La chica de Enoshima (IV y final)

Conclusión de La chica de Enoshima y La chica de Enoshima II y La chica de Enoshima III


Por un instante, quizás algunos segundos, el tiempo duró el doble y se me pasó por la cabeza que todo ocurre siguiendo el guión de algún Dios que hace tiempo que escribió la vida de cada uno de los personajes de su teatro privado. Y me puse serio, como lo había estado antes de ser invitado, como cuando me evaporaba por los ojos apenas una o dos horas antes y creía que los latidos de mi corazón eran un simple trámite.

Oskar san, are you ok? you look sad -me dijo el mismo chico que me invitó a la mesa en la que ahora estaba sentado y que ejercía de anfitrión
Oh, I’m ok, don’t worry, I’m just fine!! -dije, recomponiendo cada músculo de mi cara para que pareciese verdad aunque dudo que nadie lo creyese en ese momento

Entonces me presentaron a Mika, pero ella casi ni me miró, de hecho en aquél momento cualquiera diría que no le gustaba un pelo que yo estuviese allí. Pero de expectativas tenía yo el corazón vacío desde hacía semanas, así que interpreté el papel de pretender que ella era una más y seguí con mis historias de extranjero de las Europas que no entendía ni jota de japonés, y poco más de inglés, mientras las olas hacían de teloneras de todas y cada una de las canciones del negro con rastas que llevaba toda la noche dejándome bien claro que sin mujeres, no hay lágrimas.

¿Has fumado marihuana alguna vez? -me preguntó Mika interrumpiendo la receta de la tortilla de patatas que trataba de contarle a otra de las chicas del grupo
Si, si que he fumado, bastantes veces, una vez en Amsterdam me pasé de la raya y casi no podía tenerme en pie -contesté yo, dándomelas de más, como si estuviese orgulloso de ello.
¿Has estado en Amsterdam? ¡mola!, allí es legal la marihuana, ¿no?

Y después vino París, y Barcelona, y Madrid y Bilbao. Y así, tal cual, de repente estábamos los dos hablándonos y escuchándonos mientras el resto se iba buscando a quien hablar y escuchar. A veces nos mirábamos a los ojos, a veces no. Ella no tenía mucho que contar que no tuviese que ver con Japón, lo cierto es que no parecía gustarle mucho hablar quizás porque tenía que hacerlo en inglés. A mi cualquier cosa que me contaba me valía porque hacía rato que estar cerca de ella multiplicaba por cinco el valor, el interés, el fondo de sus palabras. Era la luna, o su olor, o sus ojos, o el mar, o mi soledad, o el alcohol, o todo junto, o nada.

¿Sabes que no es la primera vez que te veo hoy? -le solté de sopetón- ¿sabes que te he visto en Enoshima ésta tarde?
¡Lo sabía! ¡sabía que eras tú! estabas con un gato y cuando iba con mis amigas te has enfadado porque hemos asustado al gato
Hombre, mucha gracia no me ha hecho… ¡pero no me enfadado!
Perdónanos, son mis amigas de la universidad y casi no nos vemos, así que cuando nos juntamos estamos todas emocionadas -me dijo en un inglés adorable mientras ponía su mano en mi brazo por primera vez –y empezamos a hablar de chicos y de novios y no podemos parar!
Jajaja, no pasa nada, no te preocupes -dije en mi inglés castizo- sólo estaba dando un paseo y el gato ese pasó por casualidad
¿Sabes qué? deberíamos ir a Enoshima mañana tu y yo a buscar a tu gato, seguro que está allí
Hombre, mientras te estés callada…

Y juro que su risa olía dulce, lo juro.

Pasó el tiempo entre conversaciones a veces sincronizadas y al de un rato en las dos mesas de plástico sólo quedábamos tres personas: había un chico dormido, o lo parecía, estaba Mika y estaba yo. El resto habían asaltado el centro geométrico del lugar y hacían lo posible por parecer que bailaban al ritmo del Marley que hacía tiempo que se venía repitiendo cada hora y pico. Su mano pasó de mi brazo a mi mano, y se levantó y me hizo levantar y me dijo que quería bailar conmigo y yo, como desde hacía horas, me dejé llevar con la careta de reír y la guardia baja.

