Archivo por meses: junio 2009

Buya en Shibuya

Iba yo andando tranquilamente después de trasquilarme medio Uniqlo de Shibuya, cuando aparecieron por allí un quintal de rascayús dando voceríos. Era una manifestación de la ultraderecha junto a lo que parecía un desfile de modelos de la policía, porque la proporción era de un poli por cada dos ultraderechostiables. La pena es que en el lote no les cayesen un par de palos por metro recorrido.

Tipos con cara de cabrones gritaban que Japón estaba mejor siendo sólo Japón y que había que cerrar las fronteras y dejar de hacer negocios con el extranjero, especialmente con los yankis (ahora que mira, si todos son como el parlapuñaos yo también dejaría de extraperlar para no tener que oir extraparlares)

Alguno iba dando panfletos a la gente, y la gente no se los cogía. Un chico de más o menos mi edad (que siendo japonés, serán 10 años más), lo cogió, lo arrugó con las dos manos sin leerlo y se lo tiró a los pies del pavo gritándole algo que sonó a indicarle la dirección de salida un poco más explícitamente que por donde la hierba ha sido cortada.

:bythesegao:

Entre tanto ultraderechismo yo no me dejaba de ver a mi mismo como un potencial objetivo al que darle una somanta palos en cuanto me parase a rascarme la nariz, así que anduve con treinta ojos. Yo para estas cosas soy más fantasma que ni sé, el Bruce Willis en el sexto sentido se queda en un amago de movedor de ouija a mi lado, así que ya iba planeando mi manera de defenderme: «si me viene alguno de frente, le meto una patada en los huevos y echo a correr hasta donde Tokyo pierde su nombre (que ya es decir), y si alguno se me planta delante, más deconstrucción de los óvalos que provoco y más pa Yokohama que tiro»

Por fortuna, allí lo único que pasó fuí yo desapercibido entre tanto policía y tanto cabrón, así que llegué sano y salvo a mi casita con una ondonada de ropa recién comprada que me probé delante del espejo descojonándome pensando en que será la única vez que la vea tan planchada.

Eso sí, todo aquél que siga pensando que los policías no dan miedo porque han visto un video en el youtube, que le echen un vistazo a las fotos:

Homenaje a Michael Jackson en Yoyogi

El viernes cuando me puse a leer las noticias y ví que se había muerto este hombre, me quedé flipao. Siendo sinceros, me quedaría igual de flipao si me enterase que se ha muerto Bud Spencer o Murdock el del Equipo A. Es decir, que no he sido nunca un admirador compulsivo y la verdad es que ni me va ni me viene demasiado, pero forma parte de los recuerdos de mi infancia y adolescencia gambitera.

Si entró en mi vida es porque los medios se encargaron de que yo supiese quien es, poniendo a todas horas sus videos musicales, que me flipaban de pequeño. De sus canciones, ni fú ni fá… seré raro por decir esto, pero me da igual, el que escribió sobre gustos es un prepotente, tampoco me gusta el fútbol y soy muy feliz así. Los insultos los podéis dejar en los comentarios, que con wordpress es facilísimo borrarlos.

Bueno, pues esos mismos medios que metieron al zombi de thriller en mis pesadillas, se encargaron después de ponerle a parir diciendo mil barbaridades y al final teníamos todos una imagen de un señor con la cara blanca, la nariz deformada y mascarilla que enseñaba a un niño que casi se le caía desde un balcón.

Yo ni me creía lo que decían ni me lo dejaba de creer. Igual que si me dijesen que Murdock o Bud Spencer son gays (aunque lo de éste último sí que me costaría creérmelo). Vamos, que yo eso de idolatrar no lo llevo muy allá, si acaso al señor Morinaga y sus tabletas de chocolate.

Ese mismo viernes yo fui a la oficina como siempre, esperando que pasase el día lo más rápido posible. Enchufé cadena 100 en el iPhone y ale, a programar. Mar Amate me mandó un mensaje, que si me podían llamar para hablar de cómo se ha vivido la muerte de Michael en Japón, yo le contesté que no tenía ni idea porque ni siquiera había puesto la tele, y por la calle camino de la ofi no había visto a nadie haciendo el moonwalker, pero me dijo que les seguía valiendo que les dijese esto porque es lo que yo ví, así que me llamaron y eso dije.

Desde ese día pues supongo que lo mismo que en cualquier país del mundo: la tele totalmente monopolizada sobre la noticia con fragmentos de sus videos musicales y a poder ser la mayor cantidad de fotos posible con el pobre hombre entubado medio inventándose rumores sobre su muerte.

En Tokyo todo normal… menos el sábado por la noche que me encontré a un montón de gente en Yoyogi, con camisetas y fotos de Michael y velas puestas en su honor. Había gente que sobreactuaba llorando delante de cámaras de televisión, y gente que lloraba de verdad al abrigo de la oscuridad quizás con lágrimas provocadas por la luz de las velas.
Otros imitaban sus bailes mientras un corro de gente cantaba alguna de sus canciones, y muchos reían y disfrutaban de aquel sencillo y espontáneo homenaje.

Aquello me pareció la forma más humilde, preciosa y sincera de honrar la memoria de Michael. Hasta yo volviendo a casa iba silbando la de Billy Jean, y la habría tatareado más allá del estribillo de haber sabido como sigue.

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El post regulero de la semana

Esta semana me he tirado delante del ordenador más tiempo que ni sé, entre el trabajo y lo de las nuevas camisetas, se me ha quedao una carapixel que riete de Mario Bros, me peino con escuadra y cartabón, no os digo más.

