Archivo por meses: agosto 2009

Un día de campeonato

Adelanto que al final no se pudieron grabar los combates en video, así que aquí va la crónica ikukaratekiana:

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Con mucho sueño, alguna legaña y una mochila con un traje de karate, guantillas, tiritas y esparadrapo aparezco en la estación de Harajuku a las 8:10 de la mañana sin desayunar porque hacía 10 minutos que debería estar allí. Y es que aparte de competir, me había apuntado como miembro de la organización para ayudar en todo lo que pudiese, así que me tocaba llegar hora y media antes que los participantes.

Por el camino me encuentro con grupos de Yosakoi porque resulta que este mismo fin de semana en el mismo sitio había un festival en el que salían los de mi grupo, pero que yo no pude porque coincidía.

Entro por la puerta de atrás del estadio, me dan una camiseta roja que nos distingue como Staff, y empiezan a explicarnos qué es lo que se supone que debemos hacer en cada tatami. A mi me toca el C, junto con el francés que también se había apuntado, y seis compañeros japoneses algunos de los cuales no conozco. Le hablo a una compañera y le digo que yo no puedo leer los nombres de los concursantes, ni tampoco apuntar, pero que para cualquier cosa que crea, que por favor que me lo diga y yo lo hago. Me dice que vale, pero después de dos horas no me dice nada mientras que ellos parecen ocupadísimos preparando todo. Decido seguir el ejemplo del francés, que hacía una hora que se había ido, me vuelvo a mi sitio, y cambio el uniforme de organizador por el de competidor, asumiendo ese papel a partir de entonces viendo que yo allí no pintaba nada, y, por supuesto, aprendiendo la lección. Para el año siguiente va a madrugar Yuko la onigirera.

Horas más tarde, a las doce, me toca competir en la categoría de Katas. En el mismo grupo que yo están dos de mis profesores, así que ya tengo claro que no voy a ganar nada. En Katas tampoco me esperaba mucho, y efectivamente, nada más salir me toca una que me he aprendido en el último mes, la Kanku Dai, que hago como buenamente puedo, pero me ganan, creo yo que con bastante diferencia. Mis dos profesores, como era de esperar, se clasifican para la final.

Muchas más horas más tarde, a las cinco, me toca combate. Caliento un poco antes con unos compañeros, y finalmente entramos al tatami. Me toca competir de los primeros, y salgo extrañamente tranquilo. Empieza el primer combate y yo muy relajado me dedico a lo mío y me resulta hasta fácil ganarle aunque pensaba que me iban a descalificar porque de repente él se puso a sangrar de la nariz, y el caso es que yo no recuerdo haberle tocado la cara.

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El segundo combate fue distinto, resultó casi agónico. Nos íbamos marcando puntos alternativamente, hasta que de repente se puso también a sangrar de la nariz, y de nuevo tampoco me acuerdo en qué momento provoco yo eso. Nuevamente espero la decisión de los árbitros, y nuevamente no me descalifican. Esta vez recibo yo un puñetazo cerca del ojo, no es fuerte, pero al ser en la cara me deja un poco descolocado, pero está bien marcado así que el punto se lo lleva él. Le empato, y de repente se acaba el tiempo y el arbitro nos avisa: el primero que marque gana. Ahí es cuando ya salimos los dos mucho más acelerados, y un buen rato después me marca un puñetazo que ni veo, ganando él el combate.

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Nos damos la mano, saludamos al público y nos vamos. Al salir, uno de mis profesores me felicita, llego a las gradas y mis compañeros me felicitan, y yo me quedo con un muy buen sabor de boca por mi actuación. Sobretodo porque no me puse nervioso en ningún momento, y esa ha sido una diferencia enorme con anteriores competiciones, aunque sólo gané este combate.

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Después llega la competición por equipos, y resulta que me toca en el mismo grupo que el que me dejo KO la última vez, que hoy lleva cinturón azul y compite a mi lado. A veces me pregunto qué cinturón tendrá este hombre en realidad, porque parece que cambia según le conviene por competición, lo que me da muy mala espina.

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Sale a competir él el primero y pierde. Salgo yo, esta vez con casco, y en un combate relámpago le marco dos puntos, uno de ellos con la pierna, y gano. El tercer combate del tercero del grupo no tiene lugar porque el adversario se retira, así que nos clasificamos.

En la segunda ronda el combate de mi compañero es casi idéntico, pierde sin marcar ningún punto. En el mío me marca los dos puntos el adversario y me gana, pero de nuevo me siento muy satisfecho con mi actuación, manteniéndole a raya y estando a punto de marcarle yo. Como hemos perdido los dos combates sin hacer ningún punto, el tercero tampoco se celebra y quedamos eliminados. Me resultó muy sorprendente las veces que nos pidió perdón el compañero cambiacinturones por no haber marcado ningún punto… este chico es más raro que ni sé, porque esa seriedad no era normal…

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Cuando ya por fin me cambio de ropa, veo que tengo un arañazo de lado a lado en el pecho, un moratón en la espinilla derecha que todavía sangra, dos ampollas a añadir al estropicio que ya había en la planta del pie, y que me duele bastante la muñeca izquierda. Parece que en los combates pasan muchas cosas de las que no somos conscientes en caliente. Y a pesar de todo, a pesar de haber ganado menos combates que otras veces, me siento mucho más satisfecho porque sé que la diferencia ha sido tremenda, y todo para bien. ¡Oss!

¡Gracias a Miwa por las fotos!

 

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IkuKarate

Capitulación

¿Cuántos años llevas haciendo Karate? -le preguntó el profesor al francés de ojos azules
En Japón llevo 21, así que unos 15 -contestó él en el japonés más acaramelado y rimbombante que he oido en mi vida- poco a poco, ne
Da igual -contestó el profesor- da igual que practiques otros quince porque no vas a mejorar, lo que es admirable de verdad es que sigas viniendo a pesar de todo.

Ambos, el francés y yo, buscamos desesperadamente una mueca, una sonrisa en los labios del profesor que indicase que aquello no iba en serio, pero ésta no apareció. Los cinco o quizás diez minutos siguientes los pasamos en silencio acabando la hamburguesa que habíamos pedido y que fue la primera comida que compartimos en el campamento de verano.

Ayer volvió a venir, el francés, con ese gesto de eterno disgusto, con sus extraños andares de bailarina vieja, sus ojos azules, su rostro marcado por la delgadez y sus cerca de cincuenta años en las canas. Me saludó muy serio, como casi siempre y yo le hablé un rato, porque simpatizo con él desde aquél momento, de igual manera que desempatizo, si existe tal palabra, con el profesor cuyas opiniones dejaron de tener peso para mi. Eso fue cruel, por muy francés que sea. Pensé en lo mucho que me hubiese hundido a mi, en lo fácil que es hacerme daño y deseé ser un poco como el francés, envidiando su aparente indiferencia con el mundo.

Fué miércoles, y los miércoles es el día en que Kanazawa Kancho viene. Las clases son totalmente distintas a las de otros profesores, siendo, para empezar, mucho más frecuentadas multiplicándose el número de alumnos por tres. Si las de los demás profesores siguen un orden específico: calentamiento, técnicas básicas, descanso, técnicas por parejas y katas, las de Kanazawa Kancho no. Él cambia el orden, empezamos por un kata, seguimos por técnicas por parejas y descansamos casi al final, o no. Ello, unido a sus explicaciones que van mucho más allá del mero Karate, logran recargar de energía hasta a la pila del reloj de la pared que empuja a las agujas para que giren mucho más rápido.

