Archivo por meses: mayo 2012

La Sky Tree por la noche

Gracias por las felicitaciones en el otro post!! hay que ver la de gente que se pasa por aquí!! ahora estoy hasta nervioso y todo escribiendo!! :descojoner:

Bueno, total, el otro día, después de estar tres o cuatro horas ensayando el monólogo, cogí el trípode y la cámara nueva y tiré para Asakusa a sacarle fotos al pirulo por la noche. Ya he dicho yo más veces que cuando hace calorcico, yo hago el triple de cosas, ¡coño es que apetece!, no como el asqueroso invierno que te tiene enchuminao metido en casa!!

Como era el primer fin de semana después de la inauguración, aquello estaba lleno de policías y no me dejaron sacar el trípode cerca porque había un montonaco de gente por todos los lados, y es que aunque no se puede subir arriba si no tienes entrada reservada, debajo hay un centro comercial enorme y claro, todo el mundo vino ahí al sopesquete de la novedad.

En fin, ahí van algunas de las fotos desde cerca de la base antes de que la autoridad tocacojonera me tirase de las orejas:

Luego me fui a un sitio donde no había tanta gente y me dio por darle al zoom a cascoporrer para sacar el máximo detalle posible de la antena, no quedaron mal esas tampoco, no:

Después me di un paseo hasta el otro lado del río en plan pensando «hay que ver Tosca, donde te has ido a vivir y los fregaos en que te metes, con lo bien que estabas tu en Zalla dando la vuelta a Ibarra los domingos y poniéndote hasta el ojerresque de chorizo y jamón». Cuando me quise dar cuenta, estaba afotando al pepino otra vez!

Y ya tiré para el templo, pero ba, no sé, como lo tengo muy visto, no me entretuve mucho allí. También es verdad que tenía más hambre que la cabra un gitano, así que ni templo ni templa! pa casa a comer gyozas!

Regulerer bonus track!!!
:regulero:

Ahí va un timelapse de esos de ver pasar las nubes que abarca toda la construcción de la Sky Tree. Por supuesto, no lo he hecho yo (ni falta que hace para enchufarlo en el post y quedarse con los huevos concéntricos):

Por lo menos más que nunca

¿tu eres feliz? ¿consideras que eres feliz ahora mismo, Oskar?

Esta mañana un buen amigo me ha hecho esta pregunta. Así, de sopetón.

Que si soy feliz.

Le he contestado enseguida, le he dicho que no sé si soy feliz, pero que sé que estoy mejor que nunca. Podría decirse, quizás, que soy más feliz que antes, que cualquier otro antes de mi vida. Que el Oskar de ahora es la mejor versión, que ningún Oskar de antes es capaz de superarle… ni siquiera el veinteañero, sin entradas, que se comía el mundo con el piercing en la ceja y década y media menos de viejo.

Antes de que nadie diga nada, no creo que vivir en Japón sea tampoco decisivo a este respecto, estoy convencido de que sería parecido viviendo en cualquier otra parte del mundo porque esta sensación, esta manera de mirar la llevo yo por dentro.

El trabajo me motiva, me entusiasma, me reta. A la vez, estoy en la mejor forma de mi vida gracias al entrenamiento para la maratón, me siento fuerte, ágil, capaz. Sigo teniendo ilusión por hacer cosas, sigo con la agenda llena de cuentos en los que salgo yo de una u otra manera en algún capítulo. Cuentos, fábulas, historias por escribir cuyos hipotéticos desenlaces me siguen teniendo en vilo cada mañana: ¿cómo saldrá la clase de cocina? ¿qué pasará en Karate hoy, de que país nos visitarán? ¿se me olvidará el monólogo delante de tanta gente?. Me meto en lo que sea menos quemar mi vida metido en casa delante de una pantalla, sea de televisión o de ordenador.

Y seguramente seguirá siendo así en cualquier otro lugar del mundo.

El baremo es totalmente distinto. Los valores que me guían poco tienen que ver con los de antes. Por ejemplo: tengo tres veces menos tiempo libre que el que tenía en Bilbao y he llegado a estar mucho mejor económicamente… hasta tenía coche y un piso de tres habitaciones frente a la única habitación de veinte metros en la que vivo ahora.