Así que ¿qué mejor que despedir la semana con un post de esos de los de sin pensar?

Efectivamente, vuelvo con otra entrega del culto a la huevez, narrando la hazaña de la estatua del Coronel Sanders que han encontrado en el fondo del río. Cuento la historia a lo ikusuki: resulta que hace 24 años el equipo de Beisbol de Osaka, los Hanshin Tigers, ganó la liga por primera vez en su historia, así que la gente salió toda pataliebreada a liarla parda y al pasar cerca de un Kentucky Fried Chicken de esos, arramplaron con la estatua y la tiraron al río. Y el caso es que no se ha vuelto a saber nada hasta el otro día que la encontraron toda regulera, como el post este.

Aprovechando un ritual que celebran los del Kentucky Fried Chicken este todos los años para «honrar» a los pollos que han cocinao, han hecho una especie de exorcismo con la estatua y hay un monje que dice que «está destinada a salvar al equipo que últimamente anda regulero».

Dentro videos!

Fuente: Japan Probe
Tiempo destinado: 6 minutos (se va notando que le voy pillando el truco a wordpress)
Orientación del camino de salida:

:bythesegao:

Buen finde!

母乳酒 – Bonyushu, el grupo de Miguel

Por aquello del internet, uno no tiene demasiada dificultad en buscar y familiarizarse con los paisanos que viven por aquí. Cuando volví a Bilbao después de vivir seis meses en Tokyo, le cogí afición a esto de los blogs de Japón así que puedo decir que ya conocía bastante bien las vivencias de Héctor, el tito Fla, Alan, Ale… cuando volví aquí por esta segunda vez.

Lo cierto es que a veces daba la sensación de que sólo había unos pocos viviendo en Japón, aunque se me quitó de un plumazo el día de la recepción del que imita a Fuentes, que aquello parecía la estación de Shinjuku pero dándole la vuelta a la proporción japoneses-extranjeros, allí había más gañanes ibéricos que ni sé (ciudadanos, porque ibéricos de los del cerdo más bien pocos).

Vamos, que había vida más allá de los cuatro o cinco blogs que yo conocía. Aunque también es cierto que al margen de los que he comentado antes, sí que había algunos otros que me sonaban, que aunque no sabía muy bien qué hacían o dejaban de hacer, sí que les ubicaba en algún pino cercano entre el quinto y el séptimo donde vivo yo. Sin ir más lejos, el chico con el que voy a Yosakoi (que sólo he ido una vez, por cierto, ya me vale) le conocía de su cuenta de flickr y un amago de twitter que hace mucho tiempo ya que dejó.

Del que vengo a hablar hoy también sabía algo. A este hombre le recuerdo de verle vestido de la tuna con un acordeón, y a veces con un sombrero negro, patillas y gafas. También sabía que tenía un blog que se actualiza de hanamis a setsubunes, y una vez me contaron que en sus actuaciones utilizaba muchos juegos de palabras en japonés y que la gente se descojonaba con él. En esa conversación no me quedó nada claro qué tipo de actuaciones eran esas, aunque yo me imaginaba que tendrían algo que ver con clavelitos y acordeones y no me dejaba de parecer gracioso el asunto de ver una tuna por Tokyo.

El otro día recibí una invitación suya para ir a un concierto que daba en una sala no muy lejos de donde yo trabajo, y allí que me fuí. No tenía ni idea de qué me iba a encontrar, pero me gustaba mucho la idea de poder verle en directo, así que metí todas las cámaras en la mochila de llevar las cámaras y me planté con una amiga en el bar.

Nada más entrar nos encontramos con Héctor y ya nos quedamos con él todo el rato. No se puede decir que seamos amigos porque la verdad es que sólo hemos coincidido dos o tres veces y poca frases hemos intercambiado, pero sí puedo decir que es un tío majo, abierto y mucho más campechano y normal de lo que algunos comentarios de su blog pretenden. Allí estaba con su cámara colgando del hombro y cuando nos quisimos dar cuenta, ya estaba sacándole fotos a un tipo con peluca, con el permiso y la colaboración del tipo en cuestión. A mi me sacó alguna también.

En el escenario había un grupo de japoneses que hablaban más que cantar, y cuando por fin se callaron, apareció Miguel. Sombrero negro, patillas, gafas y un micrófono cerca. No llevaba el traje de la tuna, pero su imagen me cuadraba.

 

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Lo que no me cuadró tanto es que hablaba en castellano y en japonés más o menos a partes iguales, y lo mismo pasaba con las canciones del grupo: la mitad en castellano y la mitad en japonés.

Me gustó el sonido que nada tenía que ver con una tuna, me gustó lo que decía en castellano y lo japonés que sonaba en japonés. Me gustó comprobar que era cierto eso de que la gente se reía con sus frases y que diese las gracias diciendo gracias las mismas veces que arigato.

Saqué fotos, muchas, pero la oscuridad no me dejó acertar a sacarlas nítidas, las mejores por aquí estarán. Eso si, aprovechando una mesa que estaba justo delante de él, pude grabar un video decente con la cámara que dejé ahí puesta encima de un minitrípode que vigilaban dos chicas majísimas.

Si váis a ver los vídeos, por favor, no dejéis de pensar que sólo había tres personas españolas dentro de aquél bar de Yotsuya en Tokyo, y que una de ellas era el que cantaba. El grupo se llama Bonyushu (母乳酒), el cantante es Miguel y es mentira eso que dice de que predica en el desierto:

Miguel, fué todo un placer, si señor. Al siguiente, si me dejas, también me apunto como está mandado.

