Archivo por meses: marzo 2011

De percepciones y apreciaciones

Pongamos León en vez de Fukushima, de verdad, intentemos imaginar la copla, y que Madrid haga de Tokyo, claro, por aquello de la zona más poblada cercana. Echémosle todavía más fantasía al asunto e imaginemos que esa misma central, la de León ha sido afectada por un tsunami ahí toda ella casi en el medio de la península, o un meteorito, es igual, se trata de ponerse en situación, seguidme el juego.

Tendremos, pues a una serie de trabajadores de Iberdrola jugándose la vida cada día por arreglar el tinglado y digo yo que alguien cercano a Zapatero se encargaría de salir en la tele cada poco contando las noticias, tratando de dejar claro que en realidad en Madrid se está seguro, que los que tienen que marcharse pero ya mismo, son los que quedan a la altura de Ponferrada, que son los que la guardia civil ha evacuado ya por Salamanca y alrededores.

Los gabachos estarían poniendo el grito en el cielo porque les pilla cerca el desaguisado que una vez más han preparado sus vecinos los de la siesta y todo el mundo en general opinaría y criticaría la mínima noticia que saliese en TVE1, o la primera como se llama ahora. Habría miles de programas de expertos en energía nuclear que ayer resulta que lo eran en la ley Sinde y antes de ayer en controladores aéreos, poco tardarán en conocer los amoríos de Gadafi a la que claree.

Y de mientras, tres millones de personas en Madrid con sus trabajos, con sus familias, con sus vidas. Tres millones de tipos a los que les dicen que en León la cosa no está para bromas, pero que en el peor de los casos a ellos no les pillaría si el asunto se fuese a tomar vientos, o eso dice Zapatero en la tele porque en el resto del mundo no dan un duro ni por León, ni por Iberdrola, ni siquiera por Barcelona que aunque pilla a desmano de todo, allende los mares se mete todo en el mismo saco y ya son todos los españoles los que no tienen ni un ápice de cordura. Y el resto del mundo erre que erre diciendo que esos tres millones de pobres desgraciados no tienen sentimientos, que no tienen alma por seguir viviendo en sus casas de Madrid cuyas hipotecas se siguen pagando por seguir yendo a la oficina que queda cerca de la Puerta del Sol a mano derecha, que son unos dementes por aparentar normalidad saliendo a la calle los fines de semana ahora que es primavera y ya no hace tanta rasca, que habría que encerrarlos a todos por no haber dejado todo por un cortijo extremeño entre Badajoz y Olivenza.

Pero claro, uno está en su casa un sábado en pijama y se asoma a la calle y todo está igual, y el vecino que siempre ha sido un tío raro, nos enseña un medidor de radiación que ha comprado por internet y allí los numeritos marcan siempre lo mismo, que lo más raro que pasa es que no queda un guiri por la calle porque escamparon todos a la que Pedro Piqueras dijo cuatro palabras clave estilo película de la Jovovich. Uno, que no es tonto, seguro que no se fía ni de Zapatero ni de la madre que parió a Iberdrola y a su torre de Bilbao, y está atento desde su casa de Torrelodones a toda esa información de León que, por lo visto, el PSOE no quiere contar del todo, con el coche lleno de gasolina e intenciones de pasarse el 110 de las autopistas por el sobaco al mínimo indicio serio de que desayunar en La Latina aporta más microsieverts de esos que colesterol.

Pongamos que así estaría uno de Madrid, sinviviendo su rutina entremedias de todo este percal, yendo a trabajar todos los días pero recorriéndose cada mañana las noticias para ver si por fin dicen que en León se puede dar el asunto por finiquitado y que las galletas de Cuétara se pueden seguir mojando en vasos de la central lechera asturiana.

Y mira tu que tendría guasa que a este hombre, que bien sabe lo que hay, que la ciudad sin iluminar cada noche le recuerda que la percepción de normalidad es más tema de apreciaciones propias que de realidades, le viniese uno de Tokyo a contarle cómo está Madrid, que los que se quedan se suicidan un poco más con cada día que pasa, que se lo ha dicho su vecina de Shinbashi, que por no quedar, no queda ni agua y que bien sabe él, que lo ha leido en el Yomiuri Shinbun, que la radiación está hasta en los cerezos en flor, si los hubiese por la capital, claro, que de normalidad nada, monada, que él, que se documenta una horilla todas las mañanas a base de periódicos online y comentarios del menéame.jp, tiene las cosas mucho más claras que el de Madrid, que vive allí con un ojo atento al hilo que cuelga de la lámpara para saber si es otra réplica de los cojones o su imaginación que le ha vuelto a traicionar porque el miedo en el cuerpo está lejos de querer irse.

Pero pongamos eso. Pongamos que hablo de Madrid.

Ikugrullas por Japón

Le hemos dado muchas vueltas a esto, no os podeis hacer a la idea de cuantas. El asunto parecía tener lógica desde el principio, pero viendo la que esta cayendo, nos hemos tomado tiempo para pensar si lo hacemos o no con calma. Hay tanta gente que se está dedicando a dar por el saco a la mínima que ya hasta uno se piensa si hacer o escribir ciertas cosas o no.

También hemos metido a los amigos, a base de emails-encuesta les hemos preguntado que les parecería si lo hiciésemos y casi ha habido unanimidad, son amigos, así que hemos tomado esa respuesta como la muestra perfecta del tipo de personas a la que queremos llegar con esto.

A ver si soy capaz de contarlo bien: habíamos pensado que deberíamos aportar algo para los afectados por el terremoto y el tsunami del norte, no solo lo de ahorrar electricidad y dar dinero a nivel personal, sino meter a Ikusuki tambien en el ajo y asi intentar que más gente se suba al carro de las donaciones desde allí.

Curiosamente, el último diseño que sacamos va de una grulla hecha de papel que mira con miedo a la tormenta por venir mientras protege a sus dos crías, todas de papel.

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Existe una leyenda japonesa que dice que si haces mil grullas de papel, se cumple algo que quieres que pase, es desear tanto que se cumpla lo que no está en nuestra mano, que uno decide dedicar tiempo, esfuerzo y constancia en crear algo a cambio.

Por eso hemos elegido esta camiseta para lo que nos proponemos, que es donar 5 Euros por cada una que se pida al fondo de la Cruz Roja de Japón que está haciendo lo humanamente imposible por asistir a las víctimas del terremoto y posterior tsunami en el norte.

En otras palabras, significa que las ganancias de las ventas de ésta camiseta serán donadas integramente mediante transferencia bancaria.

Si tienes un blog y te parece buena la idea, quizás no te importe poner el banner que hemos creado para esto, cuantas más gente lo vea, más camisetas podremos enviar y más dinero se recaudará:

origamiJapon.png

Lo de pensárnoslo tanto si hacerlo o no es porque habrá quien diga que queremos aprovecharnos de la situación… allá cuidaos, no se puede estar siempre así, se mire como se mire, el resultado va a ser más dinero para la asociación, lo demás nos da igual ya. Nuestra intención es abrir un canal más que quizás resulte más atractivo para los indecisos: te llevas una camiseta que pagas al precio de siempre, pero sabes que a la vez estás donando parte de ese dinero para algo que merece la pena. Nosotros en este caso no ganamos nada más que la satisfacción de saber que quizás conseguimos reunir una cantidad de dinero significativa que ayude de alguna manera al inmenso trabajo que están haciendo allá arriba.

Las cosas claras: iré actualizando esta entrada con la lista de los pedidos, publicaremos el resultado de las ventas, el dinero recaudado y yo haré la transferencia personalmente desde mi cuenta de UFJ en Japón grabándolo en vídeo para que se vea claramente que el dinero correcto va donde tiene que ir.

La camiseta se puede pedir como siempre desde la web:

Ikuorigami Chica
Ikuorigami Chico

Con camiseta y sin ella, recordad que la mejor manera de hacer donaciones para ayudar sigue siendo a través de la página que creó Google:

Google Crisis Response – Japan

Siempre se dice lo mismo en estos casos, pero es cierto: lo que podamos aportar cada uno, por poco que sea, seguro que ayuda.

:ikugracias:


Recuento
(Martes 5, 09:30 hora de Japón)
83 camisetas x 5 = 415 € (49.613 円)

1 para Mailu de Irún
1 para Emilio de Madrid
1 para David de Barakaldo
1 para Marta de Tarragona
3 para Sara de Barcelona
1 para Iván de Madrid
1 para Raquel de Toledo
1 para Erick de California
2 para regalo que nos callamos pa no chafar la sorpresaca
2 para Blanca de Madrid
1 para Lara de Jerez de la Frontera
1 para Cristina de Huelva
2 para Vanessa de Reus
1 para Anartz de Errenteria
2 para Asier de Bilbo
2 para Asela de Gasteiz
1 para Lucía de Leioa
1 para Goyo de Balma
1 para Eneko de Bilbo
2 para el tito Robe de Madrid
2 para Iker de Errenteria
1 para Bárbara de Barcelona
1 para Irene de Urretxu
2 para Alexander de Oiartzun
1 para Milagros de Galdakao
1 para Joseba de Balma
1 para Jose Antonio de Alozaina
1 para Raúl de Madrid
1 para mi brother de Madrid
1 para Mila de Cartagena
1 para Javier de Bilbao
1 para Ainara de Leioa
1 para Gema de Madrid
1 para Santi de Alicante
1 para Jota de Valencia
2 para Jorge de Sondika
1 para Iñigo de Bergara
1 para Xavi de Barcelona
1 para Domingo de Tenerife
1 para Juanita de Bilbo
1 para Natali de Madrid
1 para Asier de Bilbao
1 para Willy de Hernani
1 para Susana de Ávila
1 para Marisol de Donosti
1 para Ana de Barcelona
1 para Yolanda de Tarragona
4 para Neki de Balma
2 para Rosi de Portu
1 para Diana de Madrid
2 para Natalia de Madrid
1 para Carlos de Balma
1 para Cosme de Gorliz
1 para Laia de Madrid
1 para Ramón de Bilbao
3 para Aitor de Valladolid

Gente en Japón
1 para Sara
1 para Carlos
1 para Alain
1 para Rodri
1 para Héctor
1 para Antonio
1 para Miwa
1 para Pablo
1 para ArgenJapón

Ha habido gente que dice que ha pedido alguna, pero a nosotros no nos han llegado más pedidos que los que veis aquí, si no estáis en la lista, por favor, confirmad que habéis contestado al email automático que os debería haber llegado o si no haced el pedido de nuevo a través de la web. Si alguien de Tokyo o alrededores quiere, me van a enviar un paquete con el pedido en una semana más o menos, pedidlas igualmente por la web y yo os las paso aquí. (Y de paso cuando quedemos, nos tomamos unos algos!)