Si al atardecer era la persona más sola del universo, ahora resulta que tenía una Coronita en mi mano y en la otra la cintura de una chica con cuatro o cinco años menos que yo que me sonreía con su pinta desaliñadamente encantadora, y mi anfitrión levantaba el dedo gordo de su mano derecha aprobando lo que fuera que fuese aquella situación, y al abrigo del resto que nos ignoraba, yo la besé. Y el caso es que ella también me besó.

Así pasamos las dos o tres horas siguientes, entre bailes de mentira, cerveza de México y besos de prestado de después de la medianoche. Ni yo sabía de ella, ni ella sabía de mí, y qué más daba mientras supiésemos a qué sabíamos los dos.

Ahora calculo que el momento en el que decidimos irnos sería sobre las cuatro de la mañana, esa hora ambigua de poco antes de amanecer en la que el despertador ya está frotándose las agujas con la vil idea de no dejar ver el final de los sueños. Nos despedimos de los que quedaban, incluyendo dos parejas quizás también improvisadas y muchos borrachos como nosotros, y acabamos durmiendo el empacho de besos con limón abrazados sobre la arena.

La mañana llegó en minutos, con su resaca que no invalidó la promesa de la noche de hace un rato y volví a Enoshima, ésta vez con Mika. Olíamos a alcohol, a noche en vela, a sudor y a excedente de horas robadas al fin de semana que parecía durar ya tres o cuatro días.

Dentro del tren no quedaba muy claro qué pintaban, aunque me pareció pisar varias veces la sombra que su arrepentimiento proyectaba a mis pies, que junto a un silencio horrible y tres jubilados con sombrero, nos acompañó el resto del viaje.

Cuando empezamos a cruzar el puente que nos separaba de la isla, Mika me cogió de la mano y así, en silencio, empezamos a subir la cuesta y luego las escaleras hasta que llegamos al primer templo. No había nadie, y Mika no hablaba, sólo me cogía de la mano y andaba. El silencio duró mucho tiempo y aunque al principio me pareció incómodo, decidí compartirlo y me acabé acostumbrando, calculo que estuvimos como media hora sin articular palabra mientras subíamos y bajábamos escaleras cogidos de la mano. Fue raro, y aún a día de hoy no me ha vuelto a pasar nada parecido con nadie.

Llegamos al lugar donde el gato salió huyendo gracias a los gritos de la chica que hoy decidió callar, y nos dedicamos a buscar por entre los árboles por si decidiese volver. Por supuesto, no vino, así que nos sentamos tranquilamente en las escaleras, más por descansar que por esperarle. Yo no sabía muy bien que hacer, parecía que estaba allí forzada, que se arrepentía y eso me quemaba por dentro.

Como si me estuviese leyendo el alma, de repente me abrazó y me pidió perdón por haber espantado a mi gato y mientras yo me reía dos veces, una por ver morir al silencio y otra por la frase con la que lo mató, ella me volvió a besar.

No contaré aquí más besos, pero si diré que los hubo.

Contaré que volví a ver a Mika algunas veces más hasta que el destino se la llevó a otro país. Diré que no volvimos a Enoshima pero que me enseñó a entender que aunque la soledad siempre está rondando, se aburre y no se suele quedar mucho tiempo seguido. Contaré que creo que llegamos a querernos mientras descubríamos Tokyo de la mano desmenuzando calles y protegiendo lunas.

Confieso que he llorado a veces paseando sólo por la isla. Y que una vez sentado en las mismas escaleras, volvió el gato gordo a dejarse acariciar y juro que se me quedó mirando fijamente a los ojos como si quisiese sonreír y guiñarme un ojo porque, al fin y al cabo, se salió con la suya y todo ocurrió como él planeó desde el principio.

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56 comentarios en “La chica de Enoshima (IV y final)

  1. Preciosa historia. No solo por lo que cuentas, si no por decidirte a mostrar eso tan personal que la mayoría de los mortales esconden en un profundo pozo. Te respeto enormemente por ser capaz de mostrar tus sentimientos, compartir tus momentos de soledad y regalar tus momentos de alegría. Sé, porque me ha pasado, que las penas con “papel y lápiz” son algo menos agrias, y que las alegrías se multiplican al ser compartidas.
    No te conozco, pero me voy a tomar una libertad, la de llamarte amigo, pues si alguna vez nuestros caminos se cruzaran, ya sea aquí en Filipinas, o en otra visita que haga a Japón o donde quiera que sirva de telón de fondo, te ofrecería mi mano como tal.
    Un fuerte abrazo.