La clase de ayer estuvo enfocada al campeonato del fin de semana, el nacional de Japón que se celebra en el estadio olímpico de Yoyogi, el del diseño inspirado en un templo, pero el pequeño de los dos que hay. No somos muchos los que nos presentamos, así que nos hemos convertido en protagonistas de las clases de las dos últimas semanas haciendo que todo el mundo tenga que repetir los katas que hemos elegido presentar. Curiosamente no hemos hecho ni un sólo combate libre aunque es la otra de las categorías del campeonato.

De los dos extranjeros que nos presentamos, destaca el chico belga que aunque no puede venir mucho a las clases debido a su trabajo, da gusto verle moverse. Viéndonos juntos, nadie diría que únicamente tiene un dan más que yo. No es que yo lo haga tan mal, sino que él lo hace realmente bien.

Kanazawa Kancho nos enseñó una serie de técnicas de kumite, pero de las pactadas, de las de «yo hago esto y tu haces esto otro». Las practicamos con el compañero y después, nos ordenó sentarnos a todos y sacó al chico belga y a otro para que las hiciesen en el centro del tatami con todo el mundo mirando. Las hicieron perfectas. Después me sacó a mi y a un chico japones y no hice ni una bien. Las ampollas de los pies dolían el doble, los nervios no me dejaban pensar y cuanto más me equivocaba, peor lo veía. Incluso dejé de entender lo que me decía el profesor hasta que me dí cuenta de que me estaba hablando en inglés desde hacia un rato. Parecía mentira que apenas unos minutos antes las estuviese haciendo sin problemas.

Con ese desastre sobre mis hombros volví a casa. Pensé en que el sábado cuando salga a hacer mi kata, quizás me pase lo mismo y vuelva a quedarme en blanco delante de todos. Me imaginé en el examen de segundo dan sin saber si el examinador me habla en japonés o en inglés, pero sabiendo que ninguna de las dos lenguas es la mía. Ví todo negro de repente, de ese negro oscuro que entinta la razón y alquitrana la ilusión.

Y vestido de negro por dentro, paso tras otro, emprendí el camino a casa. Más cerca de mi futón que de Honmonji miré al cielo y lo ví tan cargado de estrellas que parecía mentira que fuese Tokyo. Me senté en un muro a compartir un rato con ellas y aunque de mi boca no salía sonido alguno, les hablé durante mucho tiempo sobre todo lo que sentía. Ellas me pidieron que pensara en cómo no hacía Karate hace tres años y cómo lo hago ahora. Me enseñaron un libro en el que ponía que un tal Oskar Díaz se iba a presentar al campeonato de Japón, ganase o perdiese, hiciese o no el ridículo. Me hablaron del francés, que sigue viniendo, que quizás sea verdad que no mejore, pero ahí está, desafiante e incansable. Altanero. Arrogante.

Creí entender que el color negro del cinturón es en realidad el comienzo, y que es a partir de ahora cuando hay que ir desgastándolo con cada gota de sudor hasta volverlo blanco, no importando que a veces salga mal mientras al día siguiente se vuelva a intentar. Quizás por eso, el cinturón del francés es casi blanco de nuevo, de ese blanco que encala la ilusión, blanquea la razón y se ríe de los que se ríen, sean o no profesores.

Hoy he venido a la oficina cojeando, no soy capaz de hacer el más mínimo movimiento sin que me duela algo: brazos, piernas, estómago, cuello… pero a pesar de estar más muerto que vivo, resulta que estoy más motivado que nunca y que me plantaré el sábado delante de quien haga falta a hacer lo que sé hacer.

Y todo gracias a un francés. Quién me lo iba a decir a mi.

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IkuKarate

Tofukit con fanta de melocotón

¡¡ Gracias a todos por la buena acogida
de la ikubiblia transportil !!

Ahora me toca revisar lo que me habéis contado y dejar el post un poco niquelado mientras preparo las siguientes entregas. No defraudáis, no (en el menéame tampoco defraudan, que na más meneao ya ha venido un Matías a tocarle los tamagos al maese meneador).

Pero la vida sigue, y que siga por mucho, y ayer me dió por sacarle fotos a la cena. Que digo yo que menos mal que vivo solo, porque si me tuviesen que esperar a que saque las fotos, que me tiro un rato largo haciendo el vainas, cenaríamos con la teletienda

Bueno, a lo que íbamos, que empiezo por un lao y acabo por el otro, que diria el minotauro del laberinto.

Que resulta que ayer compré en el combini una historia en la que te viene un cancarro de tofu, un sobrecito de salsa de soja, otro de dashi y otro de jengibre, y que se come ahí mezclando todo. El dashi este no es ni más ni menos que bonito reseco y que se usa mucho aquí en plan condimento para darle al alimento un sabor característico a pescado. Esta cena mola porque tiene pintas de ser más sano que lo que comía el chico de oro, y encima te llenas en un tris:

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Ahí está el tofukit, por 138 yenes te entofas en un kepín kepán

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De izquierda a derecha, y de arriba a abajo: pegatina inocente, cancarro de tofu, sobre de dashi, salsa de soja, jengibre, ikupegata

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¡Todo montao gana mucho!. Ojo a la mesa improvisada: ¡¡ el portátil !! anda que no le quedan guays las pegatas, anda que no

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Digo yo que esto se comerá así, que no tengo ni idea. El jengibre se deshace ahí en la salsilla y hace que pique un poco, peco, pico, paca, peneke.

Y de beber, póngame una fanta de melocotón, que no sé si será nueva o tiene más solera que la Mirinda, pero yo la ví ayer por primera vez y me la compré para acompañar al cancarro tofuero.

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Esto sabe al orgasmo ese, la bebida de licor de melocotón con Kas. Pero podemos decir que ha heredado todo lo malo: que es dulzón como él sólo, pero sin lo bueno del orgasmo: el alcohol.

El color también era raruno raruno…. que yo no me fío un pelo… ¡¡ ni un pelaco !!

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Mentaremos un poquico sólo a :peneke: , que hoy estoy de buenas…

La ikubiblia

He leído tantas chorradas sobre el tema, que he decidido arrojar un poco de luz sobre las tan mentadas diferencias entre Japón y España. Que diréis: jodé que regulero anda el Toscano, anda que no habrá posts de esos. Pues si, los hay, pero yo me he decidido, cual caballero andante, a tener la lista definitiva, el inventario indiscustible de todo aquello que nos separa cultural, gastronómica y gambiterilmente.

Además, palabra de tío Tosca, me comprometo a mantenerlo actualizado incluyendo todas vuestras revisiones y sugerencias, que serán filtradas y comprobadas meticulosamente para que lo aquí escrito sea estrictamente verídico y verídicamente aregulero.