Banners y menciones en blogs

Dos mineros en Japón
Okaminohime
Waiting for Oboro
Hipérboles Parabólicas
El blog de una ignorante
Forced to confess
Everymiau
De Vitoria y Vitorianos
Una cabeza mal amueblada
Poma i pera
Ikitaiiii – Diario de un viaje
En el ojo una cámara
Nihon Taijitsu
La nere y el Lorco
Después del temblor
Neki
JuanRonline
El vlog de Xavi
El Pachinko
Denetarik, apur bat
Ikken Hissatsu

¡Millones de gracias!

Conversaciones de desástrofe

¿Tu no te vas a tu país? -me dice la señora de la limpieza de la oficina
Pues por ahora no, casi ninguno de mis amigos está en Tokyo, da miedo, ¿eh?.
Yo tampoco me voy, prefiero seguir trabajando como si nada. Pero tu a mi no me engañas, tu no te vas por una que me se yo que me han contado a mi.
¡Y bien claro que lo tengo!
Por cierto, deja de tirar lo del té usado en la papelera de tu sitio que luego chorrea la bolsa y es un asco, tiralo aquí en el cubo este, hombre
Ostras, vale vale, entendido, perdón!


En la reunión semanal del equipo, el jefe nos habla sobre el agua:
Que sepáis que están analizando el agua del grifo y que han encontrado que está contaminada en cierto grado, en principio no debería haber problema más que para los bebés, pero mejor evitar beberla por ahora si se puede
Y hervirla es peor -brinca el canadiense parlapuñaos tolosé- porque si la hierves, el agua pura se evapora y lo que queda tendrá todavía más concentración de elementos nocivos en cierta… bla bla bla ble ble blu blu blubú … (5 minutos explicando el origen del universo según san Chapalere Bailón)
¡Pues ale, a beber todos cerveza como locos! -digo yo interrumpiéndole mientras todos se descojonan
Pero la cerveza también se hace de agua al igual que el agua mineral embotellada y …
¡¡Pero nos reiremos más, que aquí lo que hay que hacer es reírse más y analizar todo menos!! – le interrumpo de nuevo antes de que empiece otra vez a despejar ecuaciones aquí rantamplán.


En Karate, una señora mayor con la que siempre hablo mucho, se sorprende de verme en la clase:
¿No te vas a España? ¡tus padres tienen que estar preocupados! ¿estás bien?
Yo estoy bien y ahora mi familia también, pero es que menuda imagen que han dado allí en las teles y los periódicos de lo que está pasando aquí. Fíjate, un periódico decía desde que en Tokyo había terror y no quedaba nadie hasta que los japoneses no lloráis…
Si claro, y tampoco meamos, somos aliens -dice riéndose a carcajada limpia, después se pone seria- ¿De verdad que escriben esas cosas? ¿esa imagen damos?, vaya. Bueno, todavía tenemos que tener cuidado con todo, tu llama mucho a tus padres para tranquilizarles, ¿eh?, y no cojas frío que te resfrías.
Si les llamo si, ¡gracias por preocuparte siempre!
Porque soy la madre de todos vosotros -repite riéndose, una vez más.

A la salida me está esperando con un paquete de caramelos «buenos para la garganta después de hacer gárgaras»


En la cafetería de la ofi, mientras hacemos cola para calentar el taper en el microondas:
Oskar, what’s up with the toilet paper? -me dice un compañero chino- porque yo puedo entender que no haya arroz ni pan, que la gente se aprovisione de agua, pero ¿porque hay escasez de papel higiénico?
Pues lo mismo si te envuelves con él, no te da la radiación, vete a saber!
Yo recuerdo -dice la chica japonesa que tiene la vez en el microondas- que cuando era pequeña pasó un desastre parecido y en aquella ocasión no quedaba papel higiénico en ningún lado, me da a mi que la gente se acuerda de aquello y por eso procuran tener en casa, aunque son otros tiempos y no hace falta, ¿verdad?
Anda que curioso, pues tiene sentido -le digo yo mientras meto mi peazo taper con arrozico a calentar


Después de una media hora haciendo cola para llenar la moto en una gasolinera (ya no hay colas, esto duró una semana más o menos), llego a la parte de delante y el señor de la gasolinera me enseña un cartel escrito en japonés:
This, 2000 yen, limit limit, no more no more
Ah si -le contesto en japonés- pero la moto nunca me ha costado llenarla más de 1000, así que sin problema
Jodo que bien hablas japonés -me halaga como siempre y no me lo creo, también como siempre- vale vale, es que no nos dejan daros más gasolina, lo siento mucho, ¿eh?, y que hayas tenido que esperar… – y me hace unas cuantas reverencias de tipo 2 (más estilo cuello que cuerpo).
No no, si ya digo que a mi plim catamplim, además con el pedazo de día que hace ni me importa, mejor aquí en la calle que en la oficina.
Ah que trabajas aquí? sugoi ne, eres profesor de inglés, no?
No no, buff, inglés, menudo panorama, que va, soy rascateclas haciendo webs y eso pero vamos que lo estoy dejando
Él se ríe mucho, muchísimo, tanto que entiendo enseguida que no ha entendido nada de mi patético y ortopédico intento de sonar gracioso en japonés, pero aún así se descojona por no preguntar, la de veces que habré hecho yo eso al cabo del día.
Ala, ya te toca, por favor conduce con cuidado y gracias por esperar
Gracias señor, que vaya bien!


Pues dado que quedáis cuatro extranjeros en Tokyo -me dice mi amiga la camionera mascatabacofijo que sales cualquier noche y triunfas un montón, a nada que digas que no tienes miedo y te hagas el guay
Jodo, pues miedo claro que tengo!! pero vamos, que paso de bares y salidas nocturnas con la que está cayendo
¿Qué pasa? ¿que la radiación te ha vuelto gayer?


En una conversación por chat con un «amigo»:
Te he visto en la tele tío, y en el periódico, salías ahí explicando todo en plan campechano, ¿estás bien? ¿todo bien?
Si si, todo bien, no tengo muy claro que han sacado y que no, yo he visto algunos vídeos, pero no te creas.
Bueno, pero de verdad, ¿todo bien? ¿necesitas algo? ¿puedo yo hacer algo desde aquí?
Gracias gracias, no te preocupes, a parte de acojonadico, estoy como siempre, con mis gaitas
Pues es que en la tele… ¿tío, que coño te ha pasado en el pelo? ¿de donde han salido esas entradacas?
¡¡¡serás cabrón!!! ya me parecía a mi raro que me hablases por aquí y más que te interesases ni media por mi, peazo de hijofruta, marcha por lo segao!!! cabrón!!

Ikubiblia: de comercios y bebercios

El viernes pasado, algo así como un par de horas antes del terremotaco, publiqué esta entrada y la quité seguido para tratar de poner algo en esos momentos y por lo menos tranquilizar a los amigos y familia si les diese por venir aquí a ver el percal.

Hoy, semana y pico después creo que ya va siendo hora de olvidarse lo antes posible de toda esta gaita y seguir adelante con la mayor normalidad posible. Republico, pues, la entrada tal cual estaba con los comentarios hasta el momento y hasta los deseos de buen fin de semana. Paso página, no quiero saber nada ni de aviones-farsa del Gobierno medio vacíos, ni de Shinkansens pa pirarse lejos de Tokyo a la mínima, ya ni me va ni me viene.

Vámonos.


A partir de hoy declaro oficialmente que estoy en primavera mode, que lo sepáis.

Después de la entrega de los transportes y la de los trámites cansineros, vayamos con la siguiente entrega de la ikubiblia. En el fascículo de esta semana:

Comida y bebida
:gustico:

Al lío!

– El pan no se come como lo hacemos nosotros al hurgue acompañando a cualquier comida, sino que es un postre, por lo que la mayor parte de las veces lo verás con algo para untar como mermelada o mantequilla o así, raro será que comas pan «crudo» con la comida. Es más, salvo honrosas excepciones de maeses paneros como el de la estación de Meguro, raro será que encuentres pan decente en alguna panadería, el día que cruje el currusco, yo doy palmas.

Aunque gracias a la receta de la madre del Chiqui, que hay que ponerle tres altares ya, nos hacemos el pan nosotros y bien bueno que está!

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– El arroz se lava mucho antes de cocinarlo, pero mucho mucho, hasta que el agua no sale blanca del almidón (se podrá usar pa las corbatas? ein? ein? ahí lo dejo, dale vueltas). Una vez cociné una paella a una amiga y como me vió que no había lavado el arroz, me ponía caras raras mientras decía «está bueno, está bueno». Yo creo que le estaba dando más asco que a un franchute dar las gracias.

