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Una semana en Tokyo y alrededores, día 3

¡Chachos!, ¡no queda ná para que me case!

:romeo:

Para la ceremonia, porque casados ya llevamos medio año más o menos… así que van quedando menos días para que lleguen los primeros que se vienen al sarao. Y tengo una promesa que cumplir, que todavía me quedan unos cuantos días más que planificarles. ¡Menudo anfitrión sería si no me encargase de al menos contarles algunos planes decentes por los Tokyos!.

Acordarse que de momento tenemos:

Día 1 – Tsukiji, Hamarikyu, barco a Odaiba, Gundam, Fuji TV, Onsen y vuelta en Yurikamome
Día 2 – Honmonji, Sky Tree y Asakusa

El tercer día toca desintoxicarse del mohín de sensaciones con el que la mezcla de neones y argamasa de la ciudad nos acaba empapando. Como gran pueblerino que soy, a mi me gusta pirarme de Tokyo de vez en cuando para dejar de escuchar el eco de la ansiedad que genera este bosque de farolas y semáforos. Es curioso: la mayoría del tiempo me encanta vivir aquí pero hay veces en que cambiaría todo por dar la vuelta a Ibarra comiendo pipas en Zalla.

Dentro foto de la vuelta a Ibarra pipera:

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De cualquier manera, aquí va mi propuesta como primera excursión lejos de Shibuyenses, Roppongianos y chimponers varios:

A Kamakura de aventura!

:triki:

Este lugar de nombre compuesto por el mueble donde se duerme más la profesión del padre Apeles es un pequeño pueblo junto al mar que ha sabido conservar la atmósfera del Japón antiguo con un montón de templos interconectados entre sí por senderos de montaña. Pasear con calma por allí da gusterresque maximum y cosica suprema!!

Empecemos yéndonos hasta la estación Kamakura en la línea Shonan-Shinjuku que se puede pillar desde Shibuya y Shinjuku por ejemplo, y de ahí nos cambiamos al Enoden que es un tren muy antiguo del año catapún con suelo de madera y todo, que sin embargo nos llevará hasta donde queramos.

Eso sí, de momento queremos que la estación sea Hase, porque ahí tenemos un par de visitas que hacer: un templo y un budaco.

Andando cuatro pasos y medio desde la estación, a mano izquierda tenemos uno de los templos más chulos de la zona: el Hasedera. No visitaremos sólo los edificios del templo, sino unos jardines que te quitarán el hipo y la acidez:

… cientos de estatuas Jizo que te dejarán sin habla, sobretodo cuando sepas que cada una de ellas corresponde a un niño que dejó el mundo antes que sus padres…

…y muchos rincones especiales, como el pequeño bosque de bambús o la vista desde arriba de las montañas y la playa de Kamakura que ya te acabarán de dejar patidifuser y anodadader mitá y mitá…

Hay más templos en Kamakura, muchos más, pero yo creo que uno se puede cansar visitando más de dos o tres en el mismo día porque tampoco es que sean demasiado diferentes entre sí. Así que el siguiente sitio que visitaremos, que además está a escasos doscientos metros del Hasedera, es el Daibutsu que es lo más parecido a lo que saldría si uno de Bilbao se pusiese a esculpir un Buda:

Un pedazo de mostrenco que fue lo único que quedó después de que un tsunami se llevase el edificio que lo albergaba en el año 1252, un Budaco de trece metros y pico ahí puesto como el que no quiere la cosa… una vez más, es el entorno entre montañas lo que hace que la vista de semejante estatua sea más impresionante, si cabe (que cabe de milagro):


en su última visita. Y de Hase seguimos en la misma dirección hasta la estación Enoshima. No hay otra excursión que tenga más sentido para nosotros: allí fue mi primera cita con Chiaki y allí también hinqué mi rodilla al lado del mar para pedirle que se casase conmigo el verano pasado.

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El camino es fácil porque sólo hay uno: tu te bajas de la estación y vas hasta el mar, después cruzas el puente y empiezas a subir escaleras descubriendo los secretos de la isla en forma de pequeños templos, jardines, gatos, dragones, halcones… no sería nunca objetivo hablando de Enoshima, este lugar es mágico para mi por muchos muchos motivos… yo creo que lo mejor es que os dejéis llevar por el mismo camino sin tener prisa por llegar al final.