La cosa va a ir por fascículos, a lo PlanetaAgostini iré soltando temas y los dejaré ahí sujetos al critiqueo y pejigueriamiento por parte de todos vosotros. Cortaré aquí, borraré allí y pegaré allá con lo que me digáis, y de vez en cuando soltaré otro tema. Cuando todo esté en condiciones, juntaré todas las entregas en un megapost que será

¡La ikubiblia de Japón!
:copon:

Compañeros, demos paso, pues, a la primera entrega:

De transportes y cosas con ruedas

Trenes y metros

– Si un metro o tren llega tarde porque se ha liado alguna parda, en las estaciones de destino suele haber personal repartiendo justificantes a la gente para que los enseñen en la empresa.

– Todo kiski en Tokyo usa las tarjetas Suica o Pasmo. Es como una tarjeta de crédito que se recarga en las estaciones y que vale para pagar metro, tren y autobús. Es IC o eso, vamos que no hay que meterla en ningún lado, basta con acercarla al sensor y ya fona. También se pueden comprar bebidas en máquinas expendedoras y en los combinis de la estación. Las máquinas expendedoras tienen una antenilla para que eso funcione. Como la cosa sólo funciona en las estaciones y alrededores, Akira y yo todavía nos estamos pegando sobre donde está la información del crédito, si en la tarjeta o en algún servidor (o en los dos). Porque si fuese en la tarjeta, no haría falta antenilla y funcionaría en cualquier lado… Valen 500 yenes y la primera vez que las compras tienes que apoquinar mil: 500 por la tarjeta, y 500 de recarga. Si las devuelves en cualquier estación, te reembolsan los 500 (no tengo ni idea de si te dan el dinero que quede o no).

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– Los empujadores existen, aunque no son tan habituales como se cree, sólo en algunas líneas y en horas punta. Por ejemplo: en la línea Inokashira en Shibuya a eso de las 6 de la tarde ahí están como campeones, y supongo que sobre las ocho de la mañana aquello será el copón de la baraja.

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– En todos los vagones de tren y metro hay asientos reservados para embarazadas, ancianos y minusválidos, y hay que apagar el móvil si uno se sienta ahí aunque nadie, o casi nadie lo hace. Además, las embarazadas llevan un colgante que las identifica, para que no tengan que andar ahí pidiendo a la gente que se levante, aunque esto si no lo cuenta Nora, yo ni me entero.

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– Dentro del tren, por megafonía van diciendo los nombres de las estaciones y las líneas en las que puedes hacer transbordo. Primero en japonés y luego en inglés. Lo curioso es que en inglés dicen el nombre del lugar pronunciado en inglés. Por ejemplo: Meguro lo dicen como «Megurouuu» a lo Aznar. Por cierto, yo estoy convencido que la chica de los trenes es la misma que la de los cajeros automáticos, la de los súpermercados, la de los autobuses y la de cualquier cacharro que hable con voz de tía (todos, hasta está dentro de mi cámara de vídeo que me habla cuando la batería se va a acabar).

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– Cuando en un tren de Tokyo parece que no cabe una persona más, caben diez.

– Los nombres de las estaciones están escritos en japonés pero también en alfabeto romano. Las máquinas de dar billetes tienen un botón para cambiar a inglés. Ambas historias aplican en Tokyo y alrededores, a medida que uno se aleja, ya no pasa tan a menudo hasta que deja de pasar y absolutamente todo está en japonés.

– La mejor manera de moverse por Tokyo es pasar de los mapas de líneas de trenes porque eso es un jaleo del copón, lo que hay que hacer es mirar en alguna de las webs donde pones los nombres de la estación origen y de la de destino y te dice como llegar, por ejemplo la de Jorudan, hay hasta aplicaciones para el iPhone que tienen la base de datos ya metida y no necesitan acceso a internet (dentro del metro no hay cobertura por mucho Japón que sea esto). Además si sacáis la Suica o la Pasmo, os olvidáis de tener que adivinar lo que cuesta el billete del trayecto, con la tarjeta esa entráis y salis por donde sea y ya os cobrará lo que toque.

– Por mi propia experiencia, en las estaciones y en los trenes la gente pierde las formas: te empujan, apachurran y pisan y ahí no suele haber reverencias. Supongo que es la manera práctica de actuar cuando hay trenes tan petados en según que horas.

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– Hay personal de la estación atento a cuando llega un tren al andén, y hablan por un micrófono inalámbrico diciendo cosas muy obvias: que viene el tren, que el destino es tal y cual, que la puerta se va a cerrar, que por favor de la línea amarilla para dentro. Aunque están siempre, también hay grabaciones que se ponen y dicen lo mismo pero las suelen cortar para hablar ellos. Serían algo así como nuestros jefes de estación, pero haciendo algo más que dar billetes (que sea o no útil ya será otra cosa)

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Coches y tráfico

– En Japón se conduce por la izquierda, por el otro lao, por del revés, por donde los ingleses. Yo ahora no, pero al principio siempre me metía por la bici por el lado contrario y me llevaba unos sustos chatos.

– Existen unos modelos de coche de menor potencia y tamaño que son más baratos y hacen el apaño. Se distinguen, a parte de porque son minicoches, porque el fondo de la matrícula es de color amarillo. Lo curioso es que los hay de todas las formas: furgonetas, camionetas, coches deportivos… pero en mini

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– Las puertas de atrás de los taxis se abren y cierran solas, no hay que tocarlas. Nunca se da propina, los asientos tienen bordados de puntilla y en la mayoría no se puede fumar (hay algunos que sí).

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– Los conductores de autobús tienen micrófono con pinganillo a lo Madonna, y van «cantando» las paradas. A veces, si el autobús va lleno y hay gente de pies, el conductor avisa cuando va a hacer alguna maniobra un poco brusca para que la gente se agarre bien. En una ocasión, el tío avisó cuando iba a frenar de repente porque un semáforo se estaba poniendo rojo, y además pidió perdón.

– Los coches de la poli tienen las sirenas extensibles. Es decir, que las sirenas se elevan un cacho por encima de coche para que se vean bien, por ejemplo, en mitad de un atasco.

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– Los surtidores de muchas gasolineras cuelgan del techo, es decir, el cacharro no está en el suelo, lo que deja mucho más espacio. En Tokyo, además, en la gran mayoría no tienes que salir del coche ni para pagar, te limpian los cristales, te vacían los ceniceros y te dicen cuando no hay tráfico para que puedas salir sin problema despidiéndote, además, con reverencias.

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– En los semáforos y paradas medianamente largas, los autobuses paran el motor y lo vuelven a arrancar justo al salir.

– Los semáforos son horizontales, de través, de lao a lao, de paquí a pallí no de parriba a pabajo

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– Algunos vehículos, como los camiones de la basura, hablan. Tienen altavoces con una voz que dice: cuidao cuidao que giro a la derecha, cuidao cuidao que giro a la izquierda y se oyen mucho.

– Las ambulancias normalmente van con mucha precaución, vamos, que a nuestros ojos van muy despacio que parece que para cuando lleguen ya está la cosa solucionada. Y también hablan diciendo cosas como: que vamos, cuidado por favor, vamos a girar, gracias por dejar sitio.

– Muchos conductores apagan las luces del coche si están parados en un semáforo para no deslumbrar a los peatones  y las vuelven a encender cuando el semáforo cambia y ya se van.

– Por Tokyo, la mayoría de los conductores no paran en un paso de cebra a no ser que estés ya pasando.