– Cocacola saca más dinero en Japón vendiendo botellas de té o café que cocacolas, es más, en las máquinas expendedoras de la marca suele haber la de toda la vida, la zero, y por lo menos el doble de tipos de cafés y tés.

– Un menú del día típico en Tokyo vale entre 600 y 1000 yenes. Nada más entrar te servirán agua o té y te darán toallas húmedas que estarán calientes o frías dependiendo de si es invierno o verano respectivamenteishon. No es raro que haya menús settos con ensalada o arroz, café y algún postrecico. También es habitual la opción de «omori» que significa «más ración»; pagando un par de cienes de yenes más te ponen más cantidad. Hay muchos restaurantes que te dan una tarjeta de puntos y te ponen un sello, cuando llegas a diez, comida gratis.

– En el Mister Donuts tienes cafehodai, vamos, que si pagas donut más café, te rellenan el café todas las veces que quieras, ya te bajarán de las paredes con la escoba luego si eso.

– En el Krispy Kreme Donuts si hay cola, te dan un donut gratis pa que vayas zampando mientras esperas. En los izakayas te sacan un aperitivo de primeras, el que ellos quieren, pero te lo cobran, es raro que les digas que no lo quieres y acepten, aunque no suele pasar de los 300 yenes.

– El Domino’s pizza acaba de abrir web en inglés, así que ahora ya es tirado pedir por internet para los guiris aunque de siempre ha habido pizzerías hasta con aplicación pal iPhone y todo. Las pizzas aquí, por norma general, son caras de tamagos y la mitad de gordas que las que estamos acostumbrados nosotros. Es habitual mezclar en la misma pizza dos estilos, en plan mitad de carne y mitad de cuatro quesos. Otras típicas son Pizza Hut, Pizza-la. No es rara la salsa teriyaki, ni en las pizzas ni en las hamburguesas.

– En Tokyo se puede pedir prácticamente de todo para llevar, desde arroz con curry hasta ramen que te viene en un bol con tapa de plástico, incluso sushi que llega en perfectas condiciones. Es bastante habitual en barrios que te lleven un menú completo con su arroz, su sopa miso, sus platos de carne y pescado… y luego cuando acabas de zamparte todo, simplemente dejas la bandeja y los platos en la puerta de la calle y pasan haciendo la ronda a recogerlo después.

¿Y sabes que, Julius? Tienen la misma mierda que aquí, pero hay pequeñas diferencias… se puede pedir cerveza en los cines. Bueno, cerveza y patatas fritas estilo McDonalds, alitas de pollo estilo KFC, Doritos con queso estilo Doritos con queso, sandwhiches y hasta perritos calientes con su salchicaca ahí entrepanada. Eso si, el cine es caro, el doble que lo que nos cuesta a nosotros, y pa más albricias y regocijos: se ve en versión original con subtítulos en japonés. Retémonos, amigos, retémonos!

– Los paquetes de chicles te vienen con un taco de lo que parecen minipostits, pero en realidad son para que envuelvas el asunto cuando te canses de rumiar. Guille y Nere documentaron aquí el asunto. Yo algo parecido aquí.

– Hace un huevo que cerraron, pero desde hace poco han vuelto a abrir Burguer Kings en Tokyo, pongamos que hay uno por cada trescientos cuarenta y siete McDonalds. Las hamburguesas son más grandes, aunque apenas hay diferencias con los Burguer Kings de Bilbao salvo en el precio, mientras que allí el precio es más o menos el mismo que en el McDonalds, aquí son un poco más caros.

– Un menú McDonalds con patatas y bebida vale 640 yenes, el equivalente en el Burguer King sale por 810, en el Moss Burguer por 850, en el Lotteria por 650 y en el Kua’aina por 1080. A este vamos siempre al acabar el Parkour pa reponer sales minerales.

– Un onigiri, la bola de arroz con cosas dentro envuelta en alga y los nikumanes valen entre 100 y 200 yenes, un sandwhich mixto 240, y si tiene algo de sustancia como carne o jamón york medio decente pasa de 300. Onigireemosnos, amigos, onigireemosnos.

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– Hace un par de meses abrieron el primer Hooters de todo Japón en Tokyo. Ni confirmo que he ido, ni descarto volver.

– Por una de esas normas de educación no escritas, nadie come en el tren o metro urbanos. Bueno, siempre hay algún rascayú, pero no es lo normal, en cambio si uno coge un tren con un trayecto un poco más largo, lo raro es no ver a nadie con un obento. Después de unos cuantos, diría que es lo que le da vidilla al viaje!

– En Tokyo hay por lo menos un Papabubble y un Cacao Sampaka. En Shibuya había una Chocolatería San Ginés pero la han chapao y dicen por ahí que no hay más… ¡mentira cochina! hay por lo menos otra en Saitama cerca de un Ikea, en Shinmisato (Gracias Onioman!)

– En un combini venden comida preparada que te preguntarán si te la calientan cuando vayas a pagar. Además te meterán la movida separada en una bolsa marrón y el resto en una blanca, para que no se derrita o caliente lo que sea que hayas comprado. A veces te preguntarán si no te importa llevarlo todo junto, aunque es raro que lo hagan. También te meterán unos palillos y algunas veces, una servilleta húmeda. Cerca de la salida siempre hay un perolo de esos que mantiene el agua a punto de hervir para que te hagas tus sopas / noodles allí al momento.

– En los supermercados no te lo calientan, pero es normal que haya microondas cerca de la salida donde te lo haces tu mismo puesto que en la gran mayoría existe una sección de comida ya cocinada. En el de mi barrio hacen pan y hasta sushi ellos mismos y toda la pesca! (o con toda la pesca, más bien).

– En los trenes de trayectos, digamos, extraurbanos, es normal que pase una chiquita con un carro lleno comida y bebida vendiendo por los vagones estilo avión. En los Shinkansens es todo un clásico. Ahí también te venden alcohol.

– Existen platos donde el pescado crudo está tan fresco que se mueve, yo he comido dos veces aunque me sigue dando rollo. No es normal, no os preocupeis ni un poco así cuando os metáis en un restaurante. Además, en cuatro años, a mi nunca me ha pasado nada por comer sushi, ni sashimi y eso que a la semana es habitual que coma por lo menos una vez.

– Las réplicas de los platos de plástico en Tokyo, ¡todo un clásico!, ¿cómo se me ha podido olvidar esta? (gracias Noemi!). En las entradas de muchos restaurantes, ojo que no todos, hay réplicas de lo que te sirven hecho de plástico, está tan bien hecho que da hasta hambre. A los extranjeros nos viene de perlas para pedir sin saber japonés. Estas réplicas, por cierto, las puede comprar cualquiera en calles como la Kapabashi dori de Asakusa, pero valen un dineral…

– En las estaciones grandes de Tokyo como Shinjuku, Shibuya, Ikebukuro, Albacete, Lorca o Aranguren existe el «depachika», normalmente una planta por debajo de la estación donde suele haber un supermercado, muchas tiendas de comida ya preparada para llevar y todo tipo de tenderetes de postres. Al final del día hay auténticos chollos, si vas cerca de las ocho que es cuando suelen cerrar, lo que queda está muy rebajado de precio. De la misma manera, las dos últimas plantas de estos edificios están llenas de restaurantes, normalmente una planta es de precios asequibles (unos 1000 yenes el menú), y la de encima restaurantes más sofisticados y elegantes como lo somos nosotros por dentro aunque lo enseñemos poco.

– La bebida más consumida en Japón, que he contado yo a los bebedores uno por uno, es la cerveza. Hay cinco marcas principales: Asahi, Kirin, Ebisu, Sapporo, Suntory y luego está la Otaru de Hokkaido y la Orion de Okinawa. Normalmente la copla empieza con dos o tres cervezas en jarra para pasar a nihonshu u otros licores más fuertes.

– Existe un tipo de cerveza llamado «happoshu» que contiene menos malta con lo que el sabor es más suave. Recientemente también existe el «Shin Janru» o «New Genre» que son cervezas directamente sin malta. Ojo al asunto: el gobierno cobra impuestos dependiendo de la cantidad de malta de las bebidas, como estas cervezas tienen poco o no tienen, son mucho más baratas.

– En invierno es muy popular el «atsukan», que no es una marca de sake japonés como he leido por ahí (señor, dame pacienciaaaa y quítame biliiiiiis), sino el nombre que se le pone a beberse el nihonshu caliente. Lo suyo es que te lo calienten metiendo la botella en agua hirviendo al estilo baño María, pero también lo suelen hacer en el microondas. Hay dos razones, la primera es obvia: calentarse uno por dentro, y la segunda es para que sea tolerable beberse un sake malo… Por cierto, es peligrosísimo, uno se cree que está bebiendo té o algo así y te entra genial, pero te pillas unas peonzas importantes sin quererlo! wooooooo

– La comida japonesa a parte de ser más sana que una manzana, tiene un montón de platos típicos que degustar. Aunque existen restaurantes específicos de sushi o de ramen, en un izakaya es habitual que haya de todo, así que yo recomendaría ir a uno si se quiere probar un poco de todo. Por supuesto, un buen restaurante de sushi no tendrá rival izakayense. Cadenas típicas de izakaya son: Doma-doma, Ooto-ya (gracias German!) Watami, Hibiki, Ginza Lion aunque luego hay mil millones de ellos llevados por familias. Molan todos.

Por cierto «Izakaya» yo pensaba que significaba literalmente «sentarse en un bar», pero aquí va una explicación mucho mejor del término y del origen (gracias Ramón!!):

“Sakaya” es tienda de licores. Se compone de “sake” (sake o bebida alcohólica en general) y “ya” (tienda). La “i” inicial es la raiz de “iru” (el verbo estar). Así que, literalmente, “izakaya” es tienda de licores de las de estar, como opuesto a las sakaya normales en las que no te quedas, sino que te llevas el morapio para degustarlo en la intimidad de tu casa.