Pero no importa, o importa poco, o en su justa medida que es que da más o menos igual.

Apenas tengo bienes materiales más allá de los cuatro caprichos que me facilitan la vida: ordenador, iPad, la scooter… Pero si no los tuviese daría igual, quiero decir que no sería mucho menos feliz, no me importan tanto, antes me importaban mucho más. Vivir en un piso tan pequeño hace que no acumules nada; no lo hago: tiro lo que no uso o no me vale para nada empezando por ropa y acabando por libros que ya leí. No guardo nada, no tengo más que antes, no quiero tener como tenía antes. Si hubiese un incendio y se quemase todo lo que hay en mi casa, no me iba a durar la pataleta mucho: no tengo nada aquí dentro que considere imprescindible, ni siquiera que se acerque a ese concepto. Si el ordenador explota y me quedo sin fotos, ya sacaré otras mejores. Si la moto deja de andar, pues cojo el tren. Y de corazón digo que no me llevaría ningún disgusto de más.

Yo lo que quiero es ver más a mi familia porque les echo de menos a morir. El resto es simplemente perfecto.

Pero si. Sin duda soy más feliz que antes. Que sea poco o mucho decir será otra cosa.

Puede que el hecho de que me case el mes que viene tenga también algo que ver…

La Muchachada por Tokyo

Yo conocí al Chiqui aquella noche en la que nos vino a ver el campechano cazador de elefantes. Sin duda fue un hito en mi vida, no lo del rey que a mi este personajillo ni gracia me hace ya, sino el haberme juntado con semejante liante manchego.

Fruto de esa almendra asandiada que tiene por melón han salido innumerables liadas, todas pardas sin excepción: las clases de cocina, la conquista de Japón de los de Albacete y la más reciente: organizar una noche de monólogos en pleno Tokyo.

Lo de los monólogos se quedaría en una anécdota más del simpático albaceteño si no fuese porque se vienen ni más ni menos que parte de la muchachada:

¡¡ Ernesto Sevilla
y
Joaquín Reyes !!

:yahaaa:

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Y como yo me dejo liar muy fácil, que la verdad es que estoy deseando siempre meterme en fregaos, ahí voy a estar de presentador con un par de mini-monólogos que ya tengo escritos y que será menester perpetrar a la audiencia presente. Lo mires como lo mires, el asunto merece la pena: para verme a mi hacer el más espantoso de los ridículos en un escenario con mi primera incursión monologuista, o para partirse el ojal viendo a dos genios como son estos. Estamos hablando de una noche de monólogos al más puro estilo del club de la comedia, en Tokyo… no creo yo que haya muchas más oportunidades…

Si estás por estos lares sobre el seis de Julio, ya puedes espabilar porque las entradas son muy limitadas!!!

NOCHE DE MONÓLOGOS CON JOAQUÍN REYES Y ERNESTO SEVILLA EN TOKIO
BAR ROMARAKUDA
VIERNES 6 DE JULIO DE 2012
20:30 HORAS
Precio: 2,500円

RESERVA YA TU ENTRADA EN: ferpisan@hotmail.com

A Sevilla!

En la Golden Week volví a España a ver a los míos. Ahora que parece que el trabajo se ha estabilizado, me propongo guardarles los abrazos y los besos como mucho un año… tocará decidir si Navidades o Golden Week, pero allí iremos a saldar deudas.

Esta vez decidí ir a visitar a mis padres a Extremadura en vez de pasar por Zalla y aprovechando que el pueblo de mis padres no queda demasiado lejos, cogimos el coche y nos fuimos a pasar un día a Sevilla. Ya había estado una vez, pero ¡no la recordaba tan bonita!.

Aparcamos en Triana y ya fuimos andando aprovechando el buen tiempo, menudo paseo más chulo nos dimos. Cerca de la catedral, después de hacer la culebra y el matrix a dos o tres gitanas, un chico que vendía no se qué me preguntó si entendía español. Me dí cuenta que al ir con Chiaki, bien pasaba yo por guiri, así que aproveché el asunto y empecé a contestar «sorry no españolo» cada vez que me hablaban… ¡y me dejaban en paz!.

