás dicen que es más decisivo: una falla de 34 km que se ha encontrado justo debajo del volcán

La media maratón del Fuji

Genial noticia la anterior que da pie a la última historia que quería contar: me he apuntado, también, a la media maratón del monte Fuji.

Como dijo mi amigo Pablo:

…total, si pasa ya os pilla corriendo…

Esta carrera es justo una semana antes de la de Yokohama, y la verdad es que me apunté por lo impresionante del lugar. La media maratón consiste en darle una vuelta al lago Kawaguchi que está pegado a mi amigo el revoltoso volcanete, yo esto lo hice en coche una vez y es un paisaje realmente espectacular… tiene que ser una gozada correr esto en plena naturaleza y además en otoño, Japón 100%!!

La clase de Taikos

Una de las webs que hacemos en mi trabajo es de cupones, podría decirse que es un clon de Groupon a lo japonés. Nosotros hacemos el sistema, pero los que meten los cupones están en otro lado, así que no sabemos qué se va a vender y que no. Estábamos ahí haciendo unos ruby debuggers cuando de repente apareció un cupón para ir a clases de Taiko… ¡nos apuntamos cinco!. Ayer fuimos a la primera clase, y la verdad es que nos lo pasamos muy muy bien. La cosa es chunga, hay que tener sentido del ritmo y mucha mucha coordinación, pero pinta muy bien y es muy divertido. No descarto yo que esto se convierta en otra toscactividad habitual más… me pilla más o menos cerca del curro y como me cuadre un día a la semana con las clases de Karate, ya me veo ahí dándole caña!

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¡¡ Buen fin de semana !!
:gambi:
¡haced bueneces!

The tamagotouchers

Existen cierto tipo de personas que cíclicamente se entrometen en nuestras vidas sin ser invitados con la desfachatez de tratar de hacer daño cubriendo, en la mayoría de los casos, complejos escondidos detrás de semejante fachada de soberbia idiotez. Complejos, taras emocionales… o simplemente estupidez suprema que les supura por los poros… seguro que ahora mismo os habéis acordado de dos o tres, y eso que sólo llevo un párrafo.

Es curioso que estén siempre ahí sin importar el país en el que se haya nacido, la edad que se tenga, la oficina o la actividad en la que se coincida. Ellos tratarán de darte por saco todo lo que puedan si les dejas, porque está en sus defectuosos genes, en sus mohínas y mohosas neuronas, en su triste alma. Pasemos a una serie de ejemplos de tamaño despropósito, conmigo como objetivo y teniendo como tema común que se metieron en mis asuntos con el único afán de tocarle los soberanos atributos al que les escribe:


En el campamento de Karate, Kojima-san, uno de los tíos más majos que hay aparte de que hace pasta de miso como nadie, me cuenta que vamos a ir a echar carreras a la playa con los chavales, pero que les dejemos ganar para que estén contentos. Un compañero que escucha la conversación y con el que habré coincidido tres veces en los cinco años que llevo yendo a clases de Karate en Tokyo, se mete en el lío:

– ¿Para que le cuentas nada si no te entiende ná? ¿no ves que no sabe japonés?– esputa con altivez

– ¿Cómo que no entiendo?, pues a ti te he entendido aunque no me ha gustado un pelo lo que has dicho.

Le doy la espalda y sigo hablando con Kojima-san:
– ¡Por supuesto!, es más a ver si conseguimos que Shotaro llegue el primero, ¡que es el más pequeño!

Después me entero que el rascayú #1 que nos ocupa estuvo viviendo en Francia cerca de tres años. Ahora se explica el asunto, claro. Por supuesto, fue ignorado completamente los tres días de campamento y así seguirá por los siglos de los siglos.


Al curro nuevo entramos dos personas prácticamente a la vez. Él parece ser que tenía bastante experiencia con Ruby on Rails, yo podría decirse que había oido hablar de ello pero poco más. Aún así, poco tardé yo en estar desarrollando nuevos tickets tardando más o menos lo mismo que él que se tiraba las horas más pendiente del estado del Facebook que del debugger. No era raro que soltase un «quería hacer la subida a producción hoy, pero ya no me da tiempo» la mitad de los días en la reunión de la tarde.

