Continuación del post 10 de 40(1).
El caso es que nos quedamos Eri, Roxanna, Eric y yo en un karaoke a eso de la una de la madrugada, a cada cual más solterón, ahí dejo caer el dato ya por si acaso queréis nombrar a @policia. Aunque de primeras era impensable que siendo de la misma empresa nos liásemos entre nosotros, yo lo había pensado muchas veces, mejor pongamos que era imprudente. Ya estamos juzgando, coño, entendedme, ya he dicho que era como la adolescencia que nunca llegué a tener del todo: al firewall se le iban abriendo puertos con cada chupito y a según que horas, a pocos torrents se les bloqueaba. Además no era yo el único con la moral desprevenida porque Roxanna le hizo un bonito Matrix a Eric cuando éste amagó un abordaje por estribor pensando que no les veíamos. Estoy seguro, también, que de haber estado ellos dos solos también se habrían enrollado y seguramente no habría sido la primera vez.
Y allá cuidados, ojo. Como para juzgar estamos. Poco trigo limpio quedaba en aquella habitación, pero había que guardar las formas y para ser sinceros una vez más, yo si que tenía presente el refrán aquel de la olla, que tampoco había que echar más leña a la hoguera del drama, que bastante me escaldaba la vida.
O no, yo qué sé. Me daba un poco igual todo.
También es verdad que yo me flipo con poco y puede ser que viese movidas donde no las había… nah, estoy seguro que no fue casualidad que desapareciesen estos dos figuras a la vez en aquel hanami en el Yasukuni. Vamos hombre, yo tengo un radar para estas cosas y en una empresa tan pequeña todo se acaba sabiendo. Es como en la empresa de ahora, que la chiquilla que lleva gorro de lana aunque sea agosto, está liada con el jefe de diseño, por muy gay que parezca, eso lo saben hasta los chinos.
Total, que al tercer Bohemian Rhapsody, Eri nos contó que una amiga suya tenía un bar no demasiado lejos y allí que nos fuimos. Era un antro perdido en mitad de un callejón, con apenas tres mesas de a dos sillas cada una y poco más espacio en la barra; era estrecho de cojones, mi salón de casa es mas grande. Es uno de esos garitos típicos al que no habría entrado solo nunca, ¿sabéis de lo que hablo?, esos pequeños tugurios que desde fuera te da la impresión de que estás en la puerta del salón de casa de alguien, que no se te ocurriría pasar si el señor de la barra no te invita. Señor que normalmente te dobla la edad, y al que se la suele pelar todo, que casi prefiere que no entres para no joderle lo tranquilo que estaba.
Ni en medio entrar estábamos nosotros cuando la dueña gritó un «Eriiiiiichaaaaan» que retumbó hasta en el rabo de Hachiko. Madre del amor hermoso, qué pulmones. Supe inmediatamente que estábamos en el sitio correcto cuando vi que esa señora, de no menos de sesenta años, tenía el pelo teñido de morado, el triple de maquillaje que todo el Circo del Sol junto y una minifalda de veinteañera que contrastaba con sus más de ochenta kilos de esplendor. Se confirmaron mis sospechas cuando nos dió un abrazo de los de apretar a los que íbamos con la Eri, como si nos conociese de toda la vida.
Yo juraría que a mi me tocó el culo, pero tampoco me las quiero dar de diva.
Recuerdo partes inconexas del resto de la noche: cantar enka inventada junto a un matrimonio, y que ella, una milf del copón bendito, me daba trozos de calamar secos todo el rato por alguna extraña razón mientras el buen señor me llenaba el vaso de nihonshu de Hokkaido, de donde era él, que la gente es más maja que la hostia y no los siesos estirados de Tokio. En la otra mesa había dos señoras mayores que por lo visto eran pareja y de vez en cuando se besaban y cuando se fueron, entró un señor con un perro al que le daba de beber cerveza que le echaba en un plato.
Fenomenal todo, fe-no-me-nal.
Eric se emborrachó tanto que se quedó dormido sentado en el retrete y no nos dimos cuenta hasta mucho tiempo después. Confirmé que, efectivamente, la dueña del bar era fan de mi pandero moreno y que por lo visto en algún momento de la noche me robó el móvil para sacarse fotos poniendo morritos y fumando.
Roxanna y un Eric ya un poco más vivo, desaparecieron, como era de esperar, aunque volvieron al de un rato con una sonrisa de oreja a oreja y …
…
…el caso es que yo no me acuerdo de más.