– En Tokyo no se puede aparcar por la calle, los coches siempre están en garajes o en parkings. Hay edificios enteros que son sólo parkings y que están automatizados, tu dejas el coche en un sitio y el chisme lo eleva hasta el piso que sea. Después pagas y te lo baja y te lo dejan en un sitio donde el suelo es giratorio para ponerlo derecho y que puedas salir según vas.

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– Los semáforos están muy por delante del lugar donde se tiene que parar uno y si es girando se puede pasar. Es decir, si giro a la izquierda y justo hay un semáforo en rojo, puedo tirar palante siempre y cuando no haya nadie pasando por el paso de cebra.

– Los coches llevan una pegata para identificar a los novatos, como nuestra L, pero aquí tiene forma de hoja verde y amarilla. El símbolo resulta que se ha adoptado también para indicar lo que es fácil de utilizar («para novatos»): lo podrás ver en tiendas de electrónica al lado de modelos de cámaras de fotos, impresoras, etc…

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– También existe una L pero para los señores mayores, en esta ocasión es de color amarillo y naranja y los ponen los jubilados para que los demás los tengan en cuenta

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Bicis

– Desde hace un par de semanas te pueden meter un multón de menéate y no te agarres si vas borracho conduciendo la bici. También, en teoría, te pueden multar si vas conduciéndola con una mano (hablando por el móvil o con un paragüas), o si van dos en una bici.

– En Tokyo es muy normal ir por la acera con la bici, nadie pone mala cara y siempre te suelen ceder el paso. Y si no, para eso está el timbrecillo.

– No se pueden dejar las bicis en cualquier lado, hay parkings de bicicletas que suelen ser baratos. A pesar de eso, la gente las deja cerca de las estaciones arriesgándose a que les pongan multa o a que se las retiren directamente. Si esto pasa, hay que ir a un sitio a pagar por recogerla. Normalmente no te la quitan a la primera, sino que te dejan un aviso ahí pegao al manillar.

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– Existen bicis con batería que son la leche pirula. Las de los polis tienen, y la gran mayoría que he visto yo son de madres que llevan a sus hijos ahí palante y patrás. Aunque el modelo de bici que más triunfa es el «mamachari» que es la bici de paseo de toda la vida, que las hay desde poco más de 10.000 yenes.

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– Las bicis están matriculadas, es decir, te ponen una pegata con un número y te la registran a tu nombre. De vez en cuando hay controles donde te piden el carnet y comprueban que la cosa coincida (yo voy por el quinto en dos años y pico). Yo para aparcar la bici en la oficina he tenido que pagar y también tengo una pegata. En mi caso son 500 yenes al año, así que es nada.

– Por regla general se respeta a los ciclistas, yo voy al currelo por una carretera de tres carriles para cada lado y nunca he tenido ningún susto, siempre me suelen dejar pasar y me esperan. Vamos, que me tienen en cuenta.

– Como la bici es un medio de transporte más que un medio de hacer ejercicio o de entretenimiento, es normal ver situaciones como entrajetados con el maletín en la cesta yendo a trabajar conduciéndola mientras se fuman un cigarro.

– Por lo mismo del punto anterior, venden todo tipo de artilugios: como cacharros para enganchar un paraguas abierto en el manillar o reposavasos para llevar latas abiertas en posición vertical. Yo llevo, además, dos luces que van a pilas, una blanca que enchufa a flashes para delante y otra roja que hace chiribitas para atrás.

Esperando en Shinagawa

Ayer estuve esperando a una amiga en la estación de Shinagawa. Me apoyé en una pared, me quité los auriculares y me descubrí ensimismado mirando a montones de personas que no dejaban de pasar por delante de mis ojos.

Ví cuerpos sin alma que caminaban como si morirse fuese dejar de hacerlo. Otros, sin embargo, iban iluminando la estación allá por donde pasaban con sonrisas de 1000 vatios y chispas en la mirada.

Había grupos de chicas con teléfonos móviles que hablaban a gritos entre ellas sin despegar la vista de la pantalla, y entrajetados que les miraban las piernas con descaro, y señoras con mochilas y gorros que subían y bajaban al ritmo de sus reverencias de despedida.

A mi lado había una papelera a la que alternativamente venían personas con dinero suficiente para pagar el billete y estar dentro de la estación, pero no como para comprar algo que leer, así que sacaban periódicos y tebeos rebuscando en la papelera y continuaban su camino. Sus ropas sucias y zapatos roídos no merecían apenas las miradas de los que estábamos allí, su olor, sin embargo, si.

Me giré y enfrente estaba yo reflejado en un ventanal. Me ví jóven, con el pelo más largo que nunca y pensé que últimamente me dejaba barba por bastante tiempo. En el reflejo estaban detrás de mí mis padres, él me ponía su mano derecha en mi hombro izquierdo, y ella su izquierda en el otro y me sonreían. Si me giraba no estaban, así que seguí mirando al reflejo por un rato y casí pude sentir de verdad el peso de su apoyo invisible en los hombros, esos que sirven para equilibrar la cabeza calibrando, acaso, la cordura.

Escuché risas y ví a un grupo de niños con gorros amarillos y mochilas rojas que se pegaban entre ellos mientras caminaban. Había tres chicas mayores acompañándoles. Dos reían con ellos, la otra no. Dos deslumbraban y la otra asumía el papel contrario, como si fuese el agujero negro del grupo poniendo empeño en deshilachar la alegría de todo el resto. Pensé en que si de mí dependiese, hacía tiempo que la habría despedido.

El que esperaba al lado mío dejó de hacerlo cuando aquella chica de pelo anaranjado llegó. Apenas se miraron a la cara dos segundos, pero se hicieron reverencias y se fueron caminando juntos. Pensé en que quizás eran novios, de hecho por su edad podrían perfectamente estar casados y seguro que se querían con locura, pero ni siquiera se rozaron los dedos cuando se encontraron. O tal vez simplemente eran dos compañeros de trabajo que apenas se conocían.

Alguien me estaba mirando, así que miré y era otro extranjero que estaba también esperando pero por el lado de fuera de la estación. Creí por un instante en eso de que las personas podemos sentir las miradas de otras, aunque también pensé que es simplemente casualidad como cuando miras un reloj digital y ves la misma cifra en todos los números. Mantuve su mirada justo hasta que aquella chica la interrumpió pasando entre nosotros y nuestros cuatro ojos se pusieron a caminar con ella.

Era mayor, tenía un pelo negro largo, larguísimo, que le cubría toda la espalda. Llevaba un niki blanco ajustado que publicaba su delgadez con titulares de elegancia y una minifalda que atormentaba la imaginación. Caminaba encima de unos zapatos de tacón de altura inalcanzable, como ella misma. Seguro que esta vez no fue casualidad porque mi mirada la podía notar hasta yo, así que se dió cuenta y me respondió con la suya, y me sonrió, y me iluminó el alma… me pregunto a cuantos más habría puesto a sus pies ese mismo minuto.

Me giré para intentar recordar para siempre su manera de andar mientras se alejaba, y al hacerlo me choqué con un señor mayor que se había puesto detrás de mí tal vez para hacer lo mismo que yo. Nos pedimos perdón a la vez y él se alejó unos pasos por si acaso yo me dejaba embelesar por otra y le empujaba otra vez al verla alejarse de mi.