  2. Jooooder man espero que esta historia al completo sea un capitulo de tu libro, porque yo creo que es la mejor que has contado hasta ahora! Me ha encantado de verdad, sobre todo algunas metáforas de este último post :)

    :gustico:

  3. ;) Me ha pasado como al gato, ha sido el final que esperaba ( aunque para ti, no fuera el mejor)
    Admiro tu manera de desnudar tu alma ante gente que te conoce y gente que no. Cuentas las cosas tan de dentro, tan de verdad y también contadas que ahora mismo me siento un poco ridícula tratando de explicar como me siento al leer un post como el de hoy.
    Simplemente diré GRACIAS por compartir esos momentos.

    Un beso.

  4. oooooo que buen historia la he disfrutado de principio a fin, cada parte me dejaba con ganas de mas. aaaaaaa como me ha gustado, quiero mas jejejeje. vaya gato , ojala el gato tenga planes para un reencuentro.

    Saludos

  5. precioso e inceible…has acertado en como contar la historia desde el capitulo 1 al 4, maravilloso…creo que no soy el unico al que se le a caido la baba leyendo la historia. Gracias por compartir estos momentos

  6. :malico: :malico: Que bonito!!! Me he levantado y he leido esta historia, ahora me voy a trabajar deseando cruzarme con algun gato que me revele parte de mi proximo destino.

    UN besiko :ahivalaotia:

    :gustico: :gustico:

  7. Ooooooooooooooooolé! toma final! claro que sí!! :gambiters:

    Y mira que yo no creo en este tipo de asuntos (cosa que espero contarte en alguna ocasión de manera detallada) pero la verdad es que el fin de historia ha sido espectacular.

    Destacar al gato. Habría que pensar en hacerle una escultura en plan «El gato de Enoshima» ( o 江の島 の 猫, según se prefiera). Ese gambiter cat jugando con los destinos de los humanos ahí… merece una estatua, como la del perrito aquel que se le murió el amo pero seguía yendo a la estación a esperarle y al final le acabaron haciendo una estatua… no me acuerdo cómo se llamaba, creo que está en el blog de Flapy.

    Por lo demás, esperando la publicación del libro, que nos tienes en ascuas! ;)

    Un brazo!

    :bythesegao:

  8. Aunque no suelo comentar por aquí (de hecho no sé si es mi primer «ikucomentario»), te vengo leyendo hace mucho tiempo, y esta historia me ha arrancado una sonrisa mañanera que te quería agradecer :)

    Gracias por compartir tus sentimientos con el resto de mortales y por hacerlo tan bien :’)

    1. Yeeee Pableras que bueno verte por aquí se lo que cuesta que tu comentes :P que ya me cuesta que comentes en el mio, así que en el de otros más jodidos :P Así que Oskar valora el mérito de esto ;)
      (Abrazas! perruno!)

  9. Bravo Oskar, esta historia es una de las que más me han gustado, estás hecho un artista al plasmar así lo que vives y sobre todo por saber que le llega muy hondo a la gente, pq soy uno de esos.

    El resto de lo que siento/pienso al leerte es inexplicable, por lo que me despido como siempre pero hoy en mayúsculas…

    UN ABRAZO!!!

  10. Damos demasiada importancia a la conversación, hace tiempo me dí cuenta que, sólo con los verdaderos amigos o con mi pareja, soy capaz de compartir el silencio; sentarnos simplemente a contemplar el mar, relajados, sin decir palabra. :(
    Una historia preciosa, ella se fue, pero en estos tiempos hay mil formas de comunicarse y volverse a encontrar ¿no? :() .

  11. :malico: casí me haces llorar leñe, que buena historia, hombre, lo de la chela mexicana me mata, porque a mi las coronas no me gustan mucho (soy antimonárquico en ese aspecto), son bastante flojitas. En fin, espero que un día te reencuentres con el gato y te lo lleves a vivir a tu casa.