Subiréis hasta que las empecéis a bajar, llegando de nuevo a nivel del mar pero por el otro lado de la isla, justo al lugar donde Chiaki asintió a que viviésemos la vida a pachas entre lágrimas y risas, porque esta chica por mucho que esté pasando, nunca deja de reír y no sabes el gustico que da tener a alguien así a tu lado (o si lo sabes, pues mira, tu también tienes suerte!!). Ahí va una foto de ese mismo día algo así como media hora antes de que me declarase:

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Desde ahí si la marea está baja podréis volver en barco. Enseguida sabréis si es así porque tendrán las escaleras que bajan a nivel del mar cerradas o abiertas según sea el caso. Yo recomendaría que si es ya cerca de las cinco de la tarde, os quedéis por ahí hasta ver cómo el sol huye a otro cielo de otro día por empezar metiéndose del oceano Pacífico para dentro. Hay también una cueva a la que se puede entrar, pero no merece la pena, tienen un dragón allí todo chano iluminado con cuatro bombillas mal puestas. Quedaos con el anochecer, que además es gratis y si encima lo veis con una cerveza de la misma marca que la isla, ya ni os cuento.

Tanto si habéis vuelto en barco, como si lo habéis hecho a pata, no hay otra que volver a pasar por el único puente que nos deja de nuevo camino de la estación de Enoshima. Yo diría que antes de volver, pilléis un par de ostras que os asarán allí mismo. No tiene perdida, si por lo que sea no veis a los señores de la parrilla, no os preocupéis que os podéis dejar guiar por el olor sin problemas.

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Después volveremos a la estación, pero ésta vez recomiendo que nos montemos en el monoraíl, que su estación también anda cerca. Iremos elevados unos cuantos metros del suelo pasando por entre un par de túneles hasta que nos deje, ocho minutos después, en la estación de Ofuna. Ahí tenemos otra pedazo de estatua que ver, la de la diosa Kanon. Si es ya de noche, quizás os podéis conformar con verla desde abajo sin subir a la colina, que también impresiona lo suyo… o si os queréis acercar, tampoco es que se tarde demasiado desde la estación.

Y desde Ofuna, ¿qué mejor que irnos a cenar a Yokohama directamente?. Aunque esta ciudad que queda a mitad entre Tokyo y Kamakura merece una visita aparte, pues ya que estamos por allí cerca lo mismo nos merece la pena darnos un paseíco nocturno aunque sea para ver una panorámica del puerto que de noche es otro rollo. Es más: si nos bajamos en la estación Sakuragicho, estaremos al lado del rascacielos Landmark Tower, que tiene un observatorio arriba del todo al que merece mucho la pena subir, y como nos pilla de paso…

En Yokohama tenemos distintos centros comerciales con restaurantes, pero si no queremos complicarnos la vida, justo al lado de la estación Sakuragicho hay un café-restaurante de lo más apañado donde hemos cenado alguna hamburguesica casera nosotros más de una vez. Irnos hasta el barrio chino, después de la paliza que nos hemos pegado, mejor lo dejamos para otro día… así que o cenamos por allí mismo o ya nos volvemos a descansar la palizaca al hotel…

Y no creo yo que después os queden ganas para muchas historias… así que demos por finalizado este tercer día… Al siguiente nos lo tomaremos con más calma, os dejaré que os recuperéis de las agujetas de subir y bajar tantas escaleras por Enoshima.

Hasta mañana, buenas noches!

Chiribiribi porompompón

Pues nada nada, que sigo con la historia del

Fin de semana en la playa en Japón

Empezamos bien. Un cartel que te dice que si hay terremoto, hay tsunami, y que corras!. Y nosotros durmiendo en la playa!

Estábamos por Enoshima, que me fui todo sólo porque no podía dormir y (porque soy más raro que las pesetas azules), y además os planté ahí un par de fotos. Seguimos!