Dicen que se inventaron en la época Edo. Antes no había. Por lo visto, a alguno se le ocurrió comprar sake y bebérselo allí mismo, porque tenía mucho mono o porque no quería que se enterara la parienta. El vinatero vió oportunidad de negocio, empezó a vender también algún pincho…

– Hay unos cuantos tipos de tés japoneses, sólo verdes tenemos: Matcha, Kokeicha, Sencha, Bancha, Gyokuro (el más caro, cultivado a la sombra), Genmaicha (mezclado con arroz inflado)… luego están el Hojicha, el Kukicha, el Mugicha… el blog de Jordi Hurtado tiene posts de todos los tipos, echadle un ojo.

– En las máquinas de bebidas hay incluso hasta botellas con mezclas de cuatro o cinco distintos. El Hojicha apenas tiene cafeína así que suele ser el más consumido por niños. Akira me contó además que su mujer cuando estaba embarazada sólo bebía de este. En los campamentos de verano de Karate al acabar los entrenamientos, nos dan Hojicha en vez de agua.

– Una curiosidad: la ceremonia del té es una actividad extraescolar más, tengo amigos que «lo dieron» en su día, aunque luego no siguieron con ello.

– La peña hace un ruido, digamos, poco grácil, cuando come fideos, es costumbre y no es de mala educación así que no os quedéis mirando con cara de ñús, esto es así y a la que os queráis dar cuenta, estareis vosotros haciendo el mismo sonido acuofestivo o peor. Es cultura: nosotros tenemos el unte, y ellos tienen el sorbe. Multiculturemosnos, amigos!

– Algunos platos japoneses típicos son: Domburi, Okonomiyaki, Curry, Ramen, Sushi, Sashimi, Gyoza, Sopica Miso, Tofu rico, Gyudon, Yakitori, Soba, Nabe, Natto, Tempura… buff ni sé, paro ya, pero todos cojonudos. Aquí ahí algunas descripciones y fotos.

– Tipos de bebidas japonesas tenemos la omnipresente cerveza, el nihonshu, el umeshu o licor de ciruela, el shochu de entre 20 y 30 gradicos de la risa, el whisky japonés y el awamori de Okinawa que dice Santi que se pilló un moco bueno con él (gracias Santi!). Después también todo tipo de licores con sabor a frutas llamados Chuhai que beben las chicas y los faltos de virilidad.

– Hay máquinas que te venden cerveza y sake en la calle, pero muuuuy pocas, menos de las que quisiera el lorco. Curiosamente, no inflan los precios.

– Cuando se bebe alcohol, lo normal es servir siempre a los compañeros y nunca servirse uno mismo. Al principio se te hace raro, pero te acostumbras a que te llenen el vaso y llenas tu el de los demás sin darte cuenta. Cuando te están llenando el vaso lo suyo es que lo cojas con la mano y lo inclines debajo de la botella, no que simplemente te quedes mirando. También es de mala educación beber antes del brindis inicial o Kampai. Ojo! no decir «chinchin» que significa rabo!

– Existe el paraíso y se llama nomihodai, mayormente barra libre durante un tiempo limitado. Tu pagas sobre 3000 yenes y puedes beber lo que quieras durante dos horas o por ahí. San Pedro y el Papa, además, miran para otro lado. El camarero te avisa cuando es el «last order» en el que el hombre suele tener que venir con dos o tres bebidas para cada uno, trivializando mucho los conceptos «último pedido» y «límite de tiempo».

– La otra variante es el tabehodai, todo lo que puedas comer durante un tiempo determinado. Esto es habitual en restaurantes de shabu shabu o yakiniku donde te cocinas tu el tinglao en una cazuela o en una plancha, pero puedes ir pidiendo más y más carnaca según te la vayas zampando. A veces se combina y a veces no con el puto anterior, en cualquier caso es recomendable posponer el análisis médico por lo menos una semana, si tocase por esas fechas. Eso sí, hay sitios donde si no te comes todo lo que has pedido, te hacen pagar una penalización, más que nada para no pedir demasiado a lo loco.

– Lo de las formas a la hora de comer no debería obsesionar a nadie, insisto una vez más en que aquí la peña es bastante normal. Pero no está de mar saber que normalmente no se pide un plato principal para cada uno, sino que se comparte lo que se pide y que si estás con gente desconocida, lo suyo es que le des la vuelta a los palillos y cojas lo que te vayas a comer con la parte que no te has metido ya a la boca. Pero vamos, si no lo haces es igual, no te van a quitar el visado y fijo que no le importará a nadie, lo que realmente importa es disfrutar de la comida y de la compañía!!

いーたーだきまーす~!
:cocinicas:

– Antes de comer se dice el «itadakimasu» y al salir del restaurante se dice el «gochisosama». Lo primero sería «que me aproveche y me haga grande y fuerte» y lo segundo «taba tó mu bueno, señor».

:ungusto:

– En San Valentín no se regalan bufandas, sino chocolate y sólo la chica al chico. Después toca devolverlo un mes después en teoría con creces en lo que se llama «White Day» que lo mismo sale nublao y no paramos de equivocarnos. Lo del girichoco y toda la gaita esa la dejamos pa los blogs aburridos, yo siempre que he regalao ha sido a gente majísima y porque me ha dao la gana.

– Ojo a una rápida búsqueda de restaurantes de Ramen en Tokyo en Google Maps. Seguramente faltarán la mitad.

– Tanto en épocas de hanamis como de hanabis, muchas tiendas de los alrededores, incluyendo combinis, supermercados y restaurantes, ponen puestos en la calle con tapers ya preparados de todo tipo de comida y millones de latas de cerveza sumergida en bañeras con hielo. Aquí mira si, aquí los precios se hinchan un huevo. Una buena sería hacer tortillas y pan y venderlas… mira mira, ahí ahí va a estar la clave pa dejar de rascar teclas!

– En los supermercados de aquí se encuentra prácticamente de todo, raro es lo que no haya en uno u otro lado, así que entre eso y los alijos que llegan de las Hispanias, nos montamos algún que otro sarao pa quitar morriña…


Hasta aquí el post y otia, ¡¡la semana!!.

Y como siempre, todo lo que se me haya pasao o las mentiras que me hayais cazao, me lo contáis y edito – corto – pego – doy gotelé!

:gambi:
Buen finde!

Viernes, 18 de marzo del 2011

Anda, mira tu, viernes otra vez. Hace un par de horas que hizo 7 días del mayor terremoto registrado en Japón y uno de los más grandes de la historia. Una semana ya, y aquí estoy, en el mismo sitio, delante del mismo ordenador. Hay que ver, nadie diría que pasó nada.

Todo parece estar igual, pero mi corazón no, ése no es el mismo, tiene miedo, está más a lo de fuera que a lo suyo, no ha vuelto a ser el tipo tranquilo y campechano que era, veremos si a fuerza de latidos se arregla aunque me da a mi que ya nunca volverá a ser el de siempre.

Yo le digo que tuvimos suerte de vivir el terremoto en el lugar del mundo mejor preparado para que pase tamaña locura. Fíjate, le digo, 9 o por ahí en la escala esa y los daños en Tokyo son de risa… Es igual, no se fía un pelo ya de mi, él prefiere sentir las cosas a su manera, dale tiempo.

No quiero quejarme, es casi al revés. No tengo derecho a quejarme porque en el norte es donde está la verdadera tragedia. No en la central nuclear ni en la falsa escasez de alimentos o gasolina de Tokyo, sino en todas las víctimas de allá arriba, los hogares desaparecidos, el invierno al cuadrado que sufren los que quedan, los trabajadores de la central, sus familiares, los refugiados, los voluntarios…

Lo mío, lo nuestro aquí en Tokyo no ha sido más que un susto, se ponga como se ponga quien se ponga, sean paisanos aquí o periodistas allá. Nunca nos ha faltado de nada y tampoco hemos estado en peligro serio prácticamente en ningún momento desde el viernes. Sustos muchos, por las réplicas, por la confusión e incertidumbre, pero sobretodo por el miedo que nos ha metido en el cuerpo la prensa y la televisión extranjera. Y claro, menudo percal, ponte tu a tranquilizar a una madre, a contarle que no pasa nada mientras que todo el mundo a su alrededor habla de poco menos que Chernobyl, que nadie sabe exactamente lo que pasó allí pero fue horroroso seguro. A una madre no se le vienen con cuentos, una madre quiere que te vayas lo más lejos de lo que sea que fuese que haya, y a poder ser cerca de ella para poder darte besos y decirte cosas de madres, porque es lo suyo, que no andes descalzo, que el suelo de la cocina está frío.

Pocos de mis amigos quedamos en Tokyo una semana después, no por no sentirnos seguros, sino por tranquilizar a familias que se estaban dejando las uñas y las lágrimas al teléfono cada día y que prefieren saber que estás lejos de todo posible peligro, que cuando el río suena, agua lleva. Aquí van mis respetos por todos y cada uno de ellos, sé que la mayoría se han ido contra su voluntad, os espero a la vuelta, traed jamón, pipas y tebeos de Mortadelo. Yo sigo bien, ahora que esto ya lo sabéis de sobra, porque vosotros tambien estabais igual.

Hoy viernes, después de la semana más mentira de mi vida, se vive Tokyo con más normalidad si cabe. Hay colas para echar gasolina, por la tremenda demanda y el cierre de algunas refinerias debido al asunto del tal Richter este, las tiendas siguen cerrando antes y apenas hay farolas encendidas por la noche para seguir ahorrando la energía que Fukushima ya no provee, ni proveerá en mucho tiempo. Sigue habiendo réplicas, temblores a veces fuertes y a veces suaves, pero que dan mucho más miedo que hace 7 días, nunca volverá a ser lo mismo para ningún otro corazón tampoco.

