Hiroshima

Yo no sabía muy bien lo que había en Hiroshima. Bueno, no cabe duda que como todo el mundo, yo tenía claro lo que había pasado, la idea general que tenemos todos: la bomba atómica, población civil, ciudad desaparecida, radiación… también sabía que allí había un edificio que había quedado en pie y que lo tenían como monumento para no olvidar nunca lo que había pasado, que era muy gris y tenía una cúpula de metal que se había medio fundido.

Lo que no sabía es que Hiroshima es famosa por su okonomiyaki y mira, esa sorpresa que me llevé cuando me llevaron a uno de los restaurantes más famosos de la ciudad. Encima me advirtieron que la visita que íbamos a hacer después me iba a dejar bastante tocado, que uno no sale impune de un museo en el que se cuenta cómo y de qué manera murieron los que tuvieron la desgracia de estar debajo de la bomba más terrible usada jamás por la humanidad, que eso te lo llevas contigo para siempre. Así que aproveché y cogí bien de fuerzas antes de visitar lo que llevaba mucho tiempo posponiendo: el museo de la paz de Hiroshima.

Poco tardamos después en llegar al edificio superviviente, al Atomic Bomb Dome, rebautizado así por razones obvias pero cuyo nombre real era «Hiroshima Prefectural Industrial Promotion Hall». Poco sabía el arquitecto Checo que lo creó que iba a hacerse tan famoso pero encima no como se le ocurrió a él, sino medio derruido:


A uno le entran escalofríos en ese lugar, especialmente escuchando a los voluntarios que a sus pies suele haber, contar cómo momentos después de la detonación, los que se estaban literalmente quemando vivos se tiraban a aquel río de aguas cristalinas que teníamos al lado, muriendo prácticamente al instante dejando un reguero de cadáveres flotando en la dirección de la corriente.

El museo, que está a cinco minutos andando al otro lado del río, cuenta cómo era la Hiroshima de aquella época: un importante centro logístico militar durante la guerra donde a los estudiantes se les obligaba a demoler edificios para crear cortafuegos por temor a ser atacados con bombardeos como la lejana Tokyo. Poco se imaginaban la que se les venía encima en realidad.

Después de introducir la ciudad, van dando datos de la bomba: día, hora, donde y a qué altura explotó, temperatura alcanzada, radio de devastación. Algo que desconocía y que me impresionó mucho es que la presión fue tal que los cristales de los edificios salieron disparados a tanta velocidad que cortaban literalmente todo, incluso se pueden ver paredes con cristales incrustados, no quiero ni pensar lo que les haría a las personas.

A medida que uno va avanzando en el recorrido, se empiezan a contar historias personales de víctimas donde es prácticamente imposible no emocionarse, aún más con lo que se expone: la ropa que llevaban en ese momento que quedó destrozada, objetos metálicos totalmente fundidos… aunque quizás lo que más impacta es ver a los maniquís con la piel colgando representando los instantes después de la detonación…

De estas historias la más famosa es la de Sasaki Sadako, la niña que murió por los efectos de la radiación pero que no dejó de hacer grullas de papel prácticamente hasta el final de sus días, confiando en que así se curaría. Viendo algunas de estas grullas que tienen allí expuestas es cuando ya no pude aguantar más las lágrimas…

Alguien me decía que el museo estaba hecho a propósito para que uno saliese de allí tocado y le dí la razón: está todo contado de una forma dramática, de manera que es prácticamente imposible que alguien permanezca indiferente ante lo que se le cuenta. Pero es que si uno se para a pensar en el disparate que fue todo… no sé de que otra manera se podría…

Quise volver a la noche a fotografiar el Atomic Bomb Dome, pero por alguna razón no fui capaz de permanecer allí en la oscuridad más de diez minutos porque estaba muerto de frío. Y hacía cerca de 20 grados.

28 comentarios en “Hiroshima

  1. Estaría cojonudo que se haga una exposición itinerante que recorra el mundo para que los que no tenemos oportunidad de viajar hasta allá, nos demos cuenta de la salvajada que eso fue.

    1. Se hacen. Yo asistí a una en Barcelona cuando se conmemoró el 50 aniversario (1995), donde hice mi grulla para mandar a Hiroshima y me imagino que se haría en otras partes del mundo.

  2. Tenemos cuenta pendiente con Hiroshima desde la pasada Golden Week, que tuvimos que suspender el viaje, por lo que iremos en Mayo, lo más seguro.
    Sé bastante de lo que voy a ver allí y me puedo imaginar, como les pasa a muchos, como se me quedará el cuerpo luego, pero se debe ver y saber.
    Besos !

  3. Aupa!

    A mí la ciudad en sí me pareció triste, o mejor dicho, entristecida. Creo recordar que no llegamos a terminar la visita al museo, cuando empezamos con las historias personales fue demasiado y nos fuimos. Conste que me parece más que bien el que haya un museo así, pero cuando algún amigo me pregunta por «si merece la pena», le advierto lo mismo que hicieron contigo, que puedes salir muy tocado.
    Tal vez los habitantes de Hiroshima estén cansados y quieran un poco de alegría, no lo sé. A mí no me gustaría vivir en el lugar donde han asesinado fríamente a tantas personas, no sé si conseguiría abstraerme.