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Un martes de té

Con los ojos todavía entrecerrados enciendo el ordenador y muevo la flecha esa blanca que sale inclinada hasta ponerla sobre el icono que me dice el número de personas que se han acordado de mí mientras yo dormía. Hoy hay pocos, pero me conformo mientras haya uno sólo. Y con él y sus noticias que son malas y trato de digerir junto a un café que quema, doy por inaugurado un nuevo martes de esta vida tan extraña que alguien quiso que viviera.

Es raro el día en el que no me plantee quedarme a trabajar en casa, pero el sentido común y yo sabemos que basta algo medianamente interesante para distraerme de mi trabajo, y resulta que Internet está lleno de ese tipo de cosas. Así que cojo la bici y enfilo el camino que me llevará a la oficina pasando por calles con legañas y avenidas remolonas que todavía no han acertado a despertarse.

Entro por la puerta y saludo en japonés. Sólo Michiko me contesta, pero ya no me extraña. Desde que no trabajo para ellos es como si yo no existiese, aunque lo realmente raro es que de vez en cuando me prestan atención preguntándome cosas que se le preguntarían a compañeros de trabajo “normales” como qué hice el fin de semana….

Pero ellos y yo sabemos que mi situación no es normal , y no sé si por envidia o por desinterés, hemos llegado a un acuerdo no escrito por el que nos ignoramos mutuamente lo más que podemos, y ya llevamos así más de un año.

La misma flecha del ordenador de casa aparece en el de la oficina, y también la apunto al icono que, esta vez, me suele decir qué hacer durante las ocho horas siguientes. El primer mensaje es de Michiko, dice que me ha dejado un postre japonés en la nevera, que está dentro de una lata y que me lo coma frío que está muy bueno. Sonrío y la miro, pero resulta que ella hace rato que estaba haciendo lo mismo. Mientras escribo la respuesta más amable y sincera que se me ocurre, pienso que hoy ya ha merecido la pena no haberme quedado a trabajar en casa.

Últimamente la hora de salir llega muy pronto y este martes, además, está muy bien señalada porque la profesora de la ceremonia del té va a estar esperándome a una media hora de viaje de allí. En Tokyo es mentir decir que se llega tarde por culpa de un tren, así que pongo especial atención en salir lo más pronto posible después de las seis.

Hoy Michiko no puede venir por temas de trabajo con lo que es la primera vez que voy sólo a la clase. Me siento nervioso, me da vergüenza y por el camino me voy inventando excusas para no ir, a pesar de lo cual me monto en el tren correcto. Menos mal que ni a mí mismo soy capaz de convencerme.

Entro y saludo en japonés mientras me quito los zapatos. La profesora me recibe con una sonrisa enorme. Pienso en que siempre la recordaré así, con esa sonrisa eterna que nos regala al llegar, y me apunto en un rincón que eso de sonreír tengo que hacerlo más para ver si alguien me recuerda a mi algún día de la misma manera.

Me habla en japonés todo el rato, aunque a veces se da cuenta de ello y trata de hablar en inglés aunque no va más allá de dos o tres palabras. Yo casi no tengo problemas para entenderla en japonés y me gusta mucho más que hable en ese idioma porque es lo suyo, pero en lo que ella considera un gesto hacia mí, de vez en cuando cambia a inglés y lo mantiene hasta donde puede que, gracias a Dios, no suele ser mucho.

Tiene onigiris preparados para Michiko y para mí. Siempre nos dice que como vamos directos desde el trabajo, que tendremos hambre y siempre nos tiene algo preparado. Me como el mío mientras ella última los preparativos de la clase, aunque no deja de hablarme quitándome de un plumazo esa estúpida sensación de nervios que tenía hace un rato.

Entonces empezamos. Repito los mismos pasos una y otra vez, pero siempre hay algo que corregir: el brazo está muy elevado, no mires al invitado directamente, el dedo meñique lo has separado al soltar el cazo, has echado demasiado té, el natsume es un dedo más a la derecha…

Todo lo dice de forma que no resulta ofensivo y además yo sé que se calla muchos de mi fallos de los que yo mismo me doy cuenta. Es todo un arte cómo es capaz de enseñar y corregir sin que el ego de uno se dé por aludido.

Pasan las dos horas como dos sorbos, y nos dedicamos a recoger los utensilios en silencio. La solemnidad sigue presente justo hasta el momento en que todo se ha recogido y nos saludamos con una reverencia de rodillas manteniendo la distancia entre alumno y profesor hasta ese instante. De repente vuelve la sonrisa, la jovialidad, la amabilidad, la ternura de la señora que prepara meriendas y pregunta por las novias que no tengo.

Trenes y pedaleos después vuelvo a casa, me quito el pantalón y veo que está manchado de verde. Algunos de mis dedos tienen todavía el mismo tono, y no estoy seguro si es en el paladar o en mi cabeza, pero yo noto el gusto del té por ahí dentro.

El sábado me preguntaron sobre el significado de la ceremonia y no supe qué contestar. Creo que hoy tampoco sabría describirlo, pero sé que tiene que ver con hacer de la calma el sentimiento mayoritario, de apaciguarse, de alimentarse de sosiego respirando templanza. De concentrar cuerpo, mente y alma en un pequeño ritual que es precioso si se sabe mirar, pero lo es más si se sabe escuchar.

Y lo mejor es que ese sentimiento no se va al cerrar la puerta de la sala, sino que sigue con uno hasta mucho tiempo después.

No sé… es como si alguien no me hubiese dejado de acariciar la nuca desde hace más de dos horas.

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¡Otra camiseta! ¡IkuFuji!