Entonces llegó mi amiga, y me pidió perdón por llegar tarde, y dejé de ser espectador para convertirme en actor, pero de esos que se empeñan en tratar de iluminar, no vaya a ser que a alguien le dé por fijarse y yo no esté sonriendo.

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El uso de la bici en Tokyo

Por alguna razón, cada vez que me monto en la bici me vienen a la cabeza Pantxo, Bea, Javi, Tito y hasta el Piraña silbando la cancioncita. Pero coincide que esto es Tokio y de ponerle algún color al verano, sería más bien el gris del asfalto, los edificios y hasta del cielo, que rara vez se ve azul.

Así empieza el último artículo que me han publicado en Soitu, donde trataba de contar de primera mano cómo es el uso de la bicicleta en Tokyo. Lo que me ha parecido curioso ha sido la reacción de algunos comentaristas. Yo trataba de contar cómo aquí conviven ciclistas y peatones en perfecta armonia y cómo esto es posible a pesar de no haber infraestructuras, porque todavía estoy por ver un carril bici en Tokyo. Mi conclusión era que la diferencia era meramente cultural, que no hace falta que me llenen Bilbao de carriles bici porque luego en la práctica resulta que por ahí va la gente paseando a los perros, sino que lo suyo sería que peatones, ciclistas y conductores entendiesen que es perfectamente posible coexistir siempre y cuando haya respeto mútuo.

Pero, como me temía, no estamos preparados. Y no me pongo del lado de ninguno, porque aquí soy ciclista pero en Bilbao era conductor y peatón, sino que simplemente queda bien claro que no nos respetamos y si no empezamos por ahí, mal vamos.

Quizás en Tokyo lo que pasa es que la inmensa mayoría de los peatones que van por la calle son a la vez ciclistas de diario, y claro así no hay posturas a acercar que valgan porque bien juntas y claras que están.

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Otros ikusoitus:

Mi vida en 20 metros cuadrados
Un día cualquiera en la ciudad más cara del mundo
Sayonara sale
Esas cosas que te han contado de los japoneses

Sancho, ponte bello

Menuda semana que llevo, a los jaleos habituales se han sumado otros que espero que sean provisionales y no me da la vida, no me da la vidaaaaa.
Pero vamos a por el blog que ya va siendo hora de postear algo. Por cierto, jodé como se nota que la gente está de vacaciones, aquí ahora no entra ni el google a indexar… esto da que pensar, porque en vacaciones se supone que la gente tiene más tiempo libre para dedicar a estas cosas… ¡conclusión! ¡¡la peña lee el ikublog desde la oficina!!

Teniendo en cuenta que este post lo estoy escribiendo desde la oficina también, si vosotros no decís nada, yo tampoco…

¡Vamos a ello, doncello!. ¿Os acordáis del Don Quijote? es una cadena de tiendas que hay en Japón donde venden absoluta, total y definitivamente de todo. Para abrir una franquicia te piden como requisito que pongas los productacos apelotonaos en edificios de cinco plantas y pasillos por los que no quepan dos. Yo suelo ir de vez en cuando a ver qué tienen, porque hay cada cosa que Buda tirita. El otro día me pasé por la sección de belleza y me encontré allí unos artilugios dignos del doctor McNamara:

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Esto viene a ser un chisme para pulir la forma de la jeta con los rodillos. Objetivo: encoger papo para dejar de parecer un smiley :!:

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Esta es la versión rodillos con pinchos, no usar con barba que da tirones

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Versión artilugio para chicas con dos tipos de rodillos!!

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Máscara con efecto sauna para reducir las caras redondas sarteniformes como la mía

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La máquina de tortura esta no la acabé de sacar… ¿para dar masajes cabezoniles?

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Un masajeador de carita con forma de florecita

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Otra máscara con efecto sauna pero para todo el jerol. También vale pa hacer del Hannibal Lecter si fuese menester

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Pues eso, con sólo llevarlo haces que tu pecho sea glamuroso, la traducción de «Breast Suction Pad» os la dejo a vosotros que a mi no se me ocurre nada que no sea guarrindongo

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Rulos para darse masajes tetiles y hacer que la cosa coja fuerza y se sustente sola

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Esta historia se las trae… ese chisme es para que tengas una mejor sonrisa, y lo que hace es estirarte la boca horizontalmente para que te salga ahí un buzón estilo Jim Carrey

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Eso se irá regulando, digo yo, hasta que uno ponga el límite, por ejemplo que te quepa una galleta Maria de lado

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Dice que lo uses dos o tres minutos al día pa dar de sí el boquino según vaya uno viendo que ya se va bostezando de través

Sólo me queda añadir: :pirao: , :peneke: y :ikufantasma:

Japovisión, epílogo

No ha mucho que tres cantautores libraron un duelo lírico-coreográfico de tintes legendarias. Su gloriosa poesía era capaz de resquebrajar al más duro de los corazones. Sus estilizados movimientos eran fruto de años de ensayos puliendo cada músculo, cada mirada, cada gesto con un gracejo sin par.

Con tres épicas composiciones encima de la mesa, decidieron que fuesen las masas las que intercediesen para elegir la más maravillosa obra jamás realizada por el hombre.

Brilló con luz propia la oda al cereal blanco envuelto en sargazos que cautivó sobremanera al público.

Semanas después, hemos podido documentar el concienzudo método de composición de estos tres singulares seres con extremidades inferiores mamíferas del órden de los Lagomorfos.

Recomendamos verlo en la intimidad por la tremenda carga emocional que conlleva:

The :pliebre: Team
Guillerotti
Flapycelli
Toscanetti




Fukagawa Matsuri

La Nere, que a ver si este fin de semana hacíamos algo, que ha buscao por ahí por la net esa que es inter, y que le sale que hay un festival donde se hacen procesiones con los altares y que la gente les tira agua, que pinta bien.

Yo que había ya decidido de antemano que este fin de semana me lo iba a tomar con calma, que descansaba de Karate y de Yosakoi porque mi cuerpo me estaba pidiendo sopitas desde hace dos semanas… vamos, que estaba un poco hasta los huevos de tanta patadita y tanto baile con la caló que hace, no lo dudé mucho y me apunté.

Lo de este festival es curioso, resulta que hacen todos los años, pero que el gordo es cada tres y que el último tocó el año pasado. Quizás por eso, porque allí se nos podía contar a los extranjeros con los mocos de una nariz, el matsuri fue más bonito. Menos espectacular seguro, pero por estar sólo rodeados de los del lugar hizo que fuese más auténtico. Además que si había hambre, teníamos al ninja pa que mangase unos higos a la que nos quisiésemos dar cuenta, así que el plan estaba hecho!

Lo primero que vimos fue a gente allí vestida esperando a que empezase el jaleo…

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El omikoshi, el altar, pertenece a un templo y antes de sacarlo de paseo, los monjes lo bendicen allí mismo. Es el único rato en que el que los que lo llevan se están callaos porque luego lían la de Buda es Buda.

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Allí se tiraron un rato rezando mientras nos pedían que agachásemos la cabeza, y después ya empezó el jaleo. Los forzudos levantaron el altar, lo zarandeaban para arriba y para abajo, lo giraban, lo levantaban y lo sujetaban con una mano dando voces. Vamos, que se veía que se lo estaban pasando bien, y nosotros más, claro. Y eso que el altar aquél pesaba por lo menos veinte veces más que el que llevé yo!

