Hola,
¿Cómo te van las cosas? ¿te acuerdas de mi?, hace ya tanto tiempo que no me extrañaría que te hubieses olvidado, no del todo, pero seguramente no pienses en mi ya tan a menudo como hace unos años. Espero que no sea demasiado poco… yo todavía me acuerdo de ti aunque no sea siempre. Es curioso, me vienes súbitamente a la memoria, de repente, como si esos momentos fuesen hechos para ser vividos los dos juntos y el universo no tolerase que estemos separados… o algo así. No me hagas mucho caso, se me ocurren muchas cosas raras desde que vivo solo, será que tengo mucho tiempo para pensar. El otro día pensé que a veces las personas estamos conectadas, que nos conocemos aunque no nos hayamos conocido nunca. ¿No te ha pasado nunca?, a mi me pasa a veces. Hablo con alguien que acabo de conocer y me da la impresión de que hemos jugado de pequeño juntos o que nos hemos peleado o incluso me ha pasado que creo saber el sabor de sus labios como si hubiésemos sido amantes en otro tiempo y lugar. Y todo esto nada más vernos por primera vez. ¿Me estaré volviendo loco? un poco seguro que llevo estándolo desde hace tiempo, pero no le des demasiada importancia, son tonterías que se me ocurren.
Últimamente las cosas me van bien, te escribía para contarte esto mismo, porque de alguna manera me gustaría que lo supieras, quería compartir este momento contigo, esta vez aposta. Ya sabes que llevo en Japón unos años, más de los que se sienten en realidad, vivir aquí es tan fácil… Seguramente no te podrás imaginar cuanto porque no has estado nunca y a eso tenemos que ponerle remedio cuando antes. ¿Te conté que me mudé?, ahora tengo dos habitaciones y sitio más que de sobra para que me visites siempre que quieras, ni que decir tiene que te recibiré con los brazos abiertos porque siempre ha sido algo muy bueno verte y seguro que lo será sentirte cerca de nuevo como en los viejos tiempos.
Además que tienes que conocer a Chiaki. No sabría decirte cómo me ha cambiado la vida desde que la conocí porque es probable que no sea plenamente consciente. Solo sé que ahora me preocupo por dejar de sonreír queriendo porque resulta que siempre lo estoy haciendo y parezco mucho más tonto de lo que creo que soy, que mi corazón parece que lata sólo para contar lo que falta hasta que vuelva a ver a esos ojos mirándome desde tan adentro. ¿Ya sabes que nos vamos a casar?, ojalá puedas venir a la boda el año que viene. Ahora estamos con el papeleo, ¿te quieres creer que tengo una entrevista en la embajada?, una de esas en las que se aseguran que el matrimonio no es de conveniencia. Entiendo que tengan que hacerlo, pero me parece tan humillante, tan insultante que alguien que no sabe absolutamente nada de nosotros tenga que juzgarnos… Si fuese por mi, les sacaba de dudas pronto porque claro que me conviene tenerla a ella cerca, por lo menos por lo menos hasta que me muera. La quiero tanto…
Últimamente, además, no dejo de pensar en cómo serán nuestros hijos. Ojalá que se parezcan lo más posible a su madre, pero si pudiese elegir, me gustaría que tuviesen algo de mi hermano Javi, una pizca de esa ingenua y preciosa felicidad que a veces se le escapa cuando rie. También me pregunto que idioma hablarán, si seré capaz de enseñarles castellano a la vez que aprenden japonés e inglés… quizás sería bueno que yo le hablase siempre en mi idioma y Chiaki en el suyo, y así los tres aprenderíamos. No dejo de emocionarme viviendo ya esta vida que parece que pronto será la mía. Me siento tan privilegiado… bueno, que te voy a contar a ti que ya llevas casado algunos años.
También hemos casi acabado de escribir el libro. Bueno, yo lo he acabado de escribir y Fran de diseñar, ahora estamos revisando cosas aquí y allá. Te sonará a otra ñoñería de las mías, pero ese libro es lo más cerca que he estado y estaré nunca de airear mi alma abriendo las ventanas tan de par en par: melancolía de la buena y de la mala, amor, resignación, odio, muchas lágrimas, amagos de felicidad desleída en ríos de tristeza… ahora diría que ternura en cada una de las páginas que parecen tamizar lo que me tocó sentir desde que aterricé en Tokyo aquella fría mañana de febrero. Tenía tanto miedo de que no me volviesen a abrazar nunca más… Pero mira, ahora han cambiado mucho las tornas, fíjate que iba a titularlo «Un sueño desafinado» porque pensé que venir aquí era algo así como cumplir un sueño pero que al hacerlo sabiendo que huía de mi yo de antes era como empezar a soñarlo ya de malas… parecía un sueño que no podía acabar bien de ninguna manera. Ahora la cosa es distinta, lo voy a titular «Afinando un sueño», porque al final he sabido pintar los colores que le faltaban a mi vida y lo que ha quedado es una cálida melodía que escuchar cada día de estas horas en las que siento que ahora si, que ya soy feliz casi del todo.
«Afinando un sueño»… si, creo que le pega bastante bien… ojalá la editorial a la que lo enviamos nos responda pronto y pueda salir adelante, eso si que sería algo que resoñar muchas noches.
Yo ya te imaginarás que sigo con lo mío: trabajo, karate, fotos… aunque se me cruzan aventuras por delante, porque al final no dejan de ser locuras que estoy viviendo a mis treinta y cinco, como escribir y contar un monólogo junto a Ernesto Sevilla y Joaquín Reyes. ¿Te has enterado?, de esto hace ya una semana, pero ha sido el mayor disparate quizás de mi vida y encima salió bien. Ha sido genial conocerles, son gente tan maja, tan normal. Joaquín no dejaba de decir «ay que majica Chiaki, ay que majica», jaja, y Ernesto, el gañán que tantas veces he visto por la televisión, me felicitaba por mi monólogo. Que especial ha sido todo, que increíble.
No sé que más contarte… sólo se me ocurre sacarme este sentimiento de culpa y pedirte perdón por no escribirte más a menudo. Uno se deja llevar por los días y aunque se acuerda a veces de los que están lejos, se olvida al de un rato, encima yo, que me distraigo con cualquier cosa. Bueno, me despido ya, espero que sigas bien y ojalá que vengas pronto. Te mando un abrazo de los de que te pongas morado de no poder respirar, me encantaría dártelo en persona pero no va a poder ser de momento.
Hazme el favor de cuidarte y que nunca se te olvide que no me olvido de tí. Aunque lo parezca la mayoría de las veces.