Este año nos ha costado muchísimo sacar los nuevos diseños. La historia es larga y los obstáculos muchos, pero después de tanto jaleo por fin hemos encontrado la mejor manera para hacerlas. Dejadme que os cuente un poco cómo hemos hecho éstas últimas y así aprendéis un poco más del ikuproceso.

Está claretis que yo vivo en Tokyo, y me imagino que ya sabréis que Bea está en Bilbao, es decir, una ikumitad allí y la otra en el sexto pino, o al revés según se mire.
En esta ocasión los diseños se me han ocurrido a mi, pero esto no significa que siempre los haga yo, la Kurosuwado y la Kotoba son de ella, y el logo también.  Así que esta vez, que han tocado dos míos, primero le conté la idea por email, y después le mandé un primer boceto.

Ella me los da vuelta a todos, que si esto más parriba, que si esto pabajo, que si el color así, que si el trazo asao… y yo me mosqueo un huevo!!! pero siempre acabo haciendo lo que dice porque pasa que yo estoy tan metido en el dibujo que no me doy cuenta de muchas cosas. Así que preparo dos o tres versiones del original, uno con los cambios que ella pide, otro con algunos que se me ocurren a mi, y otro con todo mezclado. Y ahí es cuando los mandamos a los amigos y les pedimos que voten el que más les guste, todo esto sin decirles cual es el que nos gusta a nosotros claro. Esta lista de amigos cada vez es más grande, es todo un orgullo contar con opiniones como la de Núria, Ale, Guille, el tío Fla… os podéis imaginar.

Después toca elegir prenda. No es tarea nada fácil porque hay muchísimas diferentes, y además las de chica y las de chico también lo son. Así que empezamos otro toma y daca: que si quedaría mejor con esta, que si no hay de chica que sea igual, que si que me cuentas chato, que lo que oyes chata…

Y entonces pedimos presupuesto. Últimamente afinamos más con las tallas porque por ejemplo, por experiencia ahora sabemos que casi nadie pide una S de chico (a pesar de que es la que mejor me suele quedar a mi), aunque si que se piden muchas XL.

Entonces a Bea le mandan una prueba de las camisetas, ella le saca fotos y me las manda y si ambos estamos de acuerdo, las imprimimos. Yo la verdad es que aquí siempre estoy de acuerdo, porque además me fio 1000% de lo que ella opine.

Cuando por fin llegan las camisetas, toca revisión, ella va mirando una por una que todas tengan todo correcto: la etiqueta cosida en el lugar que debe, que el diseño esté centrado, que la impresión no esté borrosa, que la prenda no esté defectuosa… Y devuelve las que no pasan el Beafiltro que podéis creerme cuando digo que es muy estricto, y que ¡menudos disgustos se lleva cuando desecha muchas!

Una vez que las tenemos, ella mete los datos de las tallas en una base de datos que nos hemos currado, se saca fotos ella misma y a amigos y me las manda, y yo me encargo de actualizar la web y el blog.

Con estas dos últimas camisetas hemos incluido fotos de colegas que nos han dado su permiso para sacarles, pulsando sobre la imagen de la camiseta les veréis, y además hemos puesto un botón «nuclear» que mostrará de una vez a los mejores modelos que podíamos tener, dadle, dadle que seguro que conocéis a alguno.

Entonces llegan los pedidos, que a efectos prácticos es un email que contestamos pidiendoos la dirección postal y que nos confirméis la talla y el modelo. Yo ahí no hago nada más que sonreir de oreja a oreja cuando el gtalk me saca el mensajito de «Pedido desde la web!». Bea se encarga de ellos: imprime las etiquetas con el nombre personalizado, envasa la camiseta al vacío, mete algún ikudetalle (si queréis saber qué es, pedid una!), y se va para correos a enviarla. Allí le dan un código que os manda, y con el que podéis saber por donde está el pedido introduciéndolo en la web de correos.

De manera espontánea últimamente nos contestáis y nos decís que ya os ha llegado, incluso nos mandáis fotos del pedido y todo. Eso nos encanta, esa idea de saber que nos consideráis tan cercanos como para escribirnos en ese plan… yo no me imagino escribiéndole al corte inglés después de haberles comprado algo. Y todo unido a las fotos por ahí por el mundo que nos mandáis con una sonrisa en la cara, hace que esto merezca la pena hacerlo, se vendan camisetas o no.

¡Aunque lleve sin ir a Karate dos semanas!

Bueno, corto el pedazo de rollaco y paso al nuevo diseño:

Fuji Curvas Version 11 (Fonts embedded).jpg

La explicación:

El Fuji a lo Ikusuki

Al principio no había manera de ver el Fuji, así que nos lo tuvimos que imaginar…

¡Y nos salió con txapela!

Después, por fin, lo acabamos viendo ahí todo digno él, pero… ¿qué queréis que os digamos?, ¡¡¡nos quedamos con el nuestro!!!

富士山 (Fujisan) significa ni más ni menos que Monte Fuji

Ojo, que Fujiyama está mal dicho, ¿eh?

Las fotos:

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Los enlaces:

IkuFuji Chico
IkuFuji Chica

Las gracias:

:ikugracias:

PD: Si alguno que esté en Japón está interesado, decídmelo lo antes posible porque Bea me va a mandar las dos nuevas camis en un titá y así os las puedo dar en persona (o enviaroslas desde aquí si no vivís en los Tokyos)…

Ikusuki en el Machu Picchu

Decían Los Berzas en una de sus canciones: «Me voy a Machu Picchu a comerme un San Jacobo». Omar seguro que fue a otra cosa, pero eso sí, no se olvidó de su Ikucami y nos manda una pedazo de foto en un pedazo de sitio que siempre me ha parecido alucinante.
En el ikumail ponía esto:

¡¡¡ Aupa bikote !!!

