Archivo por meses: agosto 2014

Gap Kid Class of 2014

Hemos presentado a Kota para modelo de Gap Japón!

Si sale elegido, lo que es más difícil que hacerse amigo de un franchute, se convertiría en la imagen de la marca en Japón durante un máximo de dos años!!

Que mi hijo es el más guapo, igual que para vosotros son los vuestros, está claretis así que haciendo honor a la profecía #ikucansina del gran Fran que vaticinó muy acertadamente que no me iba a aguantar ni mi padre con Kota paquí y Kota pallá, ahí van unas fotos recientes (que seguramente ya habréis visto en Instagram / Facebook / Flickr, #ikucansinooooooooo):

Ahora que como los padres también participan en las sesiones de fotos, juro que me llevaré la txapela que le compramos en el casco viejo de Bilbao y si la cuelo será mayor Bilbaínada que lo del Nápoles en San Mamés!!

¡¡ Ahora si que si !!
¡¡ Buen fin de semana !!
:gambiters: :triki:

El gatostiable no es un gato!

¿Os acordáis del gatostiable?, es el término que YO me inventé sobre el gato aboquil más horroroso y repelente de todos los tiempos. Término que después me plagiaron hasta la saciedad como si se lo hubiesen inventado ellos, por cierto, pero esto es otro tema, jaja. Sin rencor, amigotes, pero echadle más ganas a lo de pensar pa la próxima, que seguro que podéis.

Total, que resulta que San Rio, la empresa que explota semejante esperpento, ha declarado que Hello Kitty no es un gato, que es simplemente «una risueña y feliz niña pequeña con un corazón de oro».

Repito:

Hello Kitty NO es un gato
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Tiene huevos. El asunto se ha liado a raíz de la preparación de una exhibición con motivo del 40 aniversario del bichejo carapapa, los organizadores enviaron documentación a la empresa para que le diese el visto bueno antes de preparar la exhibición y resulta que les corrigieron «con firmeza» el hecho de que Hello Kitty NO ES UN GATO. Tiene huevos. Esto ya lo he dicho, pero es que tiene huevos y así de gordos.

«No es un gato, es un personaje, una pequeña niña que es amiga de todos, pero no es un gato. Nunca se le ha visto andar a cuatro patas, siempre anda y se sienta como una persona. Puede que el diseño se asemeje al de un gato, pero no es un gato»

Todo encaja. Quiero decir, el bicho es un disparate, la empresa otro y las declaraciones gilipolleces como pianos, son coherentes.

Pero se ha liado parda, claro, en internet todo Dios está flipando y bajo el tag #hellokittiisnotacat dicen cosas como «la vida ya no tiene sentido, no tengo nada en que creer» o «hostias, no me digas entonces que coño serán el Micky o el Donald»

Sea como fuere, el bichejo asqueroso está en todos los putos lados y esto es algo que no creo yo que cambie pronto, gracias a Dios que Kota tiene badajo por abajo y (espero) no me vendrá con hostias de que le compre ná del gat…¡coño! ¡si es que me han hecho la putada del siglo! ¡ya no sé ni como llamarle!

Es igual, el gatostiable seguirá siendo como toda la vida de Dios un gato y ahora más hostiable que nunca.

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Aunque a veces aparezca merchandising que si que compraría, mira tu…

Recupero vídeos que hice hace algunos años ya y que vienen al caso (jodé, cuanto tiempo libre tenía, ajajaja)

¡¡ Buen fin de semana !!
:gambiters: :triki:

El creador de dragones

A este artista le vi yo el otro día en la tele y andaba a ver si le localizaba. Resulta que forma parte de un estudio en Nikko en el que llevan un huevo de años dedicándose a crear ilustraciones de dragones. Llama la atención la aparente facilidad y rapidez con la que lo hacen y lo bonico del resultado final:

Se lo enseñé a Chiaki todo emocionado ahí diciéndole que venga, que jo, que venga, que comprásemos uno enorme para poner en el salón… y la que me puso cara de dragón fue ella, jajaja.