Me desperté sólo en una cama que no reconocía; recuerdo que llevaba puesto un pijama de Snoopy tres tallas más grande y que tenía el festival del taiko de Narita dentro de mi puta cabeza, no podía casi ni abrir los ojos. No tenía ni zorra, pero ni zorra, de donde estaba: era una casa muy nueva y muy grande, muy elegante, demasiado… no me cuadraba con ninguno de nosotros, no recordaba absolutamente nada de después del bar de la super abuela hipster.
Me cambié echando hostias en cuanto vi mi ropa, que estaba ahí doblada encima de una mesa. En la chaqueta seguían estando mis cosas: la cartera, el móvil, las llaves de casa… no faltaba nada, incluso había una barra de esas de cacao para los labios que no sé ni si era mía pero que tiré en cuanto pude.
Yo lo que hice fue salir de aquella habitación acojonado, sin hacer ruido por si acaso. Oteé así por encima pero allí no había ni Buda. Entré al salón, uno de estos con cocina americana, y mi primer impulso fue ir a beber un poco de agua del grifo. Allí al lado del fregadero había notas escritas en perfecto inglés con una caligrafía exquisita. Una señalaba a la cafetera y ponía: «Is ready, just push the button, you have milk in the fridge». En otra ponía: «Sorry I have to work, didn’t want to wake you up, just close the door after you leave.». Así, sin firma ni nada.
Escampé de allí prácticamente corriendo. Resulta que estaba en un piso bastante alto de un bloque de apartamentos muy nuevo en medio de Nakano. Reconocí el lugar al momento porque la primera vez que vine a Japón viví bastante cerca de allí. Me monté en el tren todavía medio flipado, llegué a casa y me di una ducha de las de salir con los dedos arrugados.
Hice balance de daños: aparte de la horrorosa resaca, todo parecía estar en su sitio e intacto, incluidas sagradas sean las partes delanteras y traseras.
Lo siguiente fue revisar el móvil, pero solo estaban las fotos de la señora del bar y nada más: ni llamadas a números de teléfono raros, ni contactos nuevos, ni mensajes…
Al día siguiente de oficina pregunté y me dijeron que cuando cerraron el bar, nos despedimos y que yo cogí un taxi para irme a mi casa. Por supuesto yo confirmé que llegué bien; no les conté nada de donde acabé porque parecía no estar relacionado con ellos, que era lo que me tenía más preocupado. Parecía ser verdad: el trato con ellos no cambió lo más mínimo, ningún gesto, nada que diese a entender nada.
Todo normal.
Pero es que ni idea de qué pasó esa noche, ni con quién. Pienso a veces que no debería haberme pirado tan rápido, que lo suyo sería haberme fijado un poco porque seguro que en esa casa tenía que haber alguna foto o algo que me diese alguna pista… pero claro, menudo acojone despertarse en un lugar desconocido con pijama ajeno, no quedó otra que huir de esa movida a escape.
Me obsesionó el asunto y más de una vez en aquella época fui a sentarme en un parque muy cercano al bloque de pisos para ver si la cara de alguna vecina me sonaba de algo… pero nada, nunca más se supo: nadie llamó o dejó mensaje alguno nunca y así quedó la cosa; ni siquiera sé si el pijama me lo puse yo o me lo pusieron…
Con el tiempo se me olvidó, y hasta hoy.
Ni siquiera sé si hice un +1 aunque ya os digo, por que sé que lo estáis pensando, que no me lo hicieron a mi.
O eso creo, vaya.
Continuará
Creo que todos tenemos historias de ese tipo. En el momento se viven con cierta angustia, pero con los años te acabas riendo
Queremos tercera, queremos tercera!
Mi vida plana y sin sobresaltos ni excesos envidia, en ocasiones, este otro tipo de vida más vivida…
Muchas gracias por volver a escribir, me encantan tus historias
Y perdón por no haber dejado comentario en la anterior, pero qué te voy a contar a ti sobre cómo se lían las cosas con los críos.
Estas historias creo que las tenemos casi todo, sobre todo en esas noches de expatriado en la que te apuntas a lo que sea… con quien sea. Y casi siempre son noches míticas. Lo que me ha visto Londres creo que no me lo ha visto ni Madrid
Sobre el bar concreto, hay que ver la de ellos que hay en Japón. Mi mujer no suele ir a ellos, pero cuando vamos juntos siempre acabamos entrando en alguno, y siempre nos da para muchas risas meses y años después
Qué bueno!!! jajajaja!!