Como lo prometido es deuda… os adjunto la foto de una camiseta de Ikusuki en el Machu Picchu, primera de las 7 maravillas. Me he dado cuenta de que al quitarme la camiseta del Athletic me despeine un poco… pero después de 4 días caminando por la selva daba igual. Llevaba ambas camisetas guardadas en una bolsa hermética que sólo abrí cuando vi la puesta del sol en el Machu Picchu. Mereció la pena cargar con ellas.

Esker anitz eta besarkada handi bat.

¡¡ Muchas gracias Omar !!
¡¡ Esperamos que te lo pasaras bien!!

Dentro mapa!

¡¡ Ranking de Ikupuntos !!

Javi—–> 25 puntos por hacer de modelo
Prognatis-> 25 puntos por comprar una Ikusuki Eki, un post, una foto que mandó y alguna que otra cosa más
Omar —–> 20 puntos por comprar una Kurosuwado y por esta foto tan genial en el Machu Picchu
Neki——>20 puntos porque últimamente le hemos sacao mucho y por comprar la Ikusuki Eki
Jimmy——>20 puntos por comprar la Ikusuki Eki y una Cienpiés
Oriol –> 20 puntos por comprar un par de Ikusuki Ekis
Mario –> 20 puntos por comprar una Kurosuwado y una Ikusuki Eki
Encarni—> 20 puntos por comprar una Kurosuwado y una Kotoba
Almu——> 20 puntos por comprar una Cienpiés y una Kurosuwado
Josep—–> 20 puntos por comprar una Kurosuwado y una Cienpiés Cyan
Nacho—–> 15 puntos por las fotos en Kamakura, Shibuya, Marrakesh, Jordania y La Habana
Jonathan–> 10 puntos por comprar una Kurosuwado
Carlos—-> 10 puntos por comprar una Kurosuwado
Raúl——> 10 puntos por comprar una Kotoba
Goyo——> 5 puntos por la foto de Irlanda
Nagore—-> 5 puntos por las últimas fotos
Stuntmantburgos -> 5 puntos por el post «Primera ley (La Ikuley)»

¡¡ Recordad !!
Comprar camiseta: 10 puntos
Enviar foto para ikusuki in the world: 5 puntos
Publicar un post en tu blog con alguna foto sobre Ikusuki: 5 puntos
Hacer un video con alguna cami y subirlo a internet: 5 puntos
Hacer algo original que tenga que ver con Ikusuki: 5 puntos

Los que lleguen a 30 podrán elegir uno de los ikuregalos:

– Pack de un ninja y un llavero sushi/gyoza (quedan 3 packs)
– Calcetines estilo tabi con el dedo gordo separao (quedan dos pares: azul oscuro y negro)
Fuurin (quedan dos)
Pack de dos ninjas








Y nada, antes de marchar :bythesegao: contaros que nos hemos casi quedado sin tallas de chico de la Ikusuki Eki, así que si estáis interesados en una, más va valiendo que os vayáis dando espabilo y prisera…
:ikugracias:

El post regulero de la semana

Hola chatos!

Ya iba siendo hora de «escribir», por llamarlo de alguna manera, un post de esos copiados descaradamente de algún sitio y plantado aquí demostrando tener la jeta más gorda que un barbapapá

Hoy para echarle más cuento al asunto, voy a poner palabras ahí rimbombantes del estilo de «se da la circunstancia» y así, como para maquillar el hecho de que lo que pongo es un plagio del copón y de paso mantener la cancamusa sensacionalista ahí a tope. Vamos a ello:

Como seguro que ya sabéis, en Odaiba, esa red de islas artificiales construidas sobre terreno robado al mar, han erigido en un alarde de ingeniería sin precedentes un robot de casi 20 metros de alto basado en el famoso anime de los 80 de título «Gundam». 

Una vez más los japoneses demuestran su liderazgo mundial en el campo de la robótica y la física, resultado de su alto presupuesto destinado a la investigación y desarrollo, uno de los más altos del mundo como tengo a bien comprobar casi a diario en esta megapolis que es Tokyo…

¡¡ Y el :copon: bendito!!, jodé, soy incapaz de seguir, me entra la risa con tanta gilipoyez!!!

¡¡Que el robot ya se mueve y alguien, que no he sido yo, lo ha grabao!! ¡¡Dentro videos plagiaos!!

 
Fuente: Playstation Portable Updates
Tiempo en escribir el post: 9 minutos
Dificultad: media, enchufar un par de vídeos y poner un párrafo ahí todo fantasma inventándome la mitad de las cosas pero siendo sensacionalista a tope.

El paso de cebra

Me desperté solo. Es lo normal, pero esa mañana se me antojó extraño, como si lo habitual fuese que en cada despertar un cuerpo se dejase abrazar por el mío. Pero no, me desperté nuevamente solo un nuevo día. Y me sentí así, de repente, solo, mucho.

Pensé que era raro que me sintiese así, que llevaba más de dos años amaneciendo de la misma manera, con alguna que otra excepción que nunca contaré, y no entendía la razón de aquel sentir.

Dolía…

De repente sentía la necesidad de tener a alguien con quien compartir mis problemas, mis alegrías… mi vida, pero no había nadie y era lo normal aunque ese día escociese un poco más de lo habitual.

Y solo como estaba, salí a la calle y una vez más la rutina y yo nos montamos en la bici hasta llegar casi hasta la oficina.