Boob Aid, tocamiento tetil en Tokio

Un grupo de actrices porno japonesas se van a dejar tocar las mandingas durante 24 horas este fin de semana con el fin de recaudar fondos para la lucha contra el sida. Vamos, que tu vas ahí, le magreas a gusto el busto y dejas tu donación.

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«Tengo más ganas que ni sé» -dijo una tal Rina Serina que juro que no se quien es (en serio en serio), «pero ojalá que por favor la gente tenga cuidadico» -en referencia al palpamiento mamario.

Por lo visto es la decimosegunda edición desde el 2003 y será retransmitido por un canal guarrillo de adultos. Los participantes tendrán que tener más de 18 años, lavarse las manos, desinfectarse con un chorrillo de alcohol y el tocamiento está limitado a poner las dos manos en sendas bufas y ejercer exactamente dos magreos.

«Nunca pensé que mis tetas podrían contribuir a la sociedad» -dijo también la tal Serina, aunque en mi modesta opinión toda teta hace bien a la sociedad. Menos las de Paquirrín, claro, toda teta femenina, se entiende.

«Es para una buena causa» -dijo una tal Iku Sakuragi, que tampoco sabía quien era pero como su nombre empieza como el de este blog, confieso que la he buscado en google- «Sóbame las tetas, dona dinero… total, ¡nos lo pasamos bien!». Di que si, bonica mía!

La movida empieza a partir de las ocho de la tarde del sábado y está organizado por la fundación japonesa para la prevención del sida. Aunque no pensaba ir (en serio en serio) y como este post era más regulero que ni sé, para compensar he hecho periodismo de investigación buscando a ver si salía donde se celebraba, pero en dos minutos no ha aparecido el asunto y me he cansado.

Ya se podía convertir esto en el próximo Ice Bucket Challenge!! Melonpan Touching Challenge!!

Ala pues!

Cómo es vivir en Japón

Bueno, en mi caso al tener un hijo la cosa ha cambiado bastante, digamos que tengo a Japón, a Tokio un poco aparcado de puertas para afuera hasta que Kota crezca un poco más: ni izakayas, ni excursiones, ni prácticamente nada que no sea dar paseicos con él colgado cerca de casa.

Total, que me ha gustado mucho este vídeo que me he encontrado por ahí. Se puede casi sentir lo que se siente viviendo aquí, el abanico de posibilidades que esto tiene: tantas experiencias y lugares por descubrir… dentro vídeo!

Chikan

Ese día llovía a mares, creo recordar que fue el segundo tifón al que le dió por pasarse por Tokio a saludar. Esto de los tifones es algo curioso: hace un viento acojonante y llueve en toda dirección excepto la estrictamente vertical para, al día siguiente, hacer un sol del copón y no ver ni una nube asomando.

A no ser que quisiese acabar pedaleando en la punta de la Sky Tree, mejor aparcar la bici e ir en tren. Y eso que últimamente me he comprado un chubasquero de cuerpo entero y no me rindo con lo de ir en bici ni aunque caiga la de Dios es Cristo. Pero es que ese día caía la de Dios es Cristo y Buda juntos.

Total, que me monté en un tren repleto de gente y traté de hacerme hueco cerca de una de las barras de al lado de la puerta que delimitan los asientos. Allí, justo donde quería ir yo, había un señor mayor con camisa de manga corta y pantalón de traje que se había hecho fuerte con un periódico entre sus manos y los codos apuntando hacia fuera a modo de protección. Tenía pintas de ser más salado que un cubo de mierda, así que no pensaba yo acercarme demasiado pero en estas que mucha más gente entró en el vagón y empujón a empujón di con mis riñones contra uno de sus codos colocados expresamente a tal efecto. Noté que no doblaba el brazo, que estaba haciendo fuerza para poder tener su espacio periodístico intacto mientras el resto nos apelotábamos unos contra otros cada vez más. Aparte de lo injusto de la situación, de que un rascayú quisiese leer el periódico en un vagón repleto de gente, me estaba haciendo daño así que le aparté el codo de una hostia con el mío y aproveché la inercia para empujarle con el culo haciéndole ceder el espacio que no se había ganado con su cara de palo. El viejo gruñió algo mientras al cerrar el periódico le daba en la cabeza, supongo que sin querer, a la chica que estaba sentada delante. Yo me giré más, le miré directamente a los ojos y le volví a empujar con la cadera haciéndole ir todavía más para allá. Ahí viendo que la cosa era adrede y con cierta expresión de sorpresa por la cara del que tenía delante, ahí ya si, ya se calló y apechugó.