:bailongo:

Al ladito del barrio de Santa Cruz, Chiaki se atrevió con un gazpacho y una de pescaíto frito y yo me puse tibio con unas lentejas de las que no te ponen precisamente en Shibuya. Una vez más, se cambiaron las tornas y fui yo el que traducía menús y recomendaba platos aunque ella lo tuvo claro desde el principio… ¿será aquél que el tío Txiki nos enseñó a preparar que dejó huella?.

Menudo lujo pasear cerca de la giralda, la catedral, el alcázar, la torre del oro… peeeero sin duda me quedo con la Plaza de España. Me impresionó muchísimo la primera vez que la vi y me volvió a impresionar esta vez. Menudo sitio más bonito hay aquí al sur de Bilbao, y yo sin pasarme con la bici, ¡la hostia!.

Mi padre resulta que hizo la mili en Sevilla y le tocó hacer guardia una noche en la Plaza de España. Me contaba que le habían encargado guardar la maquinaria que mueve la fuente y que allí tuvo que estar hasta las tantas de la madrugada. En esas estaba intentando no dormirse, cuando un par de gachís totalmente borrachas pasaron por allí y les dieron por ponerse a tontear con el soldadito… jaja, lo que hubiera dado yo por ver esa escena!!

Al volver de allí enfilando el barrio de Santa Cruz, volvimos a pasar por cerca de la catedral y resulta que había dos cocheros discutiendo. Uno llevaba a dos guiris ya, y cuando el otro le gritó «hiho la gran puta», éste tiró de las riendas parando el caballo en seco, se bajó del carruaje y se fue donde el otro gritando maravillas del estilo de «me vi a cagá en tós tus muertos, hihoputa, poz no me va a vení a mí a tocarme los cohone a estas alturas, te mato, fíhate lo que te digo, ¡¡¡te mato!!!». El otro no te creas que se echó atrás: «no si encima querrás tener razón, pedazo de hiho puta, que te saco las tripas a dentellás que ya te tengo calao desde hace tiempo yo a ti». A todo esto, los dos guiris todavía sentados en el carro en medio de la calle flipando en colores. Yo me moría de risa, ¡que viva España!. Yo me imagino que el tío en vez de hacer cola, se agenció dos clientes así por el morro y se lió parda…

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Luego paseíco por Santa Cruz y para Badajoz otra vez con el coche, Chiaki de copiloto con el mapa y yo al volante repitiéndome por dentro «por la derecha, por la derecha, aquí se conduce por la derecha» cada vez que venía un cruce.

¡¡Buen finde, chat@s!!
:gustico: :gambiters: :gustico:

El paso a producción

Día curioso, extraño, emocionante por lo distinto: toca paso a producción a las dos de la mañana. Últimamente todos los días son muy distintos entre sí, esto no solía pasar antes y es algo terriblemente bueno que espero que dure mucho. En los tres meses y medio que llevo en esta empresa nunca he tenido esa horrible sensación de estar haciendo siempre lo mismo, aunque también es verdad que mi vida personal últimamente está tan revolucionada que uno ya viene con la quinta metida desde casa y no queda claro ni en que lado de la semana estamos.

No puedo parar, hasta para dormir voy con prisas.

Dado que había que tener todo preparado sobre la una de la mañana, hoy hemos decidido mi compañero y yo que íbamos a venir allá por la hora de comer y ya nos quedamos hasta la mañana siguiente. Este plan pinta mejor que el de volver a casa y tener que levantarse a las doce de la noche para volver… más sensato al menos. Así que a eso del medio del mediodía arranco la moto y cojo la carretera de Yokohama en sentido contrario hasta que me deja en Gotanda. Un túnel, cinco o seis semáforos y tres o cuatro desvíos después ya estoy en Shibuya justo justo para la hora de comer. Hoy dejo la ensalada del bento por el comedor de la empresa donde te cambian un cupón por comida y además como tenemos cupones de sobra que están a punto de caducar, tenemos amigos invitados de fuera. Buena manera de empezar el día, comer gratis y con amigos, ¿me están pagando por esto?.