Entonces les ví: un grupo de niños, ocho creo que conté, que andaban en fila india agarrados a una especie de cuerda que manejaban dos chicas, las monitoras del grupo.

Todos reían, desde las dos chicas mayores hasta el más pequeño de los niños. Yo aparqué la bici, saqué la cámara y con cada pulsación del botón notaba que mi soledad se iba evaporando, hasta que de repente olvidé sentirla.

Pensé que la vida hay que saber mirarla, que hay momentos que nunca se repetirán y que merece la pena intentar valorarlos, que uno es lo que es y está como está y no tiene sentido esperar nada, sino valorar lo que se es y como se está. Ahora mismo. Ya.

Entonces decidí no montarme en la bici, sino cruzar el paso de cebra para cruzarme con ellos y poder verles mejor. Y cuando la chica que iba delante me sonrió, me di cuenta que estaba devolviéndome la sonrisa que desde hacía un rato yo tenía en la cara.

Y dejé de sentirme solo. Por lo menos por lo menos, hasta el siguiente despertar.

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¡¡ Nueva camiseta !!

Menuda historia que tiene esta cami… madre mía. Desde que empezamos a hacerla allá por Enero, hasta ayer que nos acabaron de llegar…

Bueno, esto ya os lo contaré otro día que hoy lo recuerdo con perezaca, reconcome y queseyoes y me da la úlcera.
:copon:

El caso es que por fin ya podréis salir de nuevo a la calle con la cabeza bien alta por llevar una exclusiva Ikucamiseta, y no os podéis hacer a la idea de qué exclusiva es: Bea se ha tenido que pelear con medio mundo y parte de Teruel.

¡¡Pero ya las tenemos!!

Al lío!, primero una fotaca de un sitio donde el 90% de la gente lleva gafas, mochila y granos:

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Segundo, el diseño de la cami:

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Y ahora la explicación:

¿Ya has sacado billete?

Con el diseño de la línea de tren Yamanote de Tokyo, vamos nosotros y nos inventamos una estación: la Ikusuki Eki, la que nos indica que hemos cogido la línea buena, que por aquí, vamos bien.

¡Y mejor que va a ir!

つまらない(Tsumaranai) significa: aburrimiento, perrería, galvana

楽しい (Tanoshii) significa: alegría, diversión, gambiterismo

La cosa está clara: sácate la perrería pasando por Ikusuki!!

Aquí nuestros modelos de excepción:

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Un hombre mal vestido es un bulto sospechoso

Por cierto, todavía nos quedan ikuregalos, aunque cada vez menos…

¡¡ Ah !! Si alguno de Japón la quiere, que me lo diga lo antes posible, que Bea está a punto de mandarme la mía!!

Improvisando

Hoy tenía preparado un video. Estuve ayer hasta las tantas de la noche editando y subiéndolo, y como no me ha gustado como ha quedado, esta mañana he estado un rato reeditándolo. Total, que lo he dejado subiendo y me he venido a la oficina. En teoría, vimeo debería reemplazar la versión vieja por la nueva, pero no me hace mucho caso…

Como uno tiene una reputación, y hoy no me cuadraba un post regulero de esos de poner videos de otros y quedarme como Dios con mis santos huevos , pues meto la tarjeta de memoria en el ordenador, me descargo fotos e improviso un post así según voy a lo Faemino y Cansado.

Anda, estas fotos que salen aquí son de un artículo que estoy preparando para soitu sobre el uso de la bici en Tokyo. Lo tengo casi casi acabado, sólo me falta sacarle una foto a un policía en bici y ya las tendré todas. Estas son de una bici con batería:

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Intentando pillar a un poli, he estado yendo estos mediodías cerca de la estación de Gotanda y me siento ahí en una valla que da a la carretera a sacar fotos… Policías no he pillao, pero ha salido alguna foto curiosa:

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Anda, jaja, de estas ni me acordaba!. Resulta que compré un montón de Cups Ramens de esos que te haces ahí según vas con sólo echarle agua caliente, y me entretuve con la cámara haciendo el indio:

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Esta la sacó Guille cuando fuimos al Oktoberfest, que tenían una mascota ahí que era un ratón o algo parecido… el pobre no veía ni papa, me estaba intentando dar la mano y yo estaba a su espalda casi…

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Y estas son de una bebida nueva que se llama Limón & Nada y que precisamente es eso, como limonada. Está bastante buena, y no tiene burbujas… lo que no sé es si de verdad tiene algo que ver con Spain, como dicen o los limones son del mismísimo Osaka:

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Jodé, antes digo lo de Osaka y antes salen estas!!! Encima coincide que justo ahora ha vuelto el tío Fla!! El señor del carro es el que sale en el video este que hice, ¿os acordáis?

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¿Y este?, jajajaja, Totoro qué llevarás en el saco ese, Gambitotoro te voy a llamar!!

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¡¡Hombre, las botellas de agua!!. A falta de confirmarlo 100%, me han dicho que las ponen en la calle para que no meen los gatos y perros. Algún misterio tendrán: la textura de plástico, que se ven reflejados por el agua… pero parece que funciona el asunto, y no es raro verlas de vez en cuando en farolas, muros de la entrada de casas…

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La del Ramen!! En ese cartel ponía que no se podía fumar en el restaurante porque el humo del tabaco perjudica tanto al aroma como al sabor de la comida, así que ale, prohibido. Me parece muy bien!