Curiosamente, mi primer trabajo fue escribir un script en Ruby que instalase todo el entorno de desarrollo, y yo hice lo que pude durante las dos o tres primeras semanas. Otro compañero me lo revisó y me dijo que no estaba siguiendo la nomenclatura standard de Ruby, por lo visto aquello se parecía más a Java que a otra cosa. El rascayú #2 que escuchó la conversación tampoco pudo reprimir sus rebuznos que, gracias a esa vozarrón que me tenía aquí el Algarrobo, los debió escuchar hasta Hachiko el perrotrinque:

¿Qué me estás contando!?!? ¿!¿ que no estás escribiendo como en Ruby !?!!?, ¿pero de donde has salido tu?, ¿no te da verguenza? ¿pues si ni siquiera sabes eso para qué te pones a hacer nada!?!?!? Mwa ha ha ha

Ahí, siguió descojonándose un rato a mi costa hasta que, supongo, se cruzó con la más significativa de las miradas que no pude evitar tirarle a los ojos. Parece que lo siguiente me lo invento, pero no: el tío era canadiense pero de la rama francesa, no te lo pierdas esto que ya se está convirtiendo en norma.


Al acabar la clase de Karate nos solemos quedar unos cuantos a practicar delante del espejo. El profesor siempre está un rato, así que es el momento idóneo para preguntarle dudas o para tratar de que se fije en algún movimiento que mejore el kata que tenemos entre puños. A mi ese día me dio por hacer técnicas de pierna encadenadas con el objetivo de dar con alguna combinación que pudiese ser utilizada en el campeonato nacional. Así, lanzaba una patada de frente que en el último momento cambiaba a lateral buscando la cara del imaginario adversario al que, para rematar, le lanzaba una última patada hacia atrás girando ciento ochenta grados el cuerpo buscando su estómago. No me acababa de salir bien ésta última, pero yo insistía tratando de no perder el equilibrio al final. Le acabé pillando el truco y ya me salían sin caerme tres de cada cinco cuando me quise dar cuenta estaban todos los demás mirándome y empezaron a aplaudir con algún que otro «sugoi» de por medio… hasta que el americano medio calvo que viene a veces empezó a ladrar:

– Ba, pataditas pataditas, eso no vale para nada, que va a ser lo siguiente, ¿volar?, lo que tienes que hacer es bajar las posiciones y buscarle con puñetazos, así, ¿no ves?

Y el tío se pone a hacer el ridículo con técnicas básicas mal hechas y posiciones bajas que no tienen ningún sentido en kumite, todo así, sin venir a cuento en absoluto, pero claro, le escocía de alguna retorcida manera la situación. Yo, sabiendo además que aquí mi primo Telesforo es un tipo bastante negado karatekilmente hablando, sigo a lo mío ignorándole por completo. El resto hace poco más o menos que lo mismo que yo. Después tengo la mala suerte de volver a coincidir con él en el vestuario donde empieza a soltar lo que se ve desde lejos que va a ser una chapa del quince, que yo le atajo de raíz:

– ¿Pero tu te has presentado a alguna competición? -le pregunto riéndome porque ya sé la respuesta que me va a dar aquí el rascayú #3.
– No, pero…
– ¿Pues entonces que tenemos que hablar aquí?



En la noche de monólogos en Tokyo con Ernesto Sevilla y Joaquín Reyes yo salí el primero con más nervios que el urólogo al que le tocó revisar la próstata de Bruce Banner en la revisión médica pasada. Nervios que no se me quitaron hasta el final cuando por fin pude pasarme al lado de los espectadores. Después, al acabar, acompañé a Chiaki a la estación porque tenía que trabajar al día siguiente y me volví al bar. Por el camino me crucé con gente que no conocía de nada que me paró para felicitarme por la actuación, menudo gustico me daba el asunto de creerme famosico por un ratico.

Cuando llegué de nuevo ya no había tanta gente, así que los que estábamos metidos en el ajo nos relajamos ya un poco con alguna que otra birra en la mano. Estaba yo pidiendo la mía cuando otras dos personas vinieron a felicitarme. Uno empezó a darme palmadas en la cara, como tres o cuatro seguidas mientras me perdonaba la vida graznando algo así como «¿seguro que tu no eres de los de muchachada nui de toda la vida, chavalote? oye que me he reido contigo, que ni tan mal». Yo sonreía reprimiendo el devolverle el gesto condensado en una sola palmada, vamos, lo que viene siendo una bofetada hostilínea uniforme.

Después me enteré que eran los dos mismos rascayúes #4 y #5 a los que todo el mundo chistaba porque estuvieron armando jaleo desde el principio, que hubo que llamarles la atención unas cuantas veces para que dejaran de grabar con el iPhone y que además le habían hecho lo de las palmaditas en la cara también a Joaquín y a Ernesto.