Ya en la empresa, a las tres de la tarde empieza un nuevo experimento de los que se le ocurren al jefe: hace unas semanas compró una Roomba, el otro día aparecieron dos bolas de esas de pilates hinchadas en la oficina y ésta vez se trata del llamado momento siesta. Resulta que de tres a tres y veinte se apagan las luces y los monitores, y se ponen los teléfonos en silencio para nada más y nada menos que echarse una siestecita de unos veinte minutos. Todo el mundo callado, si a alguien no le apetece, se tiene que ir de la oficina a dar un paseo o lo que le de la gana menos quedarse y molestar tecleando. Se me había olvidado que empezábamos hoy… el día se torna más peculiar, si cabe, por momentos. No sé si esta empresa me entusiasma o me da miedo… un poco de los dos.

La siesta se acaba y es efectiva, yo por lo menos me he quedado como Dios. Parece mentira lo reparador que puede ser echar una cabezadita de entre diez y quince minutos y más si encima está patrocinada por la empresa. Quien me iba a decir a mi que iba a estrenar en una oficina esto tan de nosotros en un país tan alejado como este.

A las cinco nos ponemos todos de pie y a limpiar. Yo pongo la Roomba, le doy al botón y el bicho se pone a dar vueltas aunque la verdad es que suele pasar setecientas veces por el mismo sitio y se deja la mitad por limpiar… eso si, en sus dominios se podría hasta comer sopa. Cuando acabamos cada uno con la parte que nos toca adecentar, se pasa revista uno por uno: ¿qué has hecho? ¿qué te queda por hacer?. Cuando nos toca a nosotros, el jefe de equipo nos hace una reverencia y nos suelta un «yoroshiku onegaishimasu» que suena a «muchas gracias y por favor» todo junto, porque nos quedamos hasta tarde y él nos lo agradece. «Muchas gracias, por favor»… nunca deberíamos dejar de decirlo cuando sabemos que toca, ¿porqué lo haremos?.

Uno a uno los compañeros van abandonando la oficina, «osakini shitsureishimasu» «perdón por irme antes, gracias por tu trabajo». Nosotros dos nos quedamos otro rato hasta que comprobamos una vez más que no fallan los tests, que todo parece estar bien. Después nos vamos a cenar a un italiano y evitamos hablar de lo que está por venir mientras el camarero nos va trayendo más y más platos del menú degustación, el único que sirven por la noche. A la hora del café, los párpados prácticamente se nos cierran así que acordamos cerrarnos por dentro en la oficina y dormir como podamos hasta la una. Yo acabo tirado en el suelo con el jersey como almohada y me despierto cinco minutos antes de la hora de la alarma. Quedan 55 minutos para la hora H, la hora en que se para la web y vamos nosotros y metemos nuestro código rezando porque no se nos haya olvidado nada para que cuando vuelva a funcionar sigan embolsándose yenes con las ventas, lo que significará que podemos seguir viniendo porque seguirá habiendo código viejo que arreglar o nuevo que meterle.

Los pasos a seguir están en la pizarra blanca escritos en perfecto japonés desde poco después de la siesta patrocinada, empezamos en cuanto dan las dos: que si esto, que si aquello, que si lo de más allá… tenemos sustos, un par que se quedan simplemente en eso después de comprobar que los datos cuadran y finalmente la web recupera su ritmo y sus visitas habituales. Suspiramos aliviados, las horas de preparación no han sido en vano y uno se queda con un sentimiento olvidado tiempo atrás: satisfacción por un trabajo bien hecho. Satisfacción porque, por primera vez en muchos años, siento que lo que hago vale realmente para algo y lo que es más importante: me importa.

Después dormimos otro rato hasta que llega el primero de los compañeros anunciando que empieza un nuevo día… para él, porque nosotros dos nos vamos a casa a dormir que nos lo hemos ganado. Cuando despierte, tocará volver a Shibuya, si, pero a recorrer todas y cada una de las tiendas que están ya esperándome porque saben que cobré ayer, ¿o fue hoy?