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Estas son de mi barrio, que se han puesto en plan cañeros con los cuervacos, porque hay unos cuervacos como pastores alemanes. Cuando se plantan ahí en los cables de la luz y empiezan con su recital melódico barroco, dan unas ganas de acariciarlooooos. Así que para prevenir semejante jaleaco que montan, han plantado en los cables de la luz un huevo de pinchos, ahora ya no se suben!!

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Una del gatostiable, que ya se que he perdido toda mi fama de digno gatostiador, pero la recuperaré con un golpe de efecto. De momento ahí va un Daruma maqueao a lo mininostiabilítico. Es un detalle muy feo que tampoco tenga boca ni dientes que partirle.

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:gatostiable: :gatostiable: :gatostiable: :gatostiable: :gatostiable:

Y hasta aquí el post improvisao! Marcho  :bythesegao:

Kaiten Sushi

– ¿Puedo sacar fotos?
– Jaja, claro, no hay problema. Lo único que no saques a la gente porque están comiendo y no sé si les gustará que les molestes, pero del restaurante saca a lo que quieras.
– Gracias!!
– Iie iie. Es raro que me hayas pedido permiso, normalmente nadie lo hace…
– Sou desu ka?
– Un

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– Toma, para que tengas una foto curiosa
– ¡¡ Ostras !! Pero si tiene pescado dentro y todo, ¡menudo artista!
– Jajaja, cuando hayas sacado las fotos comételos, ¿eh?
– Si si, jeje, ¡gracias!

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– Ten cuidado con la cámara que la has dejado muy cerca del grifo de agua caliente.
– Anda es verdad, gracias. Por cierto, se puede tomar todo el té que uno quiera, ¿verdad?
– Si, eso es
– ¿Hay gente que abuse del asunto? ¿Que coma muy poco sushi pero se beba un montón de tés y se tire un rato largo?
– No, la verdad es que no pasa o no nos damos cuenta. Tampoco importaría, el agua siempre está caliente y para eso está el té… no nos preocupa.
– Ah vale… pues yo me voy a tomar otro
– Douzo

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– Buff, me parece que ya no puedo comer más… ¿se paga allí, verdad?
– Jajaja, te has comido los pequeños también, ¿estaban buenos?
– Pues la verdad es que no lo sé, porque como eran tan pequeños casi no tenían sabor…
– Jajaja, también es verdad!. Espera que te cuento los platos… vale, también has pedido una cerveza, así que esto es.
– Estaba muy bueno y gracias por el minisushi.
– ¡Muchas gracias! – (¡muchas gracias! – gritan el resto de camareros a la vez.)

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Más del Gundam

El viernes a la noche volví y resulta que lo tenían iluminado en plan guay, pero guay guay, pero yo no llevé ni cámara ni nada. Hoy he vuelto, pero no tenía luces… aún así he sacado alguna foto desde otros ángulos. Ahí van, y prometo no dar más la chapa con el roboto por ahora (o hasta que le pille con las luces guays, que molaba, soltaba humo y todo!)

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El Gundam de Odaiba

Gundam, por lo visto, es una serie estilo Mazinger-Z pero a lo nuevo donde hay robots. No la he visto en mi vida, pero por hacer 30 años que se le ocurrió a alguien hacerla, han plantado en Odaiba un pedazo de robot de 18 metros de alto.

Hoy después de currar me he ido allí y le he sacado todas las fotos. Mola mucho aunque no os guste el anime, y además había una luna preciosa y hacía una temperatura guay, así que me ha gustao la roboexcursión!

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En ikuflickr están las fotos en gordas, echadles un ojo láser!

Alrededores de Haneda

Mi casa está rodeada de cuestas, esto significa que menos en la dirección del Kitamura, vaya para donde vaya tengo que tirar para arriba. El repecho que me separa de Honmonji me deja ver las luces de los edificios de Shinagawa por las noches, y también los flashes de los aviones que van a aterrizar a Haneda.

Es el aeropuerto para vuelos domésticos de Tokyo, y está cerca de Odaiba. Que yo pueda verlo desde mi casa significa que no está muy lejos, así que el domingo dejé tanto php y tanta historia, y me fuí con la bici hasta allí por segunda vez.
 
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Es una zona fea, industrial, repleta de almacenes con contenedores roñosos de esos que en las películas llevan gente dentro para colarlos en el país que fuese. Hay maquinaria aparcada cerca de edificios que seguro que cumplen su función, pero son horribles, aún más si cabe al estar protegidos por esas vallas de alambre rotas aquí y medio tumbadas allá.

 

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Las carreteras son amplias y muy rectas, seguro que para facilitar la circulación de todos esos camiones que irán cargados con lo descargado de los aviones. Desentona la presencia de muchas máquinas de bebidas en cada rincón, podría decirse que tocan a dos por fábrica. Me puedo imaginar a los obreros sentados en el bordillo de la acera con latas de café a media mañana, con toallas en la cabeza a modo de pañuelo, y monos de trabajo con un tono que sólo deja intuir su color original. 

Eso será entre semana, porque el domingo no había ni un alma.

Sólo alguna pareja paseando y algún otro con cámara tratando de conseguir capturar en foto la magia de esos aparatos que vuelan aún pesando mucho más que yo.

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La familia Asahi

¡Arranca, que ya estamos todos!

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Conté hasta cinco tamaños distintos de la misma cerveza en el súper del Sr. Kitamura

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El latacaco de 3l, y latas de 500, 350, 200 y 135ml

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Ahora que ya he sacado la foto, a esto habrá que darle salida un día de estos…
¡Sin problema! ¡Llamaré a mi amigo el ninja!