No sabía que te habías casado -me dice el señor mayor aquél con el que tuve el incidente
Pues si, un poco si -le contesto secamente, como siempre después de la que me lío aquel día, y sigo cambiándome de ropa tratando de salir del vestuario lo más rapido posible para no tener que aguantarle
Pues oye, enhorabuena -me dice sorpresivamente
Vaya, muchas gracias -le contesto bastante sorprendido
Jodé, pero anda que no has engordado ni nada -me suelta así de sopetón, para compensar.
Pues tu me dirás donde, porque cada vez peso menos -le digo y me piro por no mandarle a yakuear asparas.


Continuará….
(irremediablemente)
:espabilacopon:

Otra vida más

La vida es el resultado de las decisiones tomadas en el pasado junto a grandes dosis del impredecible y muchas veces burlesco azar. La rutina del día empieza y acaba casi siempre de la misma manera aunque uno nunca sabe que va a pasar en el medio, que es donde suele estar la miga que pellizcar si uno aprende a no dejarse llevar por el vil pasar de las horas.

Elegí irme del trabajo anterior y fruto de esa decisión unido a mucha suerte de cuya magnitud quizá no soy consciente, hizo que empezase unos días después en una nueva oficina donde llevo una semana aprendiendo cómo se corta la baraja en la empresa más japonesa en la que he estado nunca. Fui yo quien decidió anteponer la ley de no tolerar jamás tratos intolerables y me fui. Pero fue el azar el que quiso que pasase de PHP y Objective-C a Ruby on Rails, de contratos temporales por sistema a condiciones en condiciones. Mi vida ha mejorado porque tome una decisión cambiando algo que debía ser cambiado en ese preciso momento, el azar hizo lo demás.

Me apunté prácticamente sin pensar a la maratón de Tokyo en la que es muy difícil que te cojan. Quise seguir adelante en serio cuando lo hicieron y de nuevo mi vida cambió radicalmente. La elección la hice yo, la suerte hizo el resto. Ahora corro durante toda la semana y miro al domingo 26 con mucha ilusión y entusiasmo porque sé que es un día que no olvidaré jamás. Pero también he tomado la decisión de no seguir por este camino porque no me gusta en qué se ha convertido esta parte de mi vida en los últimos cuatro meses. Han cambiado muchas cosas; me encuentro mucho mejor físicamente pero no es lo que quiero hacer con mi tiempo libre así que ya he tomado cartas en el asunto. Dejar de correr todos los días es sin duda una provocación al azar que seguro que cruza algo nuevo en mi camino. Por de pronto retomaré Karate con muchas ganas y estoy convencido de que la motivación con la que afrontaré este regreso al dojo traerá algo más consigo.

El otro día un viejo conocido de cerca de Bilbao me dijo que yo tenía mucha suerte, que tenía un buen trabajo, que estaba en buena forma, que hablaba idiomas, que conocía mundo, que parecía que había nacido con una flor en el culo. Este buen hombre dejó los estudios hace muchos años porque no le llenaban, llevaba muchos meses en el paro y me contaba que había engordado por culpa de la ansiedad que le provocaba la situación. Encontró trabajo, uno que dice odiar con toda su alma tanto como a la mayoría de sus compañeros, aunque tampoco va demasiado a menudo porque tiene dolores de espalda debidos a su sobrepeso que le obligan a cogerse bajas frecuentemente. Me decía que me tenía envidia, que todo me salía bien, que ojalá fuese yo.

Que ojalá fuese yo.

Cuando llegué a Japón 5 años atrás, mi vida estaba tan rota que se me escurría el alma por las grietas. Estaba tan solo entre tanta gente que me sentía triplemente vacío.

Pero por mis huevos que me aseguré de mirar una y otra vez las cartas que me tocaron y de empezar a jugar hasta que pude arrastrar o cantar las cuarenta aunque fuese de Pascuas a San Pedro. Porque la cosa va así: casi nunca se gana, lo normal es que pierdas o que te quedes como estabas.

«Que ojalá fuese yo» me dice. Y el tío, más cerca de los cuarenta que de los treinta, todavía no ha empezado ni a barajar las cartas.

Que ojalá fuese yo.

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Ilustración de Andrés Jarit

Pros

Cada cual es cada cual con sus circunstancias, su flequillo y sus orejas. Seguramente si esto mismo lo escribiese cualquiera de mis paisanos aquí, no coincidiríamos en muchos puntos. El caso es que me ha dado por hacer una lista con lo que me gusta de vivir como vivo, las ventajas, los pros que le veo a ser quien soy y estar como estoy: un tipo bajito de 35 años que lleva los últimos 5 viviendo sólo en una madriguera en Tokyo de poco más de 20 metros, una ducha y tres baldosas.