Uno va subiendo una cuesta estrecha que acaba donde empiezan unas escaleras. A partir de ahí, se sigue una ruta por templos, piedras talladas con kanjis y leyendas de amuletos y amores imposibles. Como banda sonora tenemos a las cigarras que de tanto oirse ya ni se escuchan, y de compañía, aunque muy lejos, hay docenas de águilas que parecen dejarse llevar por las corrientes de aire.

Es que muy inútil hay que ser para no sacar fotos bonitas con semejante paisaje.

Lo que más me gusta es la cantidad de árboles que hay… predomina el verde, amigos!

Si miramos para atrás, vemos esto.


A Lekesan le dio por hacer lo mismo el mismo día. Unas pocas horas más y nos juntamos allí!!!


Es una isla pequeña, muy pequeña, con una montaña surcada de senderos que te invitan a descubrir rincones que parece que no han sido visitado antes. En cierto modo, dada la hora que era, tuve el privilegio de ser el primero en inaugurar esos ríncones, aunque sólo fuese por un día.

Si encuentras algún objeto cerca de esta escultura, tendrás buena suerte toda tu vida… (no valen piedras)

Uno de estos de echar monedas para rezar. Se ve que la puntería no se derrocha mucho por aquí…

Y entonces se llega a la estatua del dragón, pero un poco más allá está la campana con los candados, aunque si te fijas un poco verás la piedra con forma de Tortuga. No puedo describiros la sensación de estar sólo en un lugar como ese…

Pero lo que si puedo contaros es la historia del dragón de cinco cabezas, que resulta que era más malo que JR cabreao y con almorranas, y el tío se dedicaba a atormentar a las buenas gentes de Kamakura y alrededores, guindándoles, además, a los niños (para comérselos, digo yo!). Y en éstas que hubo un terremoto enorme y apareció la isla de Enoshima. El dragón que era un poco rarito, va y se enamora de la isla (¿tendríán islodragones si cuajase el tema?…), pero Enoshima que sabía las que liaba el dragón le dio cocos (que no calabazas, que para eso es una isla).
Entonces nuestro amigo el cabrón del dragón se arrepintió de todas las que había preparao, y se apuntó a ser bueno. La isla, al ver el esfuerzo que había hecho, accedió a casarse con el elemento este.

Aquí un dragón, que tiene cuatro cabezas menos que en la historia esta (que tampoco me la creía yo mucho…)

Esta historia tan rara, porque mira que es rara, sirve para que en Enoshima haya una campana que la recuerda, y además a las parejas les ha dado por colgar de allí un candado con sus nombres que simboliza su unión para siempre:

Cosa bonita, curiosa, emocionante…

Es una sensación extraña pensar que cada uno de los cientos de candados pertenece a dos personas que un día decidieron venir hasta aquí para hacer esto…

Aunque claro, como todo, hay quien saca tajada.

Y si sigues andando, empiezas a bajar y acabas llegando de nuevo al mar. En esta parte, a la gente le da por pescar, y la verdad es que me parece uno de los sitios más tranquilos que he visto por aquí para hacerlo.

Sssss, no hacer ruido, que no pican!

Se vuelve por el mismo camino, pero es curioso descubrir que se han pasado muchas cosas por alto. Supongo que, a pesar de lo pequeña que es, si uno fuese durante una semana seguida seguro que se ve cada día algo nuevo:

Esto me dio rabia, mira tu por donde. ¿No podía ser un restaurante de sushi?

Aunque bueno, me pusieron a gordo cabrón en el escaparate y me alegraron la mañana.

Efectivamente, eran de verdad. Lentas como la Feve en invierno, pero vivas al fin y al cabo.

Con babero, para que no se le caigan las babas de piedra y hagan un esguince a alguien.

Tablillas con deseos alrededor de dos árboles atados con una cuerda.

Ahí abajo, además, hay cuevas. Hay una muy grande, pero estaba cerrada…

En algo os he mentido, y es que a pesar de ser las tantas de la mañana, no estuve sólo del todo…

Vamos a la playa, calienta el sol


Que pasa muchachada!!! como estáis? yo estoy bien. Bueeeno.