  12. Se ha hecho de rogar el desenlace final, pero ha merecido la pena.. Ha sido una historia preciosa, que creo aún no ha terminado.. Nunca se sabe lo que te depara el destino, pero esa puerta parece entreabierta.. Sólo se puede desgranar uno así como tú lo haces, cuando se está tocando el cielo..

    Como siempre Oskar, :ungusto:
    Y :ikugracias: por compartirlo
    Un besote

  13. Me encanta como has podido convertir algo, tan ordinario, tan común, tan soez, y, a la vez, tan especial para ti, en algo precioso.

    Asi da gusto leer.

    Hasta tu proxima entrada.

    1. Hmmm, reconozco que este será el borrador número 10 después de escribir y reescribir párrafos, no me ha sido fácil que quede de la manera que ha quedado, y me alegro un montón de que os guste, pero partía de una noche que para nada fue común ni ordinaria. El sólo hecho de ser quien era, estando donde estaba a las horas que estaba ya me parece excepcional.

      Gracias!

  14. Lost es una mierda comparado con el enganche que ha producido esta historia de la chica de Enoshima, un placer leerte, como siempre, nos haces vivirla en directo.

    Gracias! No cambies nunca.
    Besos

  15. Una historia tan especial merece ser contada extendidamente, de ahí que hayan salido cuatro partes. Un momento muy muy especial que ha dado una bonita historia. Creo recordar que en otra entrada hace tiempo comentabas que alguien se tenía que ir a América y dejar de estar a tu lado, supongo que será Miwa… es un suponer…
    Un abrazo

  16. Bueno, bueno…enamorado hasta las trancas.

    No me esperaba esto de ti, un tio solitario y gambitero :pliebre:

    Ahora lo escribes como Miguel Delibes y eso es encomiable, Arigatou gozaimasu.
    UN SALUDO

    1. Esto pasó algo así como dos años y medio atrás…

      Solitario a la fuerza, gambitero por descarte, escritor de prestado…

      Que más quisiera que quitarme la soledad de encima.

      Saludos

  17. Hola!!

    Suelo leerte todas las semanas, y este ultimo post ha sido genial, no suelo entretenerme en sentimientos, sinceramente, suelo mirar blogs como el tuyo por curiosidad hacia Japon, que es mi sueño, pero en tu blog descubro la humanidad del blogero que nos cuenta sus andanzas, todas ellas, sin secretos y abiertamente, con confianza, y eso se agradece, humanizas el blog y por tu forma de escribir se agradece leer de vez en cuando un poco de tu corazon.

    Un abrazo desde las Baleares!! :)

    P.D: suelo comentar poco, extremadamente poco XDD, se podria decir que comentar es mi agradecimiento :) abrazos!

  18. Buf, tengo una pequeña lágrima asomandome en el ojo. Y es que yo acabo de vivir una pequeñita historia de ese calibre hace muy, muy, muy poquito tiempo…. :(

    Que regustillo un pelín amargo pero taaaaan bueno me ha dejado tu historia.
    Pd: lindísimo post! :ikugracias:

  19. Una historia super tierna. Espero que sus caminos vuelvan a cruzarse algun dia.
    Hace años atras estuve en Enoshima, con quien en ese momento fuera mi novio. Lo cierto es que una amiga de allá, me dijo que no es una isla para ir en pareja.
    Dice una leyenda que en la isla habita una diosa muy celosa, que cuando ve una pareja muy feliz siempre termina por separarla… =( Será cierto…?
    Saludos

  20. Espectacular….me ha gustado mucho la forma de escribirlo, a pesar de que no tiene un final «feliz» seguro que valió la pena. Vivir estos momentos son los que enriquecen la vida, era casi como estar viendo capítulos de un anime de romances y dramas.

  21. Hola, ayer por la noche llegue de tokio, aun tengo fresca la visita a enoshima, hace unos 3 dias, os he podido imajinar, subiendo y vajando esas escaleras :)
    que morriña de japon, no se si me alegro de haber ido, porque ahora vivir aki parece peor ke antes.
    Gran relato!
    Un saludo desde barcelona ;)

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