La Sky Tree a puntito

No es que hayan hecho sólo la torre de comunicaciones más alta del mundo, sino que a su alrededor han montado un centro comercial enorme con un acuario y toda la pesca!!! (TODA-LA-PESCA #badabumChass). El caso es que se abre el tinglado el 22 de este mes cuando se podrá subir al observatorio más alto de todo Japón: 350 metracos de alturaca.

Me acuerdo que me fui a sacarle fotos cuando no iba ni por la mitad…

Casi casi cuando quedaba ya poco para que le pusieran la antenaca, me fui otra noche a dar una vuelta y también le saqué un par de fotos entre cervecica y cervecica:

Jaja, y también me acuerdo de cuando le saqué fotos a la maqueta que tenían el parque aquél de Nikko y las puse en plan que ya la habían acabado para trolear a la peña!!

Algunos no se dieron cuenta hasta que no puse alguna otra foto donde se veía que no estábamos en Asakusa… juas!

Pues mira, total, que aprovechando el pedazo de día que hizo, ayer estuve yo dando un paseo oteando la zona… confirmado: tienen todo preparado, preparadísimo, daba gusto andar por los alrededores con todo nuevito nuevito, buena manera de estrenar la nueva cámara de fotos!!. ¿Os he contao que me he comprao una D7000?, pues si, majos si, ¡es que me han hecho indefinido y ya no tenía excusa para seguir con la D40! ¡a ver si se nota la diferencia!

La gaita es que ahora va a querer subir todo Cristian y va a estar la cosa complicada… en la web tienen puestas las cinco maneras de conseguir entrada, echadle un ojo y de paso haced scroll para abajo, que mola mucho! Yo de momento me remiraré las foticas para ir haciéndome a la idea de que igual me encaramo ahí… no sé yo…

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Anécdotas de la maratón

Hace ya dos meses y algunos días de mi primera maratón. He vuelto a Karate aunque sigo corriendo con mucha más calma y sin hacer distancias más allá de diez kilómetros. Me he apuntado a la de Nueva York y a la de Osaka, y en la primera ya me han dicho que no, pero vamos, que carreras hay prácticamente cada mes así que tampoco hay que preocuparse demasiado. Mi objetivo ahora mismo es volver a ponerme al día con Karate y prepararme físicamente mucho más en condiciones para la maratón del año que viene, si tengo la suerte de que me vuelvan a coger.

Total, que me enrollo más que el indio de Big Bang Theory con un mojito. Me he dado cuenta que tengo un montón de recuerdos, de anécdotas, de situaciones graciosas que pasaron dentro del contexto de la maratón de Tokyo, y que se me olvidarán si no las cuento… ahí van:

– mientras estaba estirando antes de entregar el equipaje, vinieron a grabarme de una televisión preguntándome por la camiseta del Athletic y de donde venía. Hablé con ellos durante dos o tres minutos y nunca he vuelto a saber nada porque nunca nadie me ha dicho que me ha visto en la tele, así que no sé si salí o no contando la filosofía del equipo de Bilbao!

– había un Jesucristo, pero también había muchísimos otros disfraces que hacían la carrera infinitamente amena no sólo para los espectadores, sino también para nosotros los corredores. Yo fui bastantes kilómetros al lado de un tío que iba disfrazado de marqués del año catapún con medias y peluca de esa blanca, pero con el que más me reí fue con el salary man que iba en traje mirando el reloj y corriendo porque perdía el tren, jajaja.

– había un padre y un hijo que corrían juntos y lo hicieron hasta Odaiba, porque entramos prácticamente a la vez. El padre tenía una camiseta que ponía «Este pollo de hijo que tengo dice que corre más que yo, lo que hay que aguantar» y una flecha hacia la derecha. En la del hijo ponía «Este abuelete que es mi padre se creé que está para carreras todavía, ¡venga al sofá!» y una flecha a la izquierda. La gente se descojonaba cuando pasaban y les animaban a grito pelado «Ánimo papá, ánimo chaval!». Por supuesto iban siempre colocados de manera que las flechas tenían sentido y si se separaban por cualquier motivo, volvían rápido a colocarse.