Al de dos o tres estaciones y por el trasiego de ir y venir de pasajeros, el vagón seguía repleto, pero una chica de mediana edad coincidió que se colocó entre el viejo cascarrabias y yo. Era una chica menuda, bastante más baja que cualquiera de nosotros dos, tampoco vestía de manera especial, no destacaba de ninguna de las maneras. Pero el viejo asqueroso le echó el ojo enseguida. Aunque había oído muchas historias, era la primera vez que presenciaba algo semejante y supe que era así porque se le veían las intenciones desde lejos. Se metió una mano en el bolsillo y empezó, nervioso, mirando aquí y allá, a acercarse cada vez más a ella hasta que su cabeza quedó justo por encima del escote de la chiquilla, escote que no dejaba de mirar mientras se movía su mano dentro del pantalón.

Yo flipaba.

La chica se daba cuenta y hacía por alejarse, acercándose cada vez más a mi, aunque tampoco había demasiado margen con tantísima gente, claro. El viejales entonces se puso detrás de ella visiblemente dispuesto a frotar la cebolleta y sé que lo consigue cuando saca la mano que tenía tan ocupada dentro del bolsillo. Ahí, justo en ese momento fue cuando acabé de decidir que le iba a meter una hostia pasase lo que pasase y fui a por él pero entonces el tren llegó a la siguiente estación, la chica aprovechó el movimiento de gente para cambiarse de sitio y el chikan frustrado, nervioso, se dispuso a bajar del tren medio empalmado y con la mayor cara de salido asqueroso que he visto yo en mi vida.

Pero para salir tenía que pasar por delante de mi y al hacerlo le pegué una patada en la espinilla con toda la fuerza de la que fui capaz dado el escaso recorrido que conseguí desarrollar debido a tener a tanta gente cerca. Le dolió, lo sé porque se dio la vuelta con cara de espanto. Entonces me miró, yo le señalé con la vista a la chica, el la miró, me volvió a mirar y sin decir nada salió corriendo del vagón como alma que lleva el diablo.

Ella esperó un tiempo prudencial y a su vez en silencio salió también en la misma estación justo antes de que las puertas del tren se cerrasen. Quise decirle que esperase un poco, que fuese hasta la siguiente estación y volviese, pero lo cierto es que no creo que entre ellos se hubiesen visto las caras, así que daba igual, supongo.

Es la primera vez en más de ocho años que veo algo semejante, pero comentando la jugada me han dicho amigas y compañeras de trabajo que no es tan raro aunque con el gentío muchas veces no queda muy claro si es o no adrede, si va con intenciones o simplemente son roces casuales sin remedio.

Yo lo que si tengo claro es que como le vuelva a ver al viejo asqueroso, cuya cara no consigo olvidar, tampoco dudaré en actuar pero esta vez será mucho antes.

Mis reglas

No es la primera vez que le doy vueltas a lo de que no voy a durar para siempre, pero nunca había sido tan consciente hasta ahora. Sé que el convertirme en padre ha tenido mucho que ver; no es que Kota me haya jubilado de repente, pero si me ha hecho ver que voy ya por cierta parte del camino y que los kilómetros que quedan no serán muchos más, en el mejor de los casos, de los andados ya.

Es por esto que he decidido, más si cabe, aprovechar al máximo el tiempo que me quede.