Pues que vengo a contaros hoy que me he ido a la playa, que echaba ya de menos el remojarme, tostarme y llegar a casa con arena hasta en la puntilla del calzoncillo y más rojo que una gamba.

El plan se gestó en la oficina, los más golfos fuimos el sábado por la tarde a montar unas tiendas de campaña y hacer sitio, y el domingo venían el resto a hacer una barbacoa (efectiviwonder, lo organizó el americano, el tema barbacoa no podía ocurrírsele a otro! qué pájaro! no sabes?).

Yo de ingeniero miranda, mientras curraban aquí los peones.

Amos a ponerle ambiente al asunto.

Así que allí que nos fuimos. La arena de la playa era como negra, mecagüen los pantalones de pana, y en la orilla del mar había una barricada de algas que se podría hacer sushi a cascoporro. Pero vamos, que no estamos pa quejarnos, eh zagales? allí todos decían que el agua estaba helada aunque estaba super caliente, digo yo que si eso es agua fría, a finales de agosto se podrá hacer sopa!

Jode que fácil de montar! pero allí no había ni Buda que durmiera, que caló!!

La playa, nosotros dando el cante y la isla de Enoshima al fondo.

Nos bañamos, nos picaron las medusas, nos rascamos y nos secamos al solete naciente del país este. A la noche vino lo más gracioso del asunto. Aquí a la gente le da por comprar fuegos artificiales y tirarlos en la playa, además es que los venden en cualquier lao. Peeeeeero, en la playa a la que fuimos no dejaban tirar a partir de las 10 de la noche. Curioso el tema.

El yanki, que en cuanto ve un cartel de «no se puede», él tiene que poder, cogió un mechero y se lió a tirar cobetes ahí estilo Oscars de Hollywood. Y claro, la poli vino en 0.2 s.

La conversación no tuvo desperdicio:

Poli 1:
No se pueden tirar cohetes a partir de las diez de la noche, y son las doce y doce, háganme el favor.
Jack Bauer: Ok ok, no entiendo japonés bro, pero nosotros no hemos sido (no había nadie a 100 metros a la redonda en toda la playa y el tío tenía un mechero en la mano).
Poli 2: (en perfecto inglés), bueno, pues que el que haya sido no lo vuelva a hacer, por favor, debemos convivir todos y ser civilizados. Acepten, por favor, este regalo por las molestias causadas (y va el tío y nos da un paquete de kleenex a cada uno mientras se van haciendo reverencias).
Chuck Norris: Ok ok, don’t worry man (descojonándose y haciendo el gesto de «paz» con los dedos).

Aquí el paquete de pañuelos, por si no os lo creíais.

Es decir, la poli sabiendo que quizás son un poco rudos cumpliendo con su deber, van armados con algo que «suaviza» la situación a pesar de que se supone que te han echado la bronca (o algo parecido).

Después de intentar dormir en las tiendas de campaña, y que fuese imposible, yo decidí marcharme a Enoshima, una islilla que está allí muy cerca y de la que tenía muy buen recuerdo. Estamos hablando de las cinco y media de la mañana, con lo que podréis apreciar en las fotos que no sale ni blas, no hay mal que por bien no venga!

El Enoden, que es tan entrañable como lento. El suelo es de madera, y tarda la vida!

La estación de Enoshima. Es todo como super antiguo, me gustó muchísimo!!!

Cuadro tradicional que retrata a los paisanos en sus paseos matutinos a la isla.

La entrada promete!!!!

A mi me encanta esta isla… puedes recorrerla entera a pie, y te encuentras un montón de sorpresas:

Esto es amortizar la cámara de fotos!!!

La gente compra tablillas, escribe sus deseos y los cuelgan ahí en los templos.

Que si nos vamos a querer para siempre

Que si nunca nos rendiremos!

Esta es curiosa! resulta que es de los de Messenger Japan, jaja!!! se ve que no se usará mucho aquí!!!

Y bueno, son tantas las fotos y lo que os puedo contar, que voy a acabar aquí, no sabes?. Pero no preocuparse, que el próximo día sigo contando!!!

Hasta mañana zagales!