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La pequeña es muy pequeña, pero mucho mucho, es el bonsai de las laticas

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Solo dió para el culo de la jarra, me hicieron falta tres para llenarla…

Un lunes de Karate

No se ve a nadie a través del cristal, así que parece que hoy será un lunes más en el que llego el primero al dojo de Karate.

A pesar de estar sólo, hago dos reverencias, una al entrar por la puerta y otra antes de pasar al vestuario. Estas son de verdad, no como el resto que llevo hechas durante el día, éstas salen de dentro.

Cambio los pantalones de pana y la camisa de manga corta por el traje blanco que compré hace casi dos años a Suzuki Sensei. Recuerdo hablarle en inglés y deletrearle mi nombre para que lo bordasen en el pantalón y en la chaqueta en Katakana. Pienso en todo lo que habré cambiado desde entonces y lo poco que me daré cuenta de ello.

Mientras saco el cinturón de la mochila, entra un compañero al vestuario y me saluda con un «oss». Medio vestido, le correspondo al saludo y sigo con el ritual de atar ese trozo de tela bordada y teñida de negro que me ha condenado a tener todos los días agujetas en alguna parte de mi cuerpo desde hace más de 24 meses.

Salgo al dojo olvidando por completo ser el Oskar que se sienta delante del ordenador en la oficina.

Siento un cosquilleo por toda la espalda. Ya estoy aquí otra vez.

Ya hay más gente, pero yo sé que esto va de mí contra mí mismo, de que mi mente pelee contra mi cuerpo y le gane algunas veces.

Mientras hago estiramientos, entra el señor mayor con el que tuve aquél incidente. Es lunes y él siempre viene los lunes, así que era de esperar, pero una vez más mi cuerpo gana y decide reaccionar por sí mismo acentuando el cosquilleo de la espalda. Decido hacer que no le veo otra vez, y así evito saludarle. Perdono, pero no olvido. Y mi cuerpo, al parecer, tampoco.

Más compañeros llegan. Hay saludos que anuncian pequeñas conversaciones y risas, algunas más de verdad que otras.

Automáticamente todos dejamos lo que estamos haciendo cuando entra el profesor, y nos acercamos y le hacemos una reverencia. La tercera que no es fingida en lo que llevamos de día.

Es la hora. El profesor da la orden de empezar, y entonces la autoridad pasa al alumno más veterano que nos grita que nos pongamos en fila, y nosotros nos ordenamos por cinturones. Hace tiempo que ya no hacemos el ademán de ceder el lugar de la derecha a los que tienen el mismo nivel que nosotros porque Suzuki Sensei nos dijo que rompía el ritual.

Nos arrodillamos y saludamos al dojo, al profesor y a los compañeros gritando «por favor» cada vez. Murakami Sensei, en un tono más calmado, nos anuncia que la clase empieza y nos hace una nueva reverencia que todos devolvemos. Una más de todas las que nos haremos durante la hora y media que estaremos allí.

A partir de ese momento poco importa que la desidia casi me convenciese de dejar pasar la estación y volver a casa a descansar, no significa nada que en la calle llueva, o los planes que pueda tener para mañana. En ese momento estoy yo y otros como yo que tratamos de hacer, la mayoría de las veces sin éxito, lo que una persona nos dice. Y el mundo da igual. O el mundo es esto, según se mire.

Hay algo que cuesta más de lo normal y la clase se para. Escuchamos atentamente al profesor, y de repente me mira y se calla. Se le nota pensativo. Vuelve a hablar para decir en inglés «understood?» y yo le contesto en japonés: «hai!» y le hago la enésima reverencia. Miro a mi alrededor y aunque llevamos más de una hora de clase, no ha sido hasta ese preciso momento cuando me he dado cuenta de que soy el único extranjero. Es una sensación extraña que hace que la balanza de mis sentimientos a veces se incline hacia la incomodidad de que la clase se pare por mi y otras veces hacia ser un privilegiado. Lo primero pasa cada vez menos, y últimamente es innecesario porque entiendo la explicación en japonés sin demasiado problema, pero los profesores no lo saben, o no lo creen, o un poco de ambos.

El traje de Karate acumula mi sudor, y con él, mis ilusiones y anhelos. Las agujetas ya no están, aunque yo sé que se esconden y saldrán de nuevo a esas otras horas que ellas y yo sabemos.

Podría decir que estoy enfadado, no con nadie en concreto, pero es el sentimiento que mejor me define en ese momento. Enfadado, enojado, exaltado para seguir poniendo más de mi ser con cada patada, con cada puñetazo, con cada parada, para no bajar la intensidad del principio, para que no importe que duela respirar.

Cuando monto en el tren camino de casa, me siento exhausto pero rebosante, pleno de algo que no sabría explicar, algo entre felicidad y satisfacción.

Me bajo en dos paradas y empiezo a andar. El azar, o el destino, han querido que la ruta más corta sea por Honmonji por donde siempre paso de noche y nunca hay nadie. Me paro junto a la pagoda, una vez más, y la miro. La paz del lugar hace que la balanza de sentir se incline hacia el lado bueno, el que tiene que ver con saber apreciar lo que tengo en ese momento sin pensar demasiado en lo que he perdido.

Ya en casa cuelgo el traje en una percha. Está todavía húmedo y no son horas de poner la lavadora, así que dejo que siga empapado con mis sueños y ambiciones que, hoy especialmente, hacen que pese más del doble.

Y entonces me acuerdo de Roberto, y las ganas de compartir con él las tres últimas horas hacen que me siente delante del ordenador y empiezo a escribir lo más rápido que puedo, para no olvidarme de nada ahora que los sentimientos todavía están tibios:

No