No creo que precisamente yo haya sido el ejemplo perfecto de como desperdiciar los días ya que prácticamente no he parado quieto nunca: desde trabajar en un periódico con doce años hasta las camisetas de ikusuki pasando por dar clases de Karate, escribir un libro, maratones, capoeira… ni sé ya. Pero sí que he decidido dar un paso más y tomar cartas en el asunto para que la versión del Toscano que se levantará por las mañanas dentro de unos años sea la mejor posible como resultado de lo que haga hoy.

Paso a paso uno se va dando cuenta de qué es lo que nos ayuda a que los kilómetros siguientes sean más fáciles de recorrer y sobretodo lo contrario. Un ejemplo: yo tengo unas resacas horrorosas, no os podéis hacer a la idea de cuanto. Es algo de familia, no me pasa solo a mi, por cierto. Los días de resaca son días perdidos completamente: no puedo hacer nada, no se puede contar conmigo para nada desde por la mañana hasta por la noche y eso, teniendo un crío en casa, considero, ahora, que es algo inadmisible.

Así que con esta nueva coyuntura, la de ser padre casi cuarentón, he diseñado un plan, una serie de reglas desde hoy aquí escritas por las que se ha de regir, en la medida de lo posible, mi vida a partir de ahora. Vayamos por el principio:

No beber alcohol, tratar de que sea cero

Hace tres o quizás cuatro fines de semana llovía muchísimo así que nos dimos tregua en casa y yo me dediqué a cocinar porque me encanta cocinar. Libro de Arguiñano en mano y como mandan los cánones, me puse al lío con un par de latas de cerveza pululando entre pelar patatas y picar cebollas. Concretamente me bebí tres latas de medio litro cada una en un espacio de unas cinco o seis horas entre cocinar, comer y después recoger el asunto. Fue un poco más que otras veces, pero no me parece demasiado… pues bien, al día siguiente tuve una de las peores resacas que recuerdo. Esto fue un domingo, así que el lunes fue imposible que fuese a trabajar y además coincidió con un problema familiar ante el que no pude estar a la altura.
Es un ejemplo extremo, no siempre pasa, pero si por ejemplo me bebo una sola cerveza, al día siguiente noto que estoy más cansado, con más sueño, menos bien. Se acabó, es hora de lidiar con el asunto: si no tolero el alcohol, es hora de limitarlo al máximo o dejarlo completamente, está claro que es dañino para mi en mayor medida que para la mayoría de gente que conozco, no me merece la pena.

Mens sana

Es imprescindible mantenerse activo el máximo posible y no solo físicamente. Retomo mi afición por dibujar y me tomo más en serio el estudio del japonés en el que voy contrarreloj: para cuando Kota empiece a escribir kanjis en la escuela, yo me los tengo que saber todos ya, y de paso según vaya creciendo y pasando de cursos, ya seré capaz de cogerle los libros de texto y saber qué están estudiando por si hace falta echarle una mano con los deberes. Aunque con Kota hablo en castellano, después de ocho años aquí ya tengo un nivel de japonés más o menos decente, pero nunca pararé hasta que hable como uno más. ペネケのお母さんにうんちします!

Corpore sano

Tengo 37 años, tendré 38 dentro de un mes y pico. Cuando Kota tenga 12 o 13 años, yo tendré 50. El domingo vi a un padre de más o menos esa edad jugando con su hijo que tendría también esos 12 o 13 años de los que hablo. Jugaban con un balón de futbito en un parque. Bueno, concretamente jugaba el chaval porque el padre tenía una pedazo de panza que lo único que podía hacer era devolver torpemente la pelota de una patada si le caía cerca, si no, el hijo tenía que ir a buscársela porque no era capaz prácticamente ni de moverse. Si quiero hacer cosas como llevarme a mi hijo al monte o simplemente a dar una vuelta en bici, no debo descuidarme nunca desde ya. Seguramente ni proponiéndomelo me pondría como el Sancho Panza este, pero si a Kota le da por hacer Karate, debo poder, a mis cincuenta, de ser capaz de poder entrenar con el todos los combates o los katas que hagan falta. Quien dice Karate dice salir a correr una tarde sin que haya demasiada diferencia de nivel: en la maratón de Tokyo vi a un padre corriendo con su hijo hasta el final y sentí mucha envidia y admiración.