  4. He visto imágenes de Hiroshima, del museo… pero nunca había visto ese documento que en dos líneas sentencia a muerte a miles de personas, tras haberlo considerado seriamente.
    Me ha producido el mismo escalofrío que cuando, por motivos de trabajo, llegó a mis manos una sentencia de muerte de la época franquista. Ni siquiera se tomaron la molestia de dictar una sentencia por cada persona, en un mismo documento decidían la muerte de cinco personas.

  5. Lo visité en junio de 2011. Absolutamente impactante, la tragedia que sufrieron no es imaginable… recorrer todo el museo y los jardines que lo rodean es una experiencia inolvidable.
    Se llega a sentir la desesperación que tuvieron que vivir, tardé en recuperarme un tiempo.

  6. Me ha dado bajón sólo de leerlo. Pienso en lo que dice Ko, no sé si ser testimonio perpetuo de la crueldad humana puede ser bueno para el ánimo colectivo.

  7. Hiroshima, al igual que Nagasaki, son dos sitios especiales, lo que pasó allí no debería haber pasado nunca. No se sale ileso de esas visitas.

    Tambien debo decir que las personas que conocí en ambas ciudades me parecieron de lo mejorcito de mi estancia en Japón. Majos majos

  8. Buff… yo recuerdo que también salí tocado del museo… muy duro..
    Cambiando de tercio, el okonomiyaki yo lo probé en Miyajima (no comí en Hiroshima) pero supongo que sería del mismo estilo. Muy rico :D

  9. A mí también me gustó mucho Hiroshima y aprender «de primera mano» lo que aconteció durante la Segunda Guerra Mundial con respecto a los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki.

    Museo imprescindible de ver si se visita Hiroshima, eso seguro… Y el okonomiyaki de la ciudad, o como lo llamaban algunos lugareños «Hiroshimayaki» está buenísimo! Aún mejor acompañado con una jarra de cerveza como bien has mostrado. :parriba

    Saludos!

  10. Fuimos en 2005, fue una visita dura, pero creo que es como en Alemania, que se debe visitar Mathaussen o alguno de los campos, es muy duro, nosotros no cenamos ese día, y no pudimos terminar la visita, pero también creo que se lo debemos a todas las víctimas y a nosotros mismos, para recordarnos de lo que algunos somos capaces, y para que no se vuelva a repetir.

    La historia NUNCA debe olvidarse

  11. Yo pasé por Hiroshima para ir a Miyajima y la verdad es que no entramos al museo porque mas o menos sabía que se salía tocado de allí. De por sí la ciudad también me dió una sensación triste y no se si es porque te subgestiones antes de ir o algo parecido… Y al museo no fuimos porque realmente si vas unos pocos días no queríamos quedarnos chafados durante x tiempo ya que ibamos a disfrutar a tope. Se que puede quedar como que preferimos no ver la realidad o un poco egoista pero realmente una cosa así te debe dejar tocado por días…

    Saludos.

    1. Yuos… exactamente igual que nuestro grupito… no quisimos quedar jodidos para estar en Mijayima un sólo día.
      Es egoista pero el dolor asusta.

  12. Es una visita escalofriante, desde luego…A mí me llamó la atención que la bomba explotó a 600 metros de altura, si no recuerdo mal. Y el museo, es impacto tras impacto, está hecho para concienciar de que algo así no vuelva a suceder y creo que es difícil causar más impresión…Es duro, pero creo que es una visita obligada, hay que ser consciente de estos horrores para no caer en ellos nunca más…

  13. A mí la visita al museo me dejó con muy mal cuerpo, pero es muy interesante para recordarnos las barbaridades de la especie humana y evitar que la historia se repita… otra cosa es que lo consigamos

  14. Siento repertirme, pero es un pensamiento universal. Desgraciadamente, es parte de la historia, y se debe tener constancia de lo que ocurrió, para que nunca más se vuelvan a producir estas barbaries.. Es escalofriante..

  15. Yo hice la visita al muero con la audioguía en español. En el primer punto del circuito ya me rodaban dos lagrimones como dos guisantes. Es una visita muy dura, y no creo que sea capaz de hacerla otra vez. Pero sigo recomendando hacerla una primera vez. Hay que recordar las barbaridades de las que somos capaces.

  16. Uf, Tío…. con el corazón encogido estoy…
    Las guerras son una mierda, si. Pero este tipo de museos son necesarios para al menos intentar no caer en lo mismo de nuevo.
    Yo estuve en un pequeño museo en Camboya, creo que lo llamaban museo de la guerra y trataba sobre todo de exponer los peligros y las cnsecuencas de las minas y lo llevaba gente que había sobrevivido a ellas. Imagina con que cuerpo salí de allí.

    :ungusto: Leerlo, señor Tosca.

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