– una de mis mayores preocupaciones era que me entrase una pájara por no comer o beber lo suficiente, así que antes de la carrera me bebí un botellín de agua entero. Craso error: me estuve meando vivo durante los diez primeros kilómetros. Me resistía a parar para no perder tiempo cada vez que encontraba un baño porque estaban siempre llenos de gente esperando. Confieso que cuando finalmente paré y estaba esperando en la cola, no me lo hice encima de milagro. ¡¡Quizás fue el peor momento de toda la carrera!! tan mal lo pasé, que dos o tres chicos que estaban delante de mí en la cola me dejaron pasar al verme ahí dando saltitos y poniendo caras!!

– cuando pasamos cerca de la Tokyo Tower vi a la mascota que estaba saludando (la que parece una picha florida) y había cámaras de televisión. Quedaban a cierta altura, no estaban al mismo nivel de la carretera, pero yo me emocioné (más si cabe) y fui hacia ellos y di un saltaco ahí palmeando en la mano del bicho rosa. Los de al lado aplaudieron y… bueno, tampoco sé si salí en la tele o no, jajaja, menudo afán de protagonismo, ¿eh?.

– cuando enfilábamos ya para Odaiba, había un restaurante de yakitoris que había sacado una barbacoa fuera allí en una curva y se dedicaban a asar cachos de carne que nos ofrecían a los corredores en platitos. Zamparse un cacho de pollo salado no es algo que apetezca mucho cuando se está corriendo, pero sólo el olor ya hacía que ese kilómetro se te pasase casi volando como en los dibujos animados!

– sobre el principio, quizás el kilómetro diez o por ahí, había dos o tres extranjeros en el público con un barreño grande y un cartelaco que ponía «venga ba, ya has salido, ya te has sacado la foto, pilla una cerveza y déjate de chorradas que no engañas a nadie». Y en la marmita esa tenían un montón de latas de cervezas entre hielos.

– casi sobre el final dos chicos japoneses empezaron a gritar «Bilbao Bilbao!! Bilbao ganbareeee», fueron los únicos que reconocieron la camiseta y la verdad es que me hizo mucha ilusión!. Había muchas del Real Madrid y del Barça, por cierto.

– había mucha, mucha pero mucha gente animando. Algunos tenían carteles con el nombre del corredor, dibujos con caricaturas de su cara… pero me pareció que una chica volvía a aparecer cada ciertos kilómetros, que me sonaba. Efectivamente, había una chica de unos cuarenta años que tenía distintos carteles que ponían cosas como «ya estás en Shinagawa, aquí comimos ramen, ¿te acuerdas?, ánimo!», y luego más adelante estaba en Ginza «la mejor cerveza que bebimos nunca fue aquí, ¡volvamos cuando acabes! ¡ánimo!». La estuve viendo cada cuatro o cinco kilómetros prácticamente hasta el final, supongo que cuando pasase su marido, cogería un taxi o un tren y se iría corriendo hasta el siguiente punto preparado… ¡eso es amor!.

– estuve un rato corriendo y charlando con una chica italiana, hablábamos entre jadeos, castellano, toses, italiano e inglés. Me dijo que había venido a Tokyo sólo para correr la maratón y que estaría una semana más. Al final yo iba un poco más rápido y nos separamos, pero me pasó su email y me dijo que la llevase a cenar pasta a algún sitio romántico antes de que se volviese para Nápoles. Por supuesto, no lo hice porque ya tengo yo quien me quite las agujetas, pero me senti tremendamente halagado… ¡era una chica encantadora!.

– cuando llegué a la meta, después de recoger la medalla entre lágrimas, entré en el pabellón del Big Sight a por mi equipaje, busqué un hueco, me senté en el suelo… ¡y no me podía levantar!. Estuve dos o tres minutos en que simplemente no podía moverme, las piernas no me sostenían, no tenía fuerzas para ponerme de pies!!. Así que allí me quedé un ratico hasta que pude recuperar un poco las fuerzas y pude ir al encuentro de los colegas que me esperaban…

– esa noche no dormí nada, a pesar de que pensaba que iba a caer rendido en cuanto me metiese en la cama. Tenía el cuerpo tan dolorido, que no hice más que dar vueltas despertándome cada dos minutos entre pesadillas. Al día siguiente no sé ni cómo fui a trabajar, si el año que viene vuelvo a correr, me pillo el día libre fijo!