Manducare

Aquí si que se me está yendo la pinza. Estoy comiendo movidas que no creeríais.

Este es mi menú típico de entre semana:

– Desayuno: té verde y un plátano antes de los 15km en bici hasta la ofi
– Desayuno segunda parte: un tazón de copos de avena y semillas de Chía después de la clase de crossfit
– Tentempié dos horas después: un puñado de almendras crudas, sin tostar
– Comida: un par de apios crudos cortados que venden en bolsas aquí y otro té verde
– Tentempié 2: una manzana antes de los 15km en bici de vuelta, a estas alturas ya me habré bebido cinco o seis tés verdes
– Cena: lo que Chiaki tenga a bien preparar más un smoothie con movidas como hojas de kale, maca, semillas de lino o cáñamo, moras, fresas, arándanos, asari, aguacate, aceite de coco… todo lo que he leído por ahí que es sano.

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Es decir: exceptuando la cena de Chiaki, que está cojonuda por cierto, lo que como es aburrido, sin sabor, absurdo, totalmente un disparate. Pero forma parte de mi plan de ponerme todo lo en forma que pueda mientras sigo tratando de bajar el porcentaje de grasa corporal a una cifra. A la razón de estar a la altura cuando Kota (y sus hermanos y hermanas, que le hemos pillado el truco ya y esto no se para aquí) crezcan, le añado la posibilidad de un nuevo y potencial currelo a base de presentarme a audiciones. El hecho de ser extranjero te da muchos puntos para aparecer en anuncios o de extra en series, si le sumo que chapurreo japonés, que soy capaz de dar patadas vistosas gracias al Karate y que tengo bastante agilidad, creo que tener un cuerpo bien definido me puede abrir alguna puerta alternativa al rascatecleo. Me cogieron en una pero no pude ir, es decir: es una alternativa real y muy posible.

Además, si en 38 años no me han ingresado nunca en ningún hospital, que no pase porque tenga el colesterol o movidas de tres siglas de la sangre altos. Que lo máximo que pille sean, como hasta ahora, resfriados.

El café está desterrado de por vida: me da ardores y si me bebo más de un par en el mismo día acabo con un ligero dolor de cabeza que suele durar hasta la mañana siguiente. No quiero, además, ser el típico que dice eso de «hasta que no me tomo un café no soy persona», es una dependencia a la que no me quiero someter más porque no me da la gana.

No meter a mi familia en mis locuras

Esto que suena a la doble vida de Mr. White significa que Chiaki no tiene porque comer apios porque yo coma apios, ni siquiera verme comer apios. Es decir: los fines de semana, el tiempo que estoy con ellos soy una persona «normal»; salimos a comer fuera comida normal, no llevo en la mochila un batido de proteínas ni nada por el estilo y si se tercia zamparnos dos pizzas viendo una peli y de postre media tarta de chocolate con un café, se tercia. Tampoco hago movidas como que si vamos a Shibuya de compras, ellos van en tren y yo en bici o historias así. El tiempo con ellos es mi bien más preciado y lo disfruto a tope rompiendo las toscareglas que solo tienen que liarme la vida a mi solo.

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Ni que decir tiene que el ordenador o el iPhone no se toca mientras estoy con ellos, no hay cosa que me inspire más pena que ver a unos padres dándole ahí al iPhone sin hacerle ni puto caso a sus hijos, y es algo que veo todos los días sin excepción.

Así que de siete días que tiene la semana, cinco los dedico a cuidarme el máximo posible empollando, haciendo ejercicio, quizás demasiado, comiendo limpio y en definitiva haciendo que los días de oficina, que son mayoría, jueguen a mi favor en la batalla por ser la mejor versión del Tosca cincuentón.

Veremos como sale la cosa. Nos vemos en diez años, Marty McFlys.

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