Nací hace tres décadas y pico en un pueblecito entre montañas llamado Zalla, a unos veinticinco kilómetros de Bilbao. Aunque no lo tengo muy claro, parece ser que Zalla viene de «Zaila» que significa difícil en Euskera, porque al estar entre montañas, el pueblo fue difícil de conquistar cuando vinieron los romanos a liarla parda-pardae.
Yo no sé si creérmelo mucho, pero si que es verdad que el pueblo de al lado, Balmaseda, tiene un puente como romano y calles estrechas empedradas, y en el mío lo que hay son cien pubs por metro cuadrado. Lo mismo Asterix era de mi pueblo y toda la pesca, porque a parte de no dejarnos conquistar, la poción si que la tomamos, concretamente en vaso ancho y con limón.
El caso es que fui a la escuela, como todo kiske, después al Instituto al pueblo éste que os cuento, que no sé si la idea de ponerlo en la punta de un monte también fue de algún cónsul de la Toscana o no, y ya para acabar mi gran vida estudiantil pues me dediqué a estudiar ingeniería informática en la universidad de Deusto que suena a mucho más de lo que es. Tal y como yo lo veía, se salvaban el 10% de los profesores, al resto los ponía a cavar la línea 3 del metro de Bilbao hasta que llegase a París. ¡¡ Panda de enchufados necios de ego hinchado !!.
Estudiantes, si alguna vez os dicen esa gilipollez de que la vida de estudiante es la mejor, no hagáis ni caso, es una mentira más gorda que un manatí con gases. Yo todavía tengo pesadillas y me despierto horrorizado porque al día siguiente tengo un examen y no he estudiado nada. Y eso por no hablar de que no tienes nunca un duro ni libertad para estar a tu aire. Luego resulta que cuando tienes dinero y vas a tu bola, te empiezan a doler partes del cuerpo que ni sabías que tenías y te apetece más vegetar en un sofá criando michelos, pero esto es otro tema que será abordado a su debido tiempo junto con el auge de pelos orejeros y espaldiles.
Total, que con algo así como siete asignaturas para septiembre que aprobé de un tirón el último año, acabé la carrera. Aquí me jugué vida y tres cuartos, porque mis padres pensaban que sólo había dejado dos, y se demostró que soy capaz de afrontar riesgos inverosímiles con éxito (aparte de soltar mentiras como trolebuses). Después eché la quiniela durante un par de meses para ver si la pedazo de chamba continuaba, pero se ve que no.
El caso es que estaba en una playa leyendo el periódico y salió un anuncio que ponía «Becario para Japón», eché un CV que rellené poniendo todos los programas informáticos de los que alguna vez había oído hablar excepto el Sir Fred y el Sim City, y con la misma experiencia laboral que Paquirrín me presenté en la entrevista donde, además, me hicieron hablar en inglés.
Parece ser que les hizo gracia mi desparpajo inherente, o seguramente coincidió que no se presento nadie más porque me cogieron a mi y a mi inglés con boina y nos vinimos seis meses a Tokyo con el piso pagado y un primer sueldo de 2 millones de pesetas que me dieron de un tirón a lo loco. Si esto no es entrar con el culo florido en el mercado laboral, a ver que lo es.
La beca esta se acabó y nos volvimos con el rabo entre las legs, y ahí ya me enfrenté con la cruda realidad pasando por consultoras que movían más carne que el encargado de las galeras de Julio César. Hasta llegué a trabajar sin contrato metiendo horas extras, no os digo más. Bueno si, que encima me hacían ir con traje los muy cancamuseros pejigueros caraflautas, además me acuerdo que a la mayoría les dabas un lápiz y el canuto y no te sacaban la O en toda la tarde. Eso si, dales el Powerpoint y un portátil y ya sabes donde van a estar tirando su vida hasta la noche, corbata mediante.
Ahí fue cuando decidimos que había que intentar hacer algo que no nos hiciese olvidar la aventura japonesa, y acabamos currándonos camisetas a falta de que los organismos oficiales nos hiciesen algo de caso sobre nuestro proyecto inicial. Otros que tal bailan. Así que nos liamos la manta a la cabeza y empezamos a sacar diseños, y en ello estamos hasta hoy mismito. ¡Compradnos muchas que las hacemos con mucho amor y anda que no tenemos mérito estando una en un pino y el otro en el sexto! (aunque todo forme parte del mismo Bilbao).
Total, después de mil vueltas tanto laborales como sentimentales y gambiteras, me volví a Tokyo más solo que el faro Finisterre a intentar liarla parda con un proyecto de red social a lo Facebook pero en serio. La cosa iba para seis meses, pero ya llevo tres años y medio entre sushis y java a pachas.
Y como vine sólo y algo había que hacer, pues he hecho de todo: cosas que habré contado y otras que se las comerán los gusanillos cuando la espiche y lo mismo le aparecen a San Pedro en la Excel cuando llame al timbre, porque bueno no sé si seré, pero me lo hago al menos, y seguro que eso cuenta.
He liado desde estudiar la ceremonia del té, hacer de salaryman, fotógrafo, noviete, cocinero, escritor, diseñador… buff, ni sé las gaitas en las que he estado metido ya. Peeero principalmente estoy orgulloso de haber sido capaz de hacerme un hueco que siento como mío en una esquinilla de Tokyo, aunque me cueste 73.000 yenes de alquiler, y de tirar para adelante con Karate y más recientemente Capoeira. Lo primero me hace asimilar y considerar propias las costumbres y la cultura de este país, jugando a ser un japonés más. Lo segundo me ayuda a olvidarlo recordando de donde vengo,aferrándome a ser un poco más quien era antes de llegar, aunque sea hablando en inglés cabezabajo.
Y así, con este equilibrio que se sostiene más mal que bien la mayoría de las veces, aquí sigo intentando encontrar a alguna que cuando me vea le diga a su amiga «mira este que mono, ¿así como pa mi? ¿no? ¿no?».
Como paciencia tengo un rato largo, pues de mientras seguiremos macerando las horas junto a personas maravillosas que la vida me ha puesto por el medio. Porque esto, lo de vivir digo, no creo yo que vaya a durar mucho más allá de otro tanto de lo que ha durado ya, así que cuando toque aparecer en la Excel, que San Pedro tenga que hacer scroll un par de veces como poco.
Subir al Fuji
Escribir un libro
Subir al Gorbea
Comprarme una moto
Salir en una exhibición de Capoeira
Aprobar el Noken 2
Casarme y tener toscanicos
Llegar a cuarto dan de Karate
Visitar New York
Correr una maratón
Conocer a Antonio Resines
Ir a Okinawa
Aprender a hacer el mortal hacia atrás
Ir a un concierto de Utada Hikaru
Ponerme un piercing en la ceja
Poner un bar
Aprender a hacer marmitako
Teñirme el pelo de rojo
Comer Fugu
Ir al Camelot estando sereno
Pegarme con uno de Karate Kyokushinkai al KO
Hacer surf
Sacarme el EGA de Euskera
Que me paguen por mis fotos
Aprender a tocar la guitarra
Llegar al 7% de grasa corporal
Abrirme de piernas verticalmente
Abrirme de piernas horizontalmente
Ahorrar un millón de yenes
Hacer 10 dominadas bien hechas
Hacer 20 dominadas bien hechas