No hay caos, hay compañerismo, hay preocupación que nunca será exagerada por el norte, por la verdadera catástrofe, hay admiración por los trabajadores de la central, por el tal Edano, el portavoz del gobierno que no se sabe si ha dormido en días, hay campañas para ahorrar electricidad, para donar dinero, para ayudar lo que se pueda. Hay un pueblo volcado con los suyos haciendo caso omiso al mundo que se empeña en hundirles todavía más. Ellos no lo sentirán, pero yo si: vergüenza ajena, y de la gorda.

Yo quiero descansar, coger este fin de semana largo de tres días y abrazar a quien aquí se deja que la abrace, y reírme de todo con cervezas al calor de los amigos que queden. Comer mucho y de lo malo, pasear por las pupilas de las gentes del Tokyo que me acogió hace cuatro años y seguir atento a los cerezos que me da a mi que vamos a ser muchos más los que este año lloremos cuando se tornen blancos. Poco les tiene que quedar ya.

Después, con el tiempo, saldrán solas las dos espinas, ahora es mejor no tocarlas, que se infectan:

La de la embajada que no nos contactó, que no movió ficha por casi ninguno de nosotros, que al desaparecer en medio del desastre nos dejó un claro mensaje de ahí os las compongáis solos. Ese gobierno que sólo empezó a tomar medidas muchos días después, cuando algunos medios se hicieron eco de la situación de abandono y poco o nada ya pueden hacer para proveer ayuda real que ya no se necesita.

La de los medios y su absurda y sensacionalista versión de los hechos que, precisamente, hicieron sufrir a nuestras familias tan innecesariamente que no creo que esto deba quedar así. No ha sido bonito veros jugar con el miedo de los míos. Señores: esto es personal.

Pero con esto ya nos pondremos después. Cuando me haya emborrachado tres o cuatro veces y me dejen de durar las resacas.

No llaméis, que no cojo. Amatxu, contigo ya sabes que hablo luego… apaga la tele ya, mujer.

望み

Mientras en España centramos todos los esfuerzos en hacer de la tragedia un disparate, en Japón, una vez más, se da una lección de solidaridad al mundo.

Cabinas telefónicas y wifi gratis, ni se ha planteado la subida del precio de la comida o la bebida, escasa repercusión en el de la gasolina a pesar de la gigantesca demanda inesperada y aunque medio Tokyo está a oscuras por ahorrar electricidad, no hay vandalismo, ni saqueos.

En la televisión tratan de explicar lo que está sucediendo en Fukushima con esquemas, con palabras sencillas para los que no tenemos ni idea de energía nuclear, y no dejan de repetir que, por favor, ahorremos electricidad. Parece que no sólo yo les hago caso, porque casi ninguno de los apagones previstos han sido necesarios, ¿porqué? porque la demanda ha bajado increíblemente.

Ante el vil oportunismo, el alarmismo inútil y el ruido estéril de los necios, cabeza fría, compañerismo y muchas dosis, si, pero de esperanza y optimismo en cada gesto, en cada par de ojos que se me cruzan cada día desde el puto viernes pasado.

Me siento orgulloso de estar aquí.

Información local

Está claro que Japón da la información que da, unos creen que se están guardando detalles para no alarmar a la población y otros que en realidad no saben que están haciendo. Yo no tengo ni idea.

De mi Gobierno no sé nada, la embajada estuvo desaparecida durante tres días en los que dicen que llamaron a gente y después colgaron en un rincón escondido de su amago de página web cuatro chorradas que ya sabíamos todos. Yo sólo conozco a tres personas que si han localizado, el resto no sabemos nada aunque luego salen diciendo que todos estamos bien. Ya no me hacen gracia como siempre, ya es rabia.

Mi familia y amigos están histéricos porque lo que está pasando aquí se clasifica allí como el fin del mundo conocido, dejan noticias catastróficas publicadas en los periódicos y televisiones sin actualizarlas cuando se han solucionado, omiten detalles, ponen las fotos más sensacionalistas posibles… Estoy por leer una noticia buena, y creedme que las hay todos los días. Ahora que somos así, tenemos lo que nos gusta: de la barbaridad de followers que me han salido en twitter por toda esta gaita, la gente retwitea cuando escribo que hay una réplica o un incendio en un reactor, muy pocos lo hacen cuando pongo que se ha extinguido o que la radiación ha bajado.

Los gabachos, precavidos o no, pero gabachos al fin y al cabo, se han pirao. Por lo menos tienen una embajada que les guía de alguna manera.

Yo veo las noticias japonesas y me inspiran tranquilidad, sean o no verdad. A eso le añado que embajadas de países «serios» como los EEUU o Inglaterra están sacando informes en los que analizan y están de acuerdo con la información dada por el Gobierno Japonés.

Me da a mi que los Estados Unidos con tantos militares aquí serían los primeros en gritar cuatro cosas a Japón en caso de que no se estuviesen haciendo las cosas bien. Pero no lo hacen, al revés, les apoyan y envían mensajes tranquilizadores. No digo que todos los americanos sean Jack Bauer, pero de liarla parda entienden bastante y ya lo habrían hecho con tanto avión y tanto equipo militar que tienen ya aquí en sus inmensas bases.

Como en toda situación complicada, están los que exageran y reaccionan de más, y luego los que tratan de pensar con la cabeza. Yo estoy a mitad entre los dos y creo que a no ser que se complique demasiado el asunto en Fukushima, saben lo que están haciendo.

Sigue habiendo riesgos, que explote todo a la vez, que venga otro terremoto con tsunami y arrase lo que quede… de cualquiera de las maneras, Tokyo está a distancia suficiente como para que de tiempo a irse de aquí al menor indicio serio. Si uno se pone desconfiado, basta pensar que gracias a internet tenemos webcams apuntando a medidores de radiación de Tokyo o cámaras de televisión no controladas por el gobierno apuntando a la central nuclear. Nos enteramos al minuto de lo que se está cociendo, nos lo quieran ocultar o no.

De mientras: paso de la prensa extranjera y paso de los agonías expertos de repente en energía nuclear. Os aconsejo que hagáis lo mismo.

Recomendaría leer estos artículos de esta misma mañana, y no tanta cancamusa exagerada.

British Embassy

American Ambassador

Entrevista a César Molins (Doctor en Ingeniería Nuclear)

En Tokyo, de caos, nada

Claro que existe el temor de que la central nuclear pete y llegue radiación con lo que en el peor de los casos lo que tendríamos que hacer sería pirarnos de aquí para el sur.

No lo veo probable, me da que el sábado estaré con el lorco bebiéndome las reservas que tenga Asahi en Asakusa descojonándonos de todo esto.

El gobierno dice que en Tokyo se haga vida normal, y por la calle la vida es bastante normal dentro de lo que cabe, aquí va un vídeo de Shibuya ayer por la noche:

Quitando el viernes, no he visto ni una sola escena de pánico, ni he tenido ningún problema en parte gracias a que con la moto me olvido de los trenes, que quizás es el mayor fastidio ahora mismo.

Hoy voy a Karate, como siempre, no os digo más.

Shibuya is off

Imagen histórica… las televisiones de Shibuya están apagadas debido al ahorro de energía por la central de Fukushima.

DSC_2221.jpg

Aún así, la normalidad de Tokyo es de un 90% y el otro 10% es debido a que se siguen dando réplicas, cada vez menos y ello unido al ahorro de electricidad hace que los trenes no funcionen como deberían. Todo es una cadena, al no haber trenes la gente usa coches y la demanda inusitada de gasolina hace que haya que hacer cola para repostar, pero sigue habiendo gasofa. Lo mismo pasa con la comida, el miedo hace que en algunos sitios haya menos, pero sigue habiendo casi con normalidad.

Esto de caos no tiene nada. El caos está arriba, donde el tsunami. Nosotros estamos igual que siempre, ni nos comemos los unos a los otros, ni nos hemos hecho pijamas de papel albal por si la radiación. Vale ya de tanto amarillismo, que tenéis a mi madre asustada, ¡¡copón ya!!.

Tokyo, 11 de Marzo de 2011

El Jueves, el día anterior, me reía sobre el terremoto que al parecer todo el mundo notó pero del que yo ni me enteré. Así de habituales son aquí los temblores, dicen que todos los días hay aunque quizás no tan fuertes como para que nos demos cuenta. De éstos últimos, después de cuatro años aquí, yo diría que uno al mes. No duran nunca más de medio minuto, y suelen tener un momento álgido en el que se mueven un poco más violentamente que el resto del tiempo haciendo crujir la casa de repente. Asustar, asustan todos, pero después de tus cinco o diez primeros, como que ya te dan relativamente igual.

El Viernes, después de comer, empezó como siempre. Paré la música del iPhone, sonaba «Romance de José Etxailarena» de Marea, me quité los auriculares y empecé la ronda de miradas a mis compañeros de oficina esperando el momento en que para y nos colgamos la risa tonta volviendo al trabajo. Pero no paraba, es más: iba a más.

Una chica empezó a medio gritar, dijo «yada yada yada» tres veces muchas veces. «Joder joder joder». Un compañero, decía «dekai» de vez en cuando, en voz baja, como para sí mismo, «dekai», «este es gordo»… hasta que ya alguien gritó «under the table!» y rompió la tensa calma, había que hacer algo y a mi me dio por ponerme de pies y agarrar la chaqueta y el móvil. Muerto de miedo, pero sereno, consciente de la situación.