Me encantan tus historias!
Esta es mítica!! De las que no se deben olvidar nunca!
Gracias por compratirla.
Abrazos y buen día!!!
Yo no podría vivir sin saber más de ese día….
Una fotejo habría buscado u algo pero la curiosidad me mataría
Me abstengo de cachondearme diciendo que te tiraste a un maromo.
Por cierto, buen post
Que alucinante!!! Yo estaría obsesionada con ese momento de lapsus!!!
Está claro que uno no puede vivir siempre de esa noche… pero que pasó? Por qué del taxi pasaste a una casa ajena?? Que emocionante!!! Te has hecho chequeo?? Tienes todos tus órganos?? Seguro que tienes tus dos riñones??
Un beso y gran post!!
No doy abasto, se me agolpan los comentarios:
1.- Lo lei esta mañana temprano medio dormida, lo he vuelto a releer ahora por si se me habia escapado algo. Menudas risas, las dos veces.
2.- Muy buena la nota friki: «al firewall se le iban abriendo puertos con cada chupito y a según que horas, a pocos torrents se les bloqueaba»… muy friki
3.- Yo estoy con Winnie y con NGE, o maromo o te falta algo y aun no te has dado cuenta… haztelo mirar no vaya a ser
4.- Pero lo que mas me preocuparia a mi de todo esto es despertarme con un pijama de SNOOPY… lo demas son cosas que pasan
Otro, otro, otro
Menuda historia, me estoy partiendo de risa, menuda historia. Voy a estar riéndome con esta historia a perpetum
A dónde le dirías que llevara el taxi, tunante!!!
Como el pack este de historias mantengan el level arrejuntalas en un PDF con alguna de esas fotos chulas que haces y ponlo para bajar.
Ahh, y se agradece que al menos esta vez no nos hayas dejado hipar intrigados con la batallita a medias.
Muy buen post!!!
Yo la verdad que no hubiese podido quedarme sin saber que había pasado.
Bufff, que situación mas complicada, uno no sabría que pensar….
El bareto mola. Lo de después, Pienso en el momento: «Voy a quitarle la ropa a este chico y ponerle un pijama cómodo…» y me imagino las mil combinaciones que pasarían por mi cabeza si algo así me sucediera
¿En serio? Joder macho es una especie de epic win pero muy muy raro
¿porqué corriste? aaaaaah. Que intriga. Mi curiosidad gatuna me mata.
Me ha encantado. Gracias
La conclusión es… si la historia es verídica ( XD que alguna vez ponías alguna que no lo era y lo has dicho luego, aunque de normal lo dices en el mismo post ), la solución es… te fuiste a la casa de la buena mujer ochentona! XD o eso o a la de tu compañero de piso que es que puede tener un pijama mas grande que tu
Yo la verdad es que no hubiese podido aguantar sin saber quien era… hubiese ido a horas tardías al piso y picado para ver quien coñe vive allí… o preguntar a los compis de trabajo donde viven que también es buena solución XD
Aúpa Oskar!!!
Aún me estoy riendo.:descojoner: Te veo saliendo a toda prisa de la cama vestido con el pijama de Snoopy y escabulléndote de la casa y veo una buena escena para una peli de enredos. Homérico! Tajada estratosférica!
¡Madre mía qué final!
¿Pero cómo has podido vivir sin saber qué pasó?¿Ni qué casa era? Ufff, a mí la duda me mataría.
Y encima te vas sin tomarte el café que te habían preparado… desagradecido!!
A veces pienso que eres como el protagonista de Big Fish y escribes algunas entradas con partes de mentira y partes de realidad, porque madre mía qué vida
Jajaja me he reído con gusto, por suerte no despertaste con un baby doll.
Madre mía las peripecias que cuentas!
No recuerdas si había algún buzón al que tirarle una foto y luego buscar los kanjis a ver de quién eran? supongo que con un resacón nivel 3 pocas alternativas de ése tipo se te ocurren… no había fotos tampoco?
Mira que es enigmático el tema…
Hale! ya estoy (otra vez) al día del blog!
Se que llego tarde a este fascículo pero la historia promete y mucho… no puedes dejarnos en acusas tras este fascículo