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Por detrás del altar resulta que iba un monje montao en un caballo, con un señor que llevaba una carretilla para recoger lo que el noble animal tenga a bien aflojar por la calle. Y luego iban un par de monjes llevando un cepillo portátil para recaudar lo que las nobles gentes tengan a bien aflojar por la calle también.

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También había algún Mambrú Dulcineo que se gustaba de llamar la atención. ¿Se os ocurre algún término calificativo?  yo por más que pienso, no soy capaz de que se me ocurra uno…

:pliebre: :pliebre: :pliebre: :pliebre: :pliebre: :pliebre: :pliebre:

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Y luego, pues claro, a descansar con unas cervecitas . Que, por cierto, a nosotros nos vieron ahí tan formales sentaditos en la acera al lado de ellos que nos vinieron a traer comida y bebida también. Aunque lo mejor fue que al Guille vieron que le estaba dando el solete en el terrao y un señor vino y le anudó el pañuelo del festival en la cabeza, todo esto sin decir una sola palabra. Anda que no molaba el Guille!! anda que no!!

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Las fotos molan, aunque esté bien que yo lo diga, pero en el video es donde se aprecia mejor el jaleaco que me forman y lo guay de cómo son estas cosas. Ojo, que hay un extranjero con barba llevando el omikoshi, a ver si lo encontráis. Y tampoco os perdáis al que tiene la cabeza rapada con el kanji del sitio…

Dentro ikuvideo!!

Luego ya nos retiramos a Asakusa, que por la noche mola mucho, y allí ya acabamos de cumplir el cupo de pasarlo bien en la mejor de las compañias.

Melancolía

– No sabría decirte porqué, de verdad que no lo sé, creo que no hay una sola razón sino muchas que se van acumulando durante semanas hasta que de repente hacen que me pase lo que me pasa.

– Esta mañana, por ejemplo, he llegado a la oficina después del terremoto, y me sentía muy bien. Era una mezcla entre temor por si alguna vez ocurre ése tan tremendo que dicen que están esperando, y emoción por haber vivido la experiencia. Así que llego, abro la puerta de la oficina, doy los buenos días y, como siempre, sólo Michiko me responde. Las otras tres personas apenas se dignan a apartar un instante la vista de sus monitores para ver qué ha perturbado la atmosfera. Pues bien, esa ha sido la razón, digamos, desencadenante. De repente me ha entrado algo parecido a un escalofrío por el pecho y se ha quedado ahí para todo el día inundándome de pena, haciendo que ya ese día no vea nada con claridad. Y fíjate, tan contento como estaba.

– Por supuesto, sé que no merece la pena, que estos tres miserables de ego inflado no se merecen ni un recodo de mis sentimientos, pero ha pasado y pasa aunque entiendo que no tenga sentido, me ocurre y no puedo hacer nada para remediarlo más que dejar pasar las horas. Es como si luego, con el reposo de la noche, se desenredasen solas todas las preocupaciones y se dejasen en un montón que el nuevo amanecer se encarga de barrer, y aquí no ha pasado nada.

– Si toca uno de esos días, no se puede sacar nada en claro. No hay Karate que valga, ni té verde en polvo que batir, ni coreografía que ensayar. Incluso el blog, del que sabes que tan orgulloso estoy, me resulta pedante y aburrido, y de repente creo que es una total perdida de tiempo, hasta contesto a comentarios con desdén.

– ¿Sabes eso que decimos nosotros de la botella medio vacía?, pues yo no es que la vea así, sino que la botella en sí me da igual.

– Curiosamente esos días suelen ser los más productivos en el trabajo, me aislo, cosa bastante fácil en mi oficina, y tecleo sin parar con el objetivo de mantener mi mente entretenida en algo que me permite dejar de pensar que el maldito reloj cuenta hacia atrás cuando no miro.

– Y llego a casa, y como chocolate y mi cuerpo pesa el doble en el futón. Allí me quedo pensando en lo que siento, pero no hay razón aparente. Y entonces lloro al ver algo normalmente relacionado con mi pasado: la foto de mi hermano Javi, la letra de una de las cartas de mi madre… no es que rompa a llorar desconsoladamente como en las películas, no va por ahí la cosa. Es mucho más íntimo, brotan lágrimas durante largo tiempo aunque apenas hacen que se perturbe mi respiración, pero ¿sabes?, con cada una de ellas el escalofrío del pecho va perdiendo fuerza, como una batería que se descarga.

– Despues, exhausto de sentir y con los ojos todavía templados, me duermo profundamente, como si hubiese corrido una maratón. Y al día siguiente todo está en su lugar. Es como si mi corazón cumpliese el cupo de sentir y reclamase ser vaciado. Y luego todo vuelve a empezar como si nada hasta dentro de unos meses que volverá a ocurrir.

– O sea, que tu, como nosotras, también tienes la regla.

– Visto así….

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El campamento de Karate

El cuartel general del mundo de la asociación de Karate fundada por Hirokazu Kanazawa está a un cuarto de hora en bici desde mi casa, concretamente a cinco minutos más para allá del McDonalds al que me he propuesto no mirar cuando paso no vaya a ser que me de por pararme.

La asociación se llama SKIF, Shotokan Karate International Federation, aunque se podría quitar la I porque casi ninguno de los profesores hablan otro idioma que no sea japonés, cosa que me parece normal por otra parte. Kanazawa Kancho sí lo habla, y con bastante soltura desde hace un montón de años cuando se propuso que el Karate se conociese en todo el mundo. Bien pensado… dejaremos la I porque resulta que existe la asociación en más de 31 países.

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Kancho es un sufijo de estos japoneses que se ponen después del nombre, como San o Sensei, que significa presidente o fundador y sería de mala educación referirse a él sin utilizarlo, aunque también es cierto que yo nunca le he llamado directamente. Las veces que he hablado con él han sido para agradecerle una explicación o contestarle alguna de las preguntas que me ha hecho derrochando esa cordialidad que le caracteriza.
Pues bien, decía que Kanazawa Kancho habla inglés aunque poco importaría que no lo hiciese porque basta con verle moverse para entender perfectamente por donde van los tiros. Envidiable y sobretodo admirable que mantenga semejante pasión por lo que hace a sus 77 años de edad.

Al campamento de hace dos semanas, al contrario que al del año pasado, no vino porque nos apuntamos muy pocos, o se apuntó poca gente porque no venía él, no sabría decir. Y tampoco hubo muchos chavales, así que los protagonistas absolutos fuimos nosotros, las 16 personas que decidimos encerrarnos con un profesor a pulir lo más posible eso de moverse con las rodillas dobladas dando puntapiés y parando golpes imaginarios.

La cosa fue en Chiba, en un pueblo pesquero llamado Katsuura donde hay un centro de alto rendimiento de artes marciales. Esto que suena tan a :ikufantasma: no es más que una especie de ryokan gigante con muchísimas habitaciones donde hay canchas para hacer ejercicio, con la peculiaridad de que todo lo que se hace son artes marciales. Allí ves desfilando por pasillos a gente con trajes blancos de Karate, azules de Judo y marrones de vaya usted a saber de qué, andando de acá para allá con cara de enfadados al encuentro del tatami donde les toca entrenar esa vez.