Como acabábamos de mudarnos a la segunda planta de la nueva oficina, todo estaba pulcramente colocado, no había desorden, no caían libros de las mesas porque no había libros en las mesas todavía. Los inmensos monitores de las salas de reuniones aguantaron en su sitio, no había lámparas que se balanceasen. No era ese tipo de pánico por el caos que se ven en las imágenes de televisión.

Era peor.

El inglés del departamento de diseño lo vio claro y salió corriendo hacia la puerta de emergencia, la gran mayoría hicimos lo mismo, no podíamos aguantar más la falsa balsa de aceite en la que estábamos sumergidos, había que reaccionar. Yo le aguanté la puerta a unos cuantos compañeros más hasta que uno de los filipinos trajo una silla que la mantuviese abierta. Nadie se tambaleaba, no perdíamos el equilibrio, no se nos caía nada encima, pero el suelo se movía y nos sentíamos mareados. De haber sido la octava planta del viejo edificio anterior seguro que habría cambiado el asunto.

Bajamos las escaleras, la primera vez que lo hacía, con orden. Nadie atropella a nadie, nadie se empuja, hay miedo pero no es pánico incontrolado, se mantienen las formas.

El último piso de las escaleras de emergencia da a una valla de rejas que impide la entrada de extraños al edificio… y la salida. Dos chicas de empresas vecinas están ya escalándola torpemente, yo habría podido en ese momento dar dos saltos y pasarlas por encima sin problema, pero no lo hago porque un chico de gafas está quitando el seguro que abrirá la verja. Está muy nervioso, le tiemblan las manos, diría que está llorando, pero logra abrirlo algunos segundos después de que las chicas aterrizan en el otro lado y todos retomamos la carrera hasta encontrarnos en el medio de una calle estrecha en cuesta.

Miramos a nuestro alrededor, el suelo se mueve y la sensación de mareo sigue, aunque no es difícil mantener el equilibrio, es incluso menos que ir de pies en tren. La magnitud de la situación no está en nosotros, está en los edificios que nos rodean, en los rascacielos cercanos que se mueven. No es el movimiento ajetreado que se ve en la televisión, no es un traqueteo, es un balanceo amplio, armónico, cuya suavidad da mucho más miedo. Edificios de más de treinta plantas inclinándose a un lado y al otro, y yo ahí mirándolos con los puños apretados dispuesto a correr donde sea con toda mi alma.

En la carretera cercana los coches están parados, como en esas escenas de las películas en las que los conductores se apoyan en la puerta y miran para arriba. La autopista elevada que recorre media ciudad también se está moviendo, me pregunto si los coches de encima estarán todos apelotonados en una esquina o ni siquiera se habrán movido. Allí arriba están fijos nuestros ojos, de pasar algo gordo en el lugar en el que estamos, todos parece que hemos decidido que será en esa autopista. Las farolas se mueven violentamente, temo que alguna sea arrancada por la vibración y se nos aviente encima. Curiosamente yo me encuentro apoyado en una aquí en el suelo, aferrándome a una falsa estabilidad donde en realidad no hay ninguna.

No sabría decir cuando dejó de temblar el suelo, porque la sensación de que todo sigue moviéndose duró hasta muchas horas después, pero si que pareció normalizarse. Mi primera reacción es llamar a mi novia, pero el teléfono no funciona, paso a mandar un email a su teléfono móvil que si parece llegar aunque no hay confirmación. Ella conduce habitualmente en el trabajo y me da por pensar cosas que no merece la pena pensar, de esas que te nublan la razón y azuzan los nervios. Y me separo del resto para seguir tratando de localizarla desesperadamente, 59 veces pone que lo intenté en el teléfono, ninguna sin éxito.

El mayor momento de tensión fue ese en el que yo supe estar bien pero no sabía si ella lo estaba. Los diez o quince minutos que tardó en llegar su mensaje fueron los peores.

Gracias a internet sé que todos mis amigos están bien y volvemos a la oficina. «Me vuelvo a España mañana» le digo a dos compañeras que me preguntan si estoy bien, y nos reímos exageradamente, demasiado, tanto que casi lloramos de risa los tres soltando tensión y nervios con cada carcajada. Quiero abrazar a una con fuerza, me da igual cual de las dos, pero casi no nos conocemos.

Kiwotsukete ne, tened cuidado.

Todo vuelve a temblar, no es tanto como antes pero ya no dudamos y nos encontramos en la calle de nuevo a la que nos queremos dar cuenta, aunque para cuando bajamos ya ha parado. Miro al cielo, hay nubes extrañas, o me parecen extrañas, el sol pasa a través de ellas dándoles un color entre amarillo y naranja, y no se ve ni un pájaro cuando un momento antes el cielo estaba atestado de ellos. Una chica con una cámara réflex me saca una foto y al ver que la he visto, me hace una reverencia. Alguien me roza el brazo, me giro y una marea de gente se dirige ya hacia la estación de Shibuya, por hoy parece que ya vale de oficina, todos tendrán a los suyos que querer ver.

Subo de nuevo, siempre por las escaleras, y me siento delante del ordenador sin quitarme la chaqueta en ningún momento. Las teles de las salas de reuniones están encendidas y muestran en directo una horrible ola llevándose coches y edificios por delante. Un compañero se ríe cuando un barco choca contra un parking de coches, y se permite seguir haciendo bromas un buen rato. Nadie le ríe ninguna y termina dándose por vendido, después como queriendo rectificar su inmensa estupidez dice «seguro que hay víctimas», en este caso tampoco nadie le concede un atisbo de respuesta, tardará semanas en ganarse cualquier indicio de simpatía.

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Cuatro chicas están llorando, un compañero Australiano dice que dos amigos suyos viven justo donde el tsunami, que en un email uno dice que está bien, que les han evacuado, pero que seguramente no quede nada de su casa, del otro no sabe nada.

Alguien decide que no es bueno seguir viendo aquellas imágenes y apaga las teles.

En una situación dantesca, tratamos de normalizar la tarde y seguimos casi hasta la hora de salir delante del ordenador. Los teléfonos siguen sin funcionar, el país está completamente patas arriba pero nosotros seguimos sentados en nuestros puestos haciendo que trabajamos. Me niego completamente y me dedico a buscar noticias sobre lo ocurrido, a tratar de que alguien contacte con mi familia y les tranquilice sabiendo lo horrible que se pintará el asunto en las televisiones de allí, a tratar de dar el máximo de señales de vida por internet que pueda. Es fácil hoy en día.

«Señales de vida», qué poco de frase hecha y cuanto de verdad.

Las líneas de tren se han suspendido absolutamente todas, el jefe por fin reacciona asimilando un poco la situación y nos dice que nos vayamos a casa como podamos, que guardemos recibos de taxis o autobuses, que nos quedemos a dormir… que lo que haga falta.

Me vuelvo en moto, no marca la velocidad, chirría, se para a veces, pero en ese momento me pareció la mejor moto del mundo. La estampa de Tokyo por la noche es un completo caos ordenado, nadie grita, no hay escenas de pánico, pero las calles están atestadas de gente que incluso anda por el medio de carreteras de coches que no avanzan. Si conducir entre coches no es lo más fácil del mundo, esquivar a personas que aparecen por cualquier lugar hace que tarde el triple del tiempo normal en volver a casa.

Pero puedo volver. Mis amigos lo hacen andando o en bici, hay quien dice que hasta cuatro o cinco horas en una noche de viento que se siente especialmente frío.

Mi casa no está tan mal como pensaba aunque la tele se ha estampado contra el suelo. Es igual, yo lo primero que hago es encender el ordenador y hablar con mi madre via Skype. Estamos nerviosos los dos y se da la ridícula situación de que es ella la que me cuenta lo que ha pasado porque «lo ha visto por la tele», no me deja hablar, no me deja contarle lo que he vivido y yo me muero por contárselo. La dejo hablar y sólo contesto con monosílabos de «si» a sus «¿estás bien?». Finalmente acaba con un «¿para que te has ido tan lejos?», y la emoción nos silencia un rato.

Bajo a la tienda a comprar algo para cenar, pero no queda casi nada. La balda de las botellas de alcohol también está vacía, más que mis vecinos queriendo olvidar, supongo que las estanterías no habrán aguantado los embites.

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Ya en casa rebusco en la nevera mientras otra réplica más me replica el miedo del mediodía.

El pecho se me enfría de repente y esa sensación va subiendo por mi garganta hasta que rompo a llorar allí mismo sentado en un suelo lleno de borra de café con la nevera abierta.

Así me tiro un buen rato: achicando la tensión a fuerza de lágrimas.

Esa noche duermo vestido, de mi cama al refugio de mi barrio le calculo unos 10 minutos corriendo, si ha de pasar que no me pille quitándome el pijama.

El observatorio de la Sky Tree

Me zampo mi bento entero,
al lado del canadiense atontao,
y na más me sale del coraçao
que echaros un post
:regulero:

Iba a contar la gran odisea del terremoto de ayer que leído lo leído, por lo visto ahora Tokyo debe estar en Korea, pero como yo ni me enteré y además tampoco tengo el sobaco pa bodas, aquí suelto un post de esos de copiar algo que ya ha puesto alguien y creerme más original que un cromo de Arconada.

¿Os acordáis de la Sky Tree? ¿no?, no pasa ná, aquí os lo recuerdo yo: es el pincho moruno que se jinca en Asakusa. Mi abuela diría que no hay mejores fotos en internet que las que saqué yo (y yo a mi abuela no le llevaba la contraria nunca). Bueno, pues el caso es que ya tienen el mondadientes del Daibutsu casi pulido ya y ha salido un reportaje sobre su observatorio, que es el más alto de todo el país: 350 metros, un cacho por encima de la Tokyo Tower y la Landmark de Yokohama!!.