Vamos a ello:

– no veo la tele prácticamente nunca, quiero decir que no veo lo que echan normalmente, lo que hago es enchufarme algún capítulo de alguna serie desde la cama todas las noches antes de dormir. Me gusta no tener ni idea ni de famosillos, ni de programas del corazón, ni de política, ni de fútbol ni de nada de tintes borreguil borreguenses que nada tienen que ver con mi vida. Ese tiempo lo empleo en hacer ejercicio, estudiar, afotar, escribir, dibujar, pasear… esencialmente no parar quieto, por no tener, no tengo ni sofá donde aperrearme.

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– vivo sólo, con lo que puedo hacer muchos «experimentos» sin dar explicaciones: salir a correr a las tantas de la noche, hacerme cursos de edición de vídeo o fotografía de madrugón antes de ir a currelar, comer sólo ensalada con almendras y cenar pescado durante una semana y ver como va la cosa, pasar noches enteras por ahí y volver cuando yo quiera, pirarme de repente a afotar eclipses con la rasca… probablemente viviendo en familia / pareja no podría ser el loco de los deportes que soy ahora con todo lo de la maratón: que cuando no estoy corriendo, estoy estirando mientras ceno, subiendo paredes o en clases de Karate. Nunca he sido tan libre como lo soy ahora y sé que no va a durar, probablemente para bien, pero oye, que da gustico ser un vivalavirgen y hacer todas las chorradas que a uno le de la gana.

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– olvidé todo lo que tiene que ver con coches desde hace 5 años: seguros, revisiones, caravanas, estrés, pitidos, pirulas, sustos… mi vida mejoró increíblemente en cuestión de bienestar y nivel de cabronismo. Incluso ahora que tengo una moto para moverme por Tokyo desde hace un año, no tengo esa sensación de tener que «pasar el trago entre tarambanas al volante» para ir a currar por las mañanas, al revés: me lo paso como el enano que soy (cuando no me hostio contra pseudoyakuzas, claro).

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– la religión no ocupa un lugar en mi vida desde hace muchos años, pero nunca hasta ahora ha sido tan ajena a mi: aquí la Navidad se basa en poner luces hasta en los bonsais y tratar de vender la luna confitada y en almibar, no existe la semana santa, raro es ver una iglesia, y los templos y yo nos respetamos mutuamente (y eso que esto de los templos me pilla muchísimo más cerca de lo que os podáis imaginar, je!, me guardo esto para mi). Ojalá pudiese juntar todo el tiempo perdido entre misas y catequesis cuando era crío para hacer algo más de provecho, como sacarme mocos o pintar cucamonas. Una cosa curiosa es que… ¡hay testigos de Jehová!, aunque casi no se pasan.

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– recuerdo julios y agostos con Bilbao desierto: ni un alma por la calle y la mitad de las tiendas cerradas por vacaciones… menos ambiente que en el twitter de Perales. Recuerdo veranos de aburrimiento extremo. Aquí la actividad no para nunca, no importa que sea agosto, febrero o domingo de después de que el Fútbol Club Meguro ganase al Athletic de Shibuya por 3 a 0: no cierra ni se para nada, por ejemplo: hay clases de Karate todo el año salvo dos o tres contadas ocasiones como la Golden Week, todo el año es todo el año: sábados y domingos incluidos. Uno descansa cuando quiere, no cuando le obligan.

– es impensable levantarse un sábado o un domingo y no saber que hacer. Tokyo es inmenso y los amigos aquí todavía lo son más: siempre hay algún tiesto que regar. Es más, lo difícil es escaquearse y tratar de pasar un fin de semana sin hacer nada, eso es lo que prácticamente no pasa nunca.

– vivo inmerso en un entorno «hostil». Es decir: aquí todo el castellano (y prácticamente todo el mundo conocido) es irrelevante, debes saber como mínimo inglés que tampoco es que te vaya a servir de mucho en el día a día y desdeluego que tener nociones de japonés. Estar en esta tesitura hace que espabiles, que tengas que esforzarte por hablar y entender otros idiomas que hablan gentes de culturas distintas, de enfrentarte a situaciones rutinarias que deberían ser extremadamente fáciles pero que aquí no lo son: un día de reuniones en la oficina, enviar un paquete por correo, solicitar una tarjeta de crédito en el banco, contratar un seguro para la moto… todo es un reto y vivir en una «batalla» constante hace que uno nunca se acomode. Esa provocación intelectual me hace sentir alerta, atento… vivo a rabiar.