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Estoy convencido, este año más que nunca, que el verdadero beneficio no es el físico por mucho ejercicio que se haga, sino que este campamento tiene la magia de hacer conocer de verdad a quien uno cree que ya conocía, esas personas que uno ve tres horas por semana y con las que casi no comparte frases con sentido entre descanso y descanso de clase. Aquí no, aquí se desayuna, se come, se entrena y se duerme porque no hay otro sitio al que ir. Y uno conoce un poco más a sus compañeros, con los que la relación ya habrá cambiado para siempre ganando complicidad y calidad en esas tres horas que se volverán a compartir en el futuro.

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Llegamos el sábado, descargamos maletas, ocupamos habitación y empezamos con la primera clase de dos horas y media acompañados del sonido de mil cigarras y libelulas que ocasionalmente se colaban en la cancha que nos había tocado. Patadas, puñetazos, paradas, katas y mucho sudor después nos encontrábamos en los baños del lugar donde, una vez más, el pelo que tengo en el pecho fue el protagonista. Y eso que no tengo tanto, pero soy el Yeti comparado con ellos.

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Después, barbacoa de las de comer mucho. No se si será machismo, costumbre, o machismo por costumbre, pero en este tipo de eventos las chicas siempre se encargan de que los chicos tengamos el vaso lleno sirviéndonos todo el rato. Rara vez ocurre al contrario, aunque también pase, así que la chica de cinturón naranja se encargó de intentar que la mayor parte del contenido de las Asahi pasase, temporalmente, por mi vaso antes de que se acabase la comida. En aquél momento me pareció que era una forma de romper el hielo bastante resultona que sirvió para que entablásemos conversación que quizás habría sido más difícil de otra manera. En el pasado seguro que fue machismo, en el presente es simplemente una costumbre heredada de aquellos tiempos a la que no merece la pena buscarle connotación alguna.

Así que comimos y bebimos, y luego continuamos bebiendo en la habitación. Este año no estaba Kanazawa Kancho para encandilarnos con sus maravillosas historias, pero no faltó conversación, ni risas, ni fotos.

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A la mañana siguiente tocaba ir a correr, concretamente a las seis, así que pasé una noche en la que me dediqué a mover el futón de todo aquél que roncaba, que creo que fueron todos. Desistí definitivamente de dormir cuando a alguno le dió por rechinar los dientes a todas las y cuarto.

El sol naciente y nosotros fuimos a correr, y si esto no es voluntad de sacrificio que venga Buda y lo vea. Con resaca y sin haber dormido nada, estuvimos echando carreras hasta el mar, poniendo buena cara y mejor estómago cuando nos cruzábamos con alguien. Después desayunamos, y en el descanso de dos horas en el que todo el mundo se dedicó a dormir lo que había en el DEBE de la noche anterior, yo me bajé al pueblo a sacar fotos.

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Luego tocó la última clase, otras dos horas a dar lo que se puede después de todo el tute del día anterior, con medio resaca y muchas agujetas pero poniendo más carne en el asador que la noche anterior en la barbacoa.

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Después, pues despedida y cierre. Cada uno a su coche a cumplir como buenos pasajeros y dar conversación al conductor para que allí nadie se durmiese. Es de caballeros eso de aguantar y no mostrar debilidad hasta que ya no mira nadie, momento en el que uno, por fin, puede relajarse y morir exhausto en el futón sin ronquidos ni rechinar de dientes que perturben el reposo del guerrero…

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Concretamente 15 horas reposando se tiró el guerrero que os habla…

La chica que doblaba toallas

Hay días en que aprovecho la hora de comer para salir de la oficina e ir de compras. En el mismo edificio de la estación de Meguro hay un Uniqlo y un Muji a parte de muchas tiendas pequeñas, con lo que no es raro verme por allí curioseando aunque no compre nada, para acabar comiendo algo rápido del combini de la esquina y bajando la cuesta con la bici casi a contrareloj para cumplir el horario.

Ese día decidí tomármelo con calma y compré un par de camisas de manga corta, y por alguna razón salí por la otra puerta del Uniqlo que daba a un pasillo con más tiendas que curiosear.

En una de ellas vendían objetos para el hogar de esos artesanales de madera incluyendo artilugios y aceites para dar masajes. A mi estas cosas siempre me han llamado la atención, así que empecé a toquetear, abrir y oler… hasta que cogí lo que yo entendí como un masajeador de piernas cuyo hipotético uso empecé a ejercer.

Entonces llegó ella, una chica de más o menos mi edad que estaba doblando y colocando toallas en una estantería. Dejó de hacerlo y se me acercó. Hacía muchas reverencias y sonreía tanto que había momentos en que costaba saber si tenía los ojos realmente abiertos. Su pelo largo y negro se confundía con la chaqueta del uniforme negro y rojo de la tienda, totalmente inapropiado para el calor que hacía aunque he de reconocer que era muy elegante y le quedaba perfecto. O eso me pareció.

Excuse me -me dijo en un inglés forzado- that … that ….
Hai -le contesté en mi japonés forzado- que esto no es para las piernas, ¿verdad?
Oh, hablas japonés muy bien
Que va, que va
Pues es que eso que has cogido es un masajeador de espalda, ¿me permites?
Ya me parecía a mi raro, toma toma

Cogió el chisme, que era poco más que un palo con dos rodillos de madera con pinchos, y me empezó a dar un masaje en la espalda. Al acercarse más a mi pude notar un olor suave pero muy fresco, que supuse de champú y de repente quise acariciarle el pelo y olerlo más de cerca. En vez de eso seguí sujetando las bolsas del Uniqlo y ella siguió presionándome lo que sea que tenga yo entre los omoplatos con firmeza, haciéndome algo de daño a veces al clavarlo demasiado. Nunca he entendido eso de que un buen masaje debe doler, pero me dejé hacer el rato largo que duró la demostración.

Joe que gozada, ¡no pares! -dije. No era mentira del todo porque aunque dolía, me gustaba tenerla cerca… dejémoslo en que era una verdad desafinada-
Jajaja, ¿a que si? Pues así se usa, aunque es mejor con alguno de estos aceites, se lo puedes regalar a tu novia y así que te de masajes, jajaja
Eso si tuviera novia, claro -¿dato sonsacado?, o eso quisimos creer mi ego y yo-
Jaja, bueno pues a tu madre, qué remedio
Un poco a desmano le pilla también, ¡está en España!
Vaya, jajaja, pues ¿alguna amiga?
No se yo… me parece que cuando quiera un masaje, vendré aquí y me pondré a masajearme los pies con el masajeador de espaldas hasta que aparezcas tu -parecía que era otra persona la que estaba hablando por mi-

Ella, lejos de cortarse, me siguió el juego:

Jajaja, vale, pues ya me fijaré por si vienes otra vez. ¿Qué haces en Japón? ¿estudias?
Anda, pues si que me ves jóven, no no, estoy trabajando aquí cerca
Pues no te había visto nunca por aquí
Creo que es la primera vez que entro aunque la mitad del sueldo me lo dejo en el Uniqlo de ahí detrás
Jajaja -de nuevo esa sonrisa encantadora. El olor del champú de tanto estar ya no estaba- Uniqlo es barato y está bien, lo malo es que cuando te compras algo, lo tiene medio Tokyo
Si, eso es verdad

De repente una voz salió de detrás de la caja registradora gritando Eri y algo más que no supe entender.