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Dicen que en los días sin niebla se le ve la calva a Berlusconi, no te digo más! Bueno eso no han dicho, no, ellos dicen que se verá por encima el hanabi de Asakusa, y en días claros hasta la costa de Chiba e Ibaraki!!


a bird a plane no a sky tree 投稿者 jentertainments2

Ya tengo ganas de subirme, ya…


Fuente de la que he chupao vilmente del bote: Japan Probe (Migué)
He tardao: medio taper entre que masticaba y que no… échale 10 minutos y porque me ha dao por aprovechar la regulerez pa enchufar a un huevo de entradas mías, que si no en 5 lo tenía!

Disclaimer mer: los comentarios se contestarán sólo si se tercia de los colganderos, no espereis mucha mandanga que hay que ser coherentes con el regulerFlavourStyleRulez

:regulero:

Cosas de mi ofi

He aquí una lista de lo que se cuece en mi oficina, ese lugar repleto de peculiares seres a cada cual más rascateclas, pero todos entrañables y sencillos:

– El horario es de 10 a 7. Si llegas más tarde de las 10:15 tienes que apuntar tu nombre en una lista. Que yo sepa, nunca se hace nada con esa lista, pero uno intenta no estar en ella.

– Como yo estoy subcontratado, tengo que apuntar en una excel la hora de entrada, la hora de salida y el rato empleado en el descanso para comer, a final de mes me la firma el atontao de mi compañero que me ha tocado de responsable y la mando por fax a un señor que se llama Jumpei. Por lo demás, contacto 0 con la empresa que me contrató. La excel esa la relleno a principios de mes inventándome horas normales de entrada y salida, y me olvido.

– Para entrar tengo que meter mi clave y poner la mano en un «sensor de venas» que me escaneó al principio. Funciona la mitad de las veces y siempre acaba un compañero abriendo la puerta desde dentro. La cafetería también tiene un chisme para meter la contraseña en la puerta.

– Hasta hoy, cuatro meses después, el teléfono de mi mesa está de adorno, no ha sonado nunca, y por Jesusito bendito que siga así.

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– Hay una chica que entre otras cosas, es la encargada de cumplir las normas de privacidad / seguridad. Si alguien deja la puerta de emergencia abierta, o la de la cafetería, o algún papel con información de algún cliente visible encima de la mesa, mailbronca al canto en 0,3.

– Internet se puede usar libremente, no hay nada capado. Pero no te dejan traer «dispositivos físicos propios», vamos, que nada que no sea de la empresa entra o sale de la empresa, ni en un pendrive ni en nada (lo que es un poco chorrada, porque se pueden mandar ficheros por email libremente, por ejemplo).

– Hay dos tipos encargados de sistemas, uno de todo el tinglao Windows, y el otro del Linux. El de Windows manda absolutamente todos sus emails con lo de prioridad alta, lo que hace que ya no los lea ni Dios, el de Linux no manda ná, yo todavía dudo si sabe hablar humano aquí el amigo Gollum Torvalds, que no se le ve ni la cabeza ahí metido en su cubícueva.

– El 80% de los emails que me llegan son sólo en japonés aunque los de «haz esto y haz lo otro» vienen siempre de mi jefe en inglés. Lo que suelo hacer es leer los japoneses usando el rikaichan en el Chrome para las palabras que no tengo ni idea (afortunadamente cada vez menos, aunque todavía hay un huevo, no me queda ná, moná).

– En mi equipo hay dos filipinos, un chino, un canadiense, una japonesa y dos japoneses, uno de los cuales es el jefe. El cretino es el canadiense y todo el mundo lo sabe, lo que me congratula sobremanera. Uno de los filipinos erupta como quien se rasca la nariz y nadie pone caras raras. El chino también pastababea comiendo con la boca abierta. A pesar de estas bobadas, me caen todos muy bien, excepto el rascayú parlapuñaos del canadiense, claro, hasta que no le vea trabajando o haciendo algo he will never have my respect.

– El equipo de diseño usa Macs, el de administración PCs, y el de desarrollo PCs y Macs que se rotan dependiendo del que esté programando para el iOS en ese momento. Yo ahora mismo tengo un PC y un Mac porque me ha tocao currelar para el iPad. También hay dos iPads, un iPhone 4, un iPhone 3GS, un iPhone 3G, una Blackberry y un Android. El tarao de mi compañero usa el Android para ver su email personal y se le olvida cerrar sesión lo que ha hecho que alguien vea emails del que creemos que es su novio. Allá cuidaos mientras a mi me deje en paz, que al tío no le gusta cosa más en el mundo que escuchar su voz, que pesao es, la virgen que de sandeces puede haber soltao al cabo del día.

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– El equipo de desarrollo se está orientando cada vez más a programar para el iPad, no son aplicaciones a vender en la App Store, sino para convencer a clientes que no necesitan cargar más con un portatil para hacer su trabajo. Me ha sorprendido ver que tienen razón, una aplicación para el iPad desarrollada a medida para un cliente le da mil vueltas en cuanto a eficiencia / usabilidad a la mejor de las soluciones web. The world is changing.

– Aproximadamente la mitad de la gente traemos la comida de casa, en la oficina anterior la cocina era bastante grande y la peña comía allí junta, ahora se forma un corro al fondo y se zampa allí. Yo, siguiendo con el ñú flavour que me caracteriza, zampo sólo delante del ordenador contestando comentarios del blog o leyendo el correo. Todo por no tener que aguantar más al protagonista de los mediodías, adivinad quien es. La razón por la que traigo la comida, más que por ahorrar dinero, es por comer sano.

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– Como tampoco quiero ser un autista y los de mi equipo me caen bien, los viernes voy con ellos a comer por ahí un menú del día. La mayoría de las veces no viene Matías, lo que mola. La gente es muy sana, los filipinos son extremadamente cordiales y uno habla igual que el indio de The Big Bang Theory, me río mucho con él a nada que dice hola.

– Si uno se queda currelando más tarde de las ocho, la empresa paga la cena, el jefe se encarga de ir mesa por mesa uno por uno preguntado qué queremos pedir (el sushi está cojonudo). Si te quedas más tarde del último tren, te pagan el taxi o un hotel. A mi solo me ha tocado una vez y volví en moto, pero quedarse hasta tarde no es para nada normal, fue una excepción. De convertirse en algo habitual, empezaría a buscar otro trabajo ya, no me importa lo que me paguen ni tampoco demasiado lo que me pongan a hacer porque hace tiempo que la informática me la refanfinfla, mi prioridad es poder seguir haciendo mis gaitas saltimbanquiles.

– Antes teníamos un proyector en la sala de reuniones, pero ahora lo que hay es una pedazo tele Sony Bravia de cientodocemil pulgadas y tres chinches enchufada a un ordenador. Poco futuro les veo yo a los proyectores ya.

– En la cafetería hay una cafetera normal, otra de esas italianas pa hacer cafés al momento, un microondas, un horno, una movida de esas de bidones de agua que siempre tiene agua caliente y fría, tres o cuatro tipos de tés, una máquina de bebidas con las bebidas a mitad de precio (en Google eran gratis!) y un chisme con snacks donde puedes coger libremente aunque pone que eches 100 yenes cada vez que pillas algo.

– Apenas hay burocracia, lo que mola mucho. Uno tiene que rellenar las hojas de horas y lo de las vacaciones con un poco de tiempo, pero poco más, no hay chorroformularios para gilipolleces en plan «solicito que se me instale el photoshop» ni tonteces varias de perder el tiempo, mandas un mail al rascayú que sea y fuera. Eso mola.

– Algunos proyectos se hacen para India o Brasil y a veces nos tenemos que quedar tarde solo para asistir a alguna reunión por videoconferencia con ellos y que coincidan los horarios. Siempre somos los de Japón los que trasnochamos, eso no mola.

– Se hacen muchos POC, «proof of concepts», los tres proyectos en los que yo he trabajado son de ese tipo. Básicamente demostramos que hacer algo sería útil para un cliente, hacemos un prototipo y se lo enseñamos, si le gusta, hacemos el proyecto real. De los míos, dos han sido usando el nuevo API de Google Maps, y el otro lo del iPad. Eso mola, lo de investigar, proponer y desarrollar cosas nuevas. Por lo visto, el 90% de los proyectos que se consiguen son así.


Anexo

El iluminao de mi compañero no se ha ganado mi simpatía ni las de mis compañeros por manía. Pasemos a diversos ejemplos prácticos:

ej1) El tío habla bien japonés, cada vez que llega alguien nuevo a la oficina le humilla con la frase «yo no sé lo que tu sabes de japonés, pero para trabajar aquí deberías poder defenderte sin problema». No es cierto, todo el mundo habla inglés aquí, pero él se empeña en hablar en japonés en reuniones si hay alguien que no sabe mucho (como yo mismo o uno de los filipinos) y dejar bien claro que habla bien (lo que es verdad).

ej2) Ha comprado un espejo y lo ha puesto al lado de su pantalla porque dice que le espiamos.

ej3) Se ríe diciendo «keikeikeikei», no es «jajaja», es «keikeikei», como si fuese un dibujo animado. Es una risa tan artificial que a veces da hasta miedo.

ej4) Cuando llegué yo al equipo estuvo una semana quejándose con que él era el único inglés nativo, que eso no era normal. Lo decía delante de todo el resto sin importar o pensar que podia ser ofensivo para los demás (a mi me la parapapea).

ej5) Dice frases tópicas, como «vosotros los filipinos», «vosotros los japoneses», «vosotros los españoles», y nunca tiene razón, aunque nadie le discute por no oírle.

ej6) Corrige absolutamente a todo el mundo cuando habla en inglés, da igual que estés hablando en una reunión delante de todos que sólo con él.

ej7) Se queja de todos los restaurantes a los que vamos, cuando se apunta, y elabora una lista con una serie de razones detalladas por las que «no vamos a volver allí».

ej8) Cuando vió mi moto dijo: hace mucho ruido, es pequeña, tiene un espejo más arriba que otro y el cajón ese del maletero se mueve mucho. Yo no le pregunté su opinión en ningún momento.

ej9) Le dice cosas a la gente sobre su forma de vestir: «esos pantalones te quedan grandes», «esos zapatos son muy viejos», «ese jersey es horrible».

ej10) Dice que entiende español porque como sabe francés, pues eso.