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Deseando estoy de amasar nuevos recuerdos para la próxima… a ver si pudiese ser…

¡Buen fin de semana!
:bailongo: :gusteresque: :yahaaa: :desquiciao: :feliciano:


La clase de marmitako y pan

A ver si poco a poco vamos retomando el ritmo, que ya va la cosa encaminada…

Total, que hace ya bastante que hicimos la última clase de cocina para japoneses el Chiqui y yo, pero todavía no lo había contado y ya iba siendo hora. El Ferpi siempre me anda diciendo que me anime yo a hacer algo y esta vez me atreví a pelearme con una de las recetas de mi tierra que más me han gustado desde siempre: el marmitako. El reto vendría porque en la misma clase, el tito Chiqui enseñaría a hacer pan y de alguna manera tendría que dar el tiempo para poder hacer todo, lo que no iba a ser fácil dado el tiempo de reposo y cocción de los panes.

Me tiré dos o tres tardes buscando cazuelas por Tokyo, me recorrí la calle Kappabashi de Asakusa, que es donde uno puede comprar prácticamente cualquier cosa relacionada con la hostelería, pero no hubo manera. Finalmente las encontramos por internet; en una tienda tenían exactamente las cazuelas nuestras de toda la vida, y no veas la ilusión que me hizo cuando llegaron a casa!

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Después tocó, por mi parte, perfeccionar y adaptar la receta contando con los ingredientes que tenemos aquí: no hubo manera de encontrar pimientos choriceros, el caldo de pescado se hace más fácil con dashi, para el atún quizás convendría utilizar el que te ponen en el supermercado preparado para sashimi, mejor usamos dos pimientos que aquí son más pequeños…

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Y ya nos pusimos manos a la obra. Lo primero de todo: amasar el pan. No, miento, lo primero de todo es echarse una cerveza para empezar el asunto con alegría, porque como dice Arguiñano: en la cocina hay que disfrutar!

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Después ya si, empezar con el pan. Normalmente quedamos con Chiqui para que me cuente lo que va a decir más o menos en la clase, y con la ayuda de Chiaki yo me lo preparo más o menos en japonés. No es que lleve una hoja y lea la explicación, sino que me apunto sólo las palabras clave que seguramente no me sabría de ir con lo puesto: harina, levadura, amasar… y así, con la chuleta en la mano, estuvimos contando a pachas Fernando y yo cómo se hacía pan antiguamente en los pueblos de España mientras dejábamos reposar ya la masa.

En ese tiempo de reposado, que acortamos porque andábamos bastante justos, pasamos a la receta de marmitako. Mi debut en las clases como chef. El asunto es bastante distinto: cuando lleva el Chiqui el timón, es bastante fácil simplemente hacer de traductor, sólo te tienes que preocupar por que se entienda lo que se dice, pero cocinar y explicar a la vez en japonés me imponía bastante… Sin ningún motivo, no hubo ningún problema y todo salió mucho mejor de lo esperado. Y es que, como siempre digo y siempre es verdad, la gente que viene es un lujo. Más majos que ni sé!

Mención especial merece la ayuda que siempre nos brinda Guillermo

En serio, esto no sería lo mismo ni mucho menos, sin la ayuda del de Lorca explicando aquí y allí los secretos de nuestra cocina: ajustando de sal, subiendo o bajando fuegos… regalando su buen hacer y mejor humor a todos los presentes. Gracias Guille por venir siempre!!

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El marmitako salió espectacular, mejor si cabe dentro de las cazuelas de las de verdad que me recordaron a tardes de domingo en Zalla con mi madre a los mandos del fogón. Aunque en aquellas ocasiones en casa no contábamos con el excelente pan cortesía de la madre del Chiqui, que te alimentas ya solo del olor a recién hecho.

Ahora así pensándolo… igual lo suyo sería juntarlas a las dos una tarde y que cocinasen cada una lo suyo? el marmitako de mi madre y el pan de la madre del Chiqui… ahí lo dejo!

かんぱーい〜
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