Me tengo que ir, espero verte más por aquí
Si si, en cuanto me duela algo vuelvo
Jajajaja -esta vez sí que llegó a cerrar los ojos del todo, estoy seguro-
Hasta luego Eri
Are? ¿como sabes mi nombre?
No te asustes… lo acaba de gritar tu jefa a medio Meguro. Yo soy Oskar, encantado
Encantada, vuelve otro día, ¿vale?, aunque no te duela la espalda
Vale, trato hecho -mientras sigas usando ese champú….-

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Otros encuentros:

La chica del shamisen
Desclasificando una noche
Calor humano
La chica de Okinawa
La chica del bar de Shibuya

Café gratis de 8 a 9

Ya se ha acabado, pero durante una semana, en Julio te daban café gratis en los McDonalds si ibas de 8 a 9 de la mañana… El café del McDo es malo como él sólo, que cada vez que hacen uno a Juan Valdés se le cae un pelo del bigote, pero de ahí a que lo regalen…

En cualquier caso, bravo por la iniciativa, seguro que sus estudios tenía detrás. ¿A vosotros os parece que esta campaña benefició económicamente al McDonalds? Si todo el mundo es como yo, seguramente si entras te pides algo para comer porque te da palo ir sólo a por la ofertaca, y puede que además hagan que alguno se acostumbre a tomar el cafelito mañanero en el McDo más cercano y siga yendo después.

Por cierto yo no fuí, que el aguachirri ese ni aunque me paguen (y además Juan Valdés sin bigote no es nadie).

La bebida biónica

Ahora que veo el chumo de frechita del tito Fla, ¿os acordáis de la mujer biónica? Era una tunanta que no se qué le pasaba que le ponían historias de robots por dentro y la tipa tenía una fuerza del copón, que te daba un bofetón y te volvía peonza.

Pos yo el otro día en el campamento de Karate me compré…

¡¡ La bebida biónica !!

Le saqué fotos, que luego esto lo cuento y no se lo cree ni Mochilo:

Que no me convirtiese en IkuRobocop no quita pa que grite a las cinco brisas:

:peneke:

El robot que corre

Los de la Toyota, que han sacao un robot que corre que se las pela:

Que en el video se ve a una gachí que le mete tobas en el pecho y el bicho culea pero no se cae. Cuando está ahí quieto dando botes como calentando mola mucho, pero cuando se le ve corriendo da una grima del copón de la baraja, que se menea moviendo el culoescuadra ese que tiene que parece que baila salsa.

En cualquier caso, la cosa es acojonante!!

Eso si, el post es de los de hacer en 2 minutos:

:regulero:

Me he cansao menos escribiéndolo que la chica en darle placaplacas al carachapa.
Fuente: Asia CNET

Ikumanual de instrucciones

Desde el ikucambio, el blog funciona algo distinto. No es que se haya ararunao, ojo, que ha quedao mu chulo. Pero es que la cosa va de otra forma, especialmente el sistema de comentarios, porque ahora cogemos y apuntamos en un postit cuando comentáis, así para la siguiente vez que entréis no hace falta que volváis a meter los datos que ya nos acordamos más ufanos que ufanos.

Como también se puede poner una imagen y muchos de vosotros no lo habéis hecho, el ikublog va y os asigna una de un monstruito al azar. Esto es así porque a mi me hizo mucha gracia y así se queda, pero como algunos os habéis rayao, aquí van las instrucciones para que pongáis la foto que os de la real gana:

1- Id a gravatar y registraos dándole a la flechita del menú de arriba «Log in to, or Sign up for, Gravatar» y seleccionar «Sign up»
2- Meted ahí el mismo email que usáis para comentar en el ikublog. Por ejemplo: «patapon@copon.com»
3- Los señores de gravatar os mandarán un email a esa dirección pa estar seguros que sois vosotros y no un otro, así que con ir al correo y pulsar en el link que os mandan ya se fían
4- En la pantalla que sale, hay que elegir usuario y contraseña a lo Chloe.
5- Ahí ya se puede elegir una de las imágenes que tienen ellos, o subir la que queráis

Además, ahora es posible contestar a un comentario en concreto en vez de poner uno general en el post, así que como es más fácil, me veréis mucho más activo ahí contestandoos.

Luego están las ikucaricas, ¡ay las ikucaricas!. Yo cuando ví que se podían poner las que uno quisiese, ví una mina ahí. Así que cuando me viene alguna tontez a la cabeza, busco una carita por ahí por internet y la ikuadapto. Aquí van las instrucciones de uso:

:ikufantasma: el primo rojuno del fantasmico se usará cuando algo que se haya puesto en el post, o algún comentario de alguien sea una fantasmada como una morsa de gorda.

:copon: expresión de estado de ánimo alteradamente encabronil, usualmente utilizado al final de una frase

:jumjum: este se pondrá cuando lo que se haya dicho vaya con intención porsaquense, a lo Risto Mejide

:ikugracias: porque nunca se dan de más

:gatostiable: himno a la libertad creativa, pero con criterio antiulcerítico, voz de protesta ante el bicho aboquil multipateable tarambanil. Este tampoco se pone nunca de más.

:gambiters: ícono representativo de todas las situaciones verbenerofestivas, expresando el carácter golfo de los participantes

:pirao: es bastante relativo eso de decir que uno está pirao, pero tampoco está de más señalarlo de vez en cuando

:viejuno: cuando uno está viejuno o se hace alguna actividad viejuna, es menester poner la ikucarica correspondiente

:bythesegao: icono pensado inicialmente para indicar el camino de salida de aquellos comentaristas porsaquiles, pero resulta que el pueblo llano ha decidido usarlo para despedirse con lo que yo también lo uso con tal significado. Lo que no quita para que tanto yo como vosotros mandéis a cortar pinos con él a quien consideréis necesario

:cry: si la cosa se pone tierna, soltaos, soltaos

:regulero: cuando se crea que el post publicado ofende a los lectores por su escasa calidad, se deberá indicar con este iconico. Ojo, que también se utilizará para calificar comentarios, que aquí hay pa todos

:peneke: ikucarica pensada para una sección en concreto, pero que se podrá utilizar para expresar asombro en cantidades ingentes

:palizero: cuando por circunstancias algún post o comentario te ha tocao los webos, se deberá dar una ostia virtualmente con este macarra amarillo. O tas tas al culete, como dice Nuria

:ahivalaotia: ikucarica bilbaína del barrio de Rekalde que ha flipao en estéreo y en HD con lo narrado en el post, o con algún comentario

:pliebre: no está muy clara la diferencia entre gambitero y pataliebre, aunque ambos tienen un matiz cariñoso de amistad que nunca debe malinterpretarse. A no ser que aparezca dos veces seguidas, que entonces habrá que mentar a la familia del pataliebrante si el pataliebrado lo considera necesario.

Y bueno, yo creo que con esto ya está todo el intringulis desenredado… si hay algo que todavía no os cuadre, en los comentarios os espero con todo mi esmero.

:bythesegao: