En Japón hay tantas reglas implícitas, que muchas, muchísimas veces, uno se encuentra totalmente fuera de lugar sin saber qué hacer o qué decir. Muchas situaciones se nos perdonan por el hecho de ser extranjeros, pero no creo que sea excusa para no tratar de aprender a ser uno más, al menos en cuanto a maneras y educación se refiere. Yo lo intento!! ya conozco a alguno que pasa de todo…
Ejemplos:
– Cuando uno entra a trabajar dice «buenos días», cosa habitual. Pero cuando uno sale de la oficina, sea donde sea, debe decirlo en voz alta «Me voy al seven eleven», y todo el mundo contesta con un «ten cuidado». Si te marchas sin decir nada, quedas raro, como que ocultas algo.
– Si sales de la oficina para irte a casa y queda alguien dentro, debes decir «perdón por irme primero». Y el resto de la oficina contestará «gracias por tu trabajo». Esta última frase se repite mucho, siempre que alguien hace algo por nosotros en nuestra oficina, se contesta esto. Es más, el otro día al salir de la embajada de España tuvimos que entregar a los de seguridad japoneses de la entrada la acreditación, y nos soltaron un «gracias por tu trabajo». Quizás una traducción más exacta sería «gracias por tu esfuerzo».
– Siguiendo con el tema oficina. Aquí a todo el mundo se le debe aplicar el -san en el nombre (Oskarsan!, eh, mola!). Pero cuando hablas con alguien de otra empresa y te refieres a alguien de tu oficina o a ti mismo, nunca debes utilizarlo. Es una manera de rebajar tu posición con respecto a ellos, que en muchos casos serán -sama (mucho más respeto).
– En un bar o restaurante, siempre se debe brindar antes de comenzar a beber. Es de mala educación empezar a pimplar si no se ha brindado antes.
– Nunca se debe apuntar a nadie con los palillos, ni clavarlos en la comida, ni mucho menos pasarte comida de unos a otros.
Cuidadín con los paliss!
– En los bares o restaurantes nunca se deja el dinero en la mesa, siempre nos darán la cuenta que llevaremos a la entrada que es donde se paga, y nunca nunca se debe dejar propina.
– Las puertas de los taxis se abren y se cierran solas. A mi siempre se me olvida, y al entrar en el taxi pego un portazo, lo que no tiene que venirle nada bien al mecanismo de abrir/cerrar. Alguna mala cara ya me he ganado, pero es inevitable!
Taxiiiii. Al Casco Viejo a tomar unos potes!
– Cuando te dan las vueltas, cuentan el dinero delante de tu cara después de que ellos lo han contado. Mil, dos mil, tres mil, ¿está bien?, y tienes que contestar que si (siempre está bien). Queda raro si no dices nada, o si no miras atentísimo al recuento.
– El intercambio de tarjetas de visita es algo que está arraigado mil por mil en Japón, y no se limita al ámbito laboral. Yo llevo mis tarjetas incluso cuando salgo de juerga, porque siempre siempre se necesitan (tengo una aquí de un tal Chan del viernes, que no se ni quién es). Además es todo un ritual, debes girarla de manera que el que la reciba la pueda leer al derecho directamente, además hay que darla con las dos manos, inclinarse, decir «por favor», coger la suya, decir «gracias» con una nueva inclinación, y después leerla atentamente. Además, si la persona tiene un rango mucho mayor que nosotros, hay que tener cuidado que en el intercambio de tarjetas, la nuestra quede siempre por debajo, nunca tapando la suya.
– Los trenes en horario de entrada/salida de la oficina van petadísimos, tanto que acojona. Pero siempre hay sitio para uno más. Yo perdí más de un tren el primer mes, pero aprendí a base de empujón, que se puede entrar aunque parezca mentira. La táctica más utilizada es darse la vuelta, meter el culo y empujar.
Aquí un tren de la Yamanote, la línea que rodea Tokyo y una de las más petadas – Al entrar en las tiendas te gritarán un «bienvenidooooo», que a mi siempre me suena a «buenos días», y yo, que me daba palo obviarlo, lo repetía también. Imaginaos la cara de poker del dependiente cuando le contestan a su bienvenido con otro bienvenido.
Menos bienvenidos y más comer! – En tiendas o escaparates donde quizás no queda más remedio que pasen por delante de ti, te pedirán permiso antes de pasar haciéndote inclinaciones. En teoría se debe hacer lo mismo, pero yo nunca me doy cuenta.
– Al entrar en cualquier sitio que no sea público: una oficina, una casa.. se debe decir «perdón, estoy molestando», y la otra persona dirá algo así como «que va que va, pase por favor».
Menuda chapa os he metido! y eso que estas son las que me han venido a la cabeza ahora mismo, seguro que si las apunto, tengo para escribir siete páginas.
Todas ellas contribuyen a que la sociedad sea extremadamente educada y se guarde un cierto equilibrio… pero, seriamente, ¿a vosotros que os parecen?
Hoy ha llovido la de Noé