Buff, paro ya, que monopoliza el tontainas el post y no era mi intención…

Sueños arrastrados

Hay veces, algunas, en que algún sueño decide quedarse a compartir un poco de la mañana que debería haberlo sentenciado y sigue ahí, como queriendo dar a entender que la consciencia no es más que otro poco de un todo no desmadejado del todo. Y así, con la vista espesa y los pensamientos más imaginados que pensados, uno empieza el día compartiendo una realidad que se antoja menos real.

Ayer me costó un café y una ducha convencerme del todo que no estaba en Zalla, y que no había sido mi madre con sus tejemanejes en la cocina la que me había despertado, sino el casero sacando los cubos de basura a la calle principal.

Me desperté, si, pero un buen rato después de levantarme, y la sensación de estar en tiempos de Universidad con mi familia en mi casa me acompañó hasta bastante más tarde. Parecía que en cualquier momento Javi iba a abrir la puerta de la habitación para preguntarme, aburrido, que qué estaba haciendo.

De verdad que si, no me habría extrañado escuchar su voz.

Son días raros, ausentes, emotivos, tristes y al tiempo felices, nostálgicos, diferentes, más de vivir por dentro y pasar el trámite de las horas mientras se desea volver a estar solo.

Uno se mide con uno mismo; razón y corazón imponiendo a hostia limpia pensamiento contra sentimiento hasta dar con algún tipo de respuesta que calme la desazón del alma, que es la que reina en estos días tan vacíos como fundamentales.

Razones que expliquen porque un invierno y diez mil kilómetros me separan del mundo de mi sobrina en el que yo no salgo.

Respuestas que aclaren porque Javi no me tira ya de las orejas en mis cumpleaños, ni paseamos por el pueblo como hacíamos a veces, muchas menos de las que ahora quisiera recordar.

Uno pesa y sopesa los motivos que expliquen cada día no vivido cerca de los míos, trata de buscar que compensen, que cuadren los latidos al final del día y parezca, aunque sea por meros pálpitos, que lo que se está haciendo tiene alguna razón de ser, que merece la pena pasar la gran mayoría de las noches de invierno en una casa donde el que llega siempre es el mismo que la deja vacía cuando se va.

Todo se intensifica. Lo malo es horrible, lo bueno maravilloso. A veces del lado de los ventrículos y otras de las entrañas, pero todo importa porque esos días son tristes y felices a la vez hasta que llega la noche donde sólo puede ser uno de los dos.

En el último sumaron tus ojos que aunque pequeños, son dos, y son ya un poco mas míos que tuyos aunque tu no lo sepas. Tampoco sabes que contó lo chato de tu nariz multiplicado por tu boca, esa con la que me ríes, y que todo se elevó al cuadrado del calor de las manos con las que me haces olvidar el viento de enero.

No te dije nada, no te conté que esa mañana salí llorando de casa. No hizo falta porque, ¿sabes?, se me olvidó…

Ikubiblia: trámites

Pasemos al capítulo dos de la ikubiblia, ese compendio de sabiduría según San Tosca, ese manual de la vida cotidiana japonense, sin patrañas ni mentiras escritas por los reguleros mayores del condado, que da tirria leer según que cosas… la bilis se me sale por las narices, ¡la bilis!.


Trámites y papeleos

– Un extranjero que viva aquí tiene que lidiar con diversos trámites sin que deba (y a veces pueda) escaquearse: hay que sacarse la tarjeta de alien-gaijin, registrarse en el distrito donde se vive, pagar impuestos de la zona y arreglarse los papeles para pagar jubilación y seguro médico, aunque es habitual que estos dos últimos te los descuenten del sueldo directamente (te lo suelen dar a elegir cuando firmas el contrato). Absolutamente todo es un Cristo gordo como un Buda empachao, un jaleo del copón, no hay ni uno que sea fácil y prácticamente nadie habla inglés en estos sitios (que son departamentos creados para tratar con extranjeros, touch your eggs if you dare). Hay más gente que habla inglés dentro de un club de Shibuya que en cualquier oficina de inmigración, and this, my friends, is a fact. En España será peor fijo, porque encima los funcionarios son unos bordes dejaos, aquí por lo menos te sonríen y no se van al café.

– El visado hay que renovarlo con tiempo y dicen que tardan un mes en hacer el papeleo, aunque el mío tardó una semana porque soy un tipo grácil y simpático. La oficina de inmigración de Tokyo está en Shinagawa a tomar por cleta de todo en un sitio super desolado al que se llega en bus desde la estación de Shinagawa, un bus petado hasta las trancas que da más vueltas que el spaguetti que se cayó al suelo del escurridor. El máximo visado de trabajo que se puede pedir es de 3 años, otra cosa es que te lo den. Para que te lo mantengan si te piras del país de vacaciones, tienes que apoquinar dinero y pedir un permiso de reentrada. Es papeleo fácil y no es que sea caro, pero tienes que irte hasta allí, que es donde Shrek echó el erupto. Se rumorea que están a punto de ampliar el máximo visado a 5 años y quitar esto del re-entry permit, pero también decían en España que iban a quitar el límite de velocidad en las autopistas como en Alemania, y mira la gracia.

– Estás obligado a llevar en todo momento la gaijin-card bajo pena de multa… en teoría, porque a mi me han parado dos veces y no la tenía porque había ido a correr con lo puesto. Multa no he pagado, pero las dos veces la poli me «escoltó» a casa a por ella.

– Gracias a un acuerdo entre Japón y España (y prácticamente medio mundo, no nos creamos de más), es sólo cuestión de papeleo que te convaliden el carnet de conducir, aunque es un auténtico jaleo y de fácil no tiene nada por mucho que digan por ahí lo contrario. Ahora que no tenemos que hacer ningún examen, ni práctico ni teórico, lo que sería la muerte directamente, imagínate el teórico en japonés con la misma palabra esa que me usan para los colores verde y azul.

Hay un documento en concreto que es bastante cachondo: te piden que demuestres que has vivido por lo menos seis meses en el país donde te dieron el carnet después de habértelo sacado. Esto que parece obvio, es una jodienda cuando no se tiene un pasaporte que quede entre esa fecha y carece totalmente de sentido en Europa donde podemos movernos libremente por cualquier país sin que quede reflejado en ningún documento. Yo entregué el título de la Universidad de Deusto en castellano y en Euskera, no te pierdas la que se montó allí explicando que era cada cosa. Ahí va la ostia. Y pues, añado.

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– Comprarse una moto, sin embargo, es tirado, te dan un papel con el que te sacas un seguro en cualquier tienda y con ambos te dan una matrícula al momento en el ayuntamiento de tu zona. Luego aprende tu a conducir por el otro lado, descifrar los cruces y leer las mentes retorcidas de los taxistas y su uso aleatorio de los intermitentes y rayas de la carretera. La vida es un reto, amigos, retémonos!, retémonos!

– Para alquilar un piso necesitas un aval, no te lo alquilan por tu cara bonita y tu nariz griega, una de dos: o tienes un amigo japonés que firme y responda por ti, o pagas dinero a empresas que se dedican a avalar peña. Está claro: a base de pasta, to’l mundo es Gandhi. Si el piso es a través de una inmobiliaria, tienes que pagar normalmente el equivalente a un mes a esta gente por sus servicios. También se le paga al dueño una cantidad equivalente a uno o dos meses de alquiler al principio porque si, y este dinero se le suele tener que volver a pagar cuando hay que renovar el contrato. Vamos, una comedia que aquí es así y no queda más remedio. El primer mes suele ser chata la cosa, si mi renta son 73.000, pongamos que pagué 73.000 a la inmobiliaria, 73.000 de depósito en teoría reembolsable, 146.000 al dueño en concepto de «key money» (me pagas porque me sale del hidari tamago) más 73.000 del primer mes de alquiler, total: 73.000 x 6=comiendo lechuga hasta seis meses después, onigiris los domingos.

– Puedes domiciliar tus recibos por el banco o puedes recibir las facturas en casa y pagarlas en cualquier combini. Esto significa que te mandan una carta a casa donde pone un precio y una fecha límite, tu vas con eso a cualquier combini, allí lo cogen, le enchufan el lector de código de barras y te dan un resguardo. Ale, ya has pagao la luz, el teléfono, internet, el gas o el agua. Lo mismo pasa con los impuestos municipales y la seguridad social. Dado que las tiendas están abiertas las 24h, esto es una gozada, aunque es jodido no salir de allí con un kitkat o algo… ya que vaaaaas…


Y hasta aquí todo lo que me acuerdo… ojo, que esto no es una dictadura. Bueno, si, es una dictadura con los porsaquiles que vienen a tocar los huevos dejando comentarios pa dar por saco siempre, que a esos ni agua. Pero para las personas aquí como nosotros, no, así que todo lo que se desmienta o aporte algo al post será bienvenido y reeditado si es menester.

Atentos a sus kioskos, la siguiente entrega en ciernes: ¡Comida y bebida! y de regalo, una foto de un luchador de Sumo calvo!