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– el punto de tener que hablar otros idiomas, contribuye, además, a que tenga la sensación de que interpreto un papel, que no soy yo, que estoy jugando a ser un actor en este escenario que no es mi vida de verdad, aunque lo sea ahora mismo. Es distinto a mi vida anterior, es mucho más divertido, es como jugar a ser el personaje que te has labrado aquí, aún siendo uno mismo. Es jugar a vivir… ¿no es maravilloso?. Por ejemplo, la bronca del fanegas de mi jefe en inglés fue violenta, pero al ser en inglés, la viví como si fuese una escena de una película o algo así, en cierto modo y a pesar del disgusto, tuvo su gracia ver como un orangután americano se encabronaba de esa manera. Esto mismo vivido en castellano habría sido mil veces peor, mil veces más serio… no habría acabado bien de ninguna de las maneras. (Por cierto, ¿sabéis que mi jefe es tan tan chubi que se sentó en la playa a descansar y vino Greenpeace y lo devolvió al mar?)

– viví el terremoto, tsunami y posterior problema de la central nuclear de Fukushima en primera persona. Bueno, no es cierto, viví el terremoto en primera persona y el resto lo ví por la tele exceptuando algún que otro día en que parecía que se iba a liar pardísima en Tokyo como cuando se encontró radiación en el agua del grifo. Esto no es que sea una ventaja de mi vida de ahora, ojalá nadie hubiera tenido que vivir nada de esto, pero en mi caso me sirvió para aprender a desengañarme, a relativizar, a darme cuenta de cómo funcionan según que cosas y según que gente. Los periódicos y las teles mintieron y exageraron hasta el absurdo, manipularon vídeos, fotos, titulares, datos… ya no me creo nada. Aparecieron autoexpertos en energía nuclear, todavía los hay, que sin tener más idea del tema que yo y el monstruo de las galletas juntos, no dudaron en tocar los huevos todo lo posible y más. Me di cuenta de que existen, de serie, tontos del culo y personas tan ruínes que asusta, y desdeluego que aprendí a ignorarlos. De la raya para acá yo y los míos, tu estás fuera y no me importa lo que digas/opines/hagas, en serio, me la sudas. Si algo tengo claro es que no desperdiciaré nunca más minutos de mi vida en tontacos gilipollas. Y mucho mejor que vivo ahora.

– tengo bastantes más amigos en Tokyo que en Bilbao, y los de aquí son de otra manera. No digo que mis amigos de siempre sean unos siesos, ni mucho menos, pero la relación es distinta, es otro rollo. Supongo que estar lejos de la familia rodeados del entorno «hostil» que comentaba antes hace que nos sintamos más unidos, que hagamos más fiestas de las nuestras, que hayamos sido capaces de crear nuestra propia familia Tokyota que aunque esté desperdigada bastante más allá entre Singapur, Okinawa y Nueva York, tenemos un vínculo especial. Y es una familia variopinta de variospintas! nos juntamos sevillanos, albaceteños, lorquianos, catalanes, madrileños, alicantinos, osakenses, murcianos, tokyotas, valencianos, mexicanos, gallegos, extremeños, vascos… hasta alguna franchuta se suele venir y ni la pegamos ni nada! (insultarla si, pero casi hasta con una pizca ínfima de ternura y todo).

– no tengo ninguna noción ni sensación de la tan mentada crisis, para mi es sólo la palabra esa que sale mucho en los periódicos online; mi vida en este sentido lleva siendo prácticamente igual desde que acabé la universidad hace casi 12 años, nunca he tenido mucho más o mucho menos dinero y siempre que he buscado trabajo, lo he encontrado en el plazo de un mes, tanto en el 2001 en Bilbao como en el 2010 en Shibuya. Las cosas seguramente habrán empeorado muchísimo allí, que no lo sé, pero yo he tenido la suerte de estar donde no me ha tocado vivir la famosa crisis mundial. Eso que me llevo.

– de repente, me veo rodeado de gente extraordinaria, personas que me inspiran en algún sentido, que me marcan el nivel en diferentes áreas de mi vida: tengo cerca a excepcionales profesores y compañeros de Karate, a excelentes amigos que a la vez son fotógrafos increíbles, a la ilustradora de sueños imaginados, al diseñador tan polémico como innovador… hasta un cocinero asoma por ahí… muchos son solo conocidos, algunos son muy amigos pero todos juntos son magnífica gente de la de calidad que me obliga a no conformarme con nada, a seguir encarándome con cada una de las historias en las que me meto y salir, al menos, exhausto de tratar de escribirlas con mejor ortografía. Mucho respeto, sin duda un total y auténtico gusto, señores.

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Ya véis, a veces a base de hostias y otras degustando cada bocanada del aire que se me viene, pero siempre evolucionando, aprendiendo… viviendo, viviendo y viviendo, en definitiva.

Otro día me pongo con los contras, que también hay, de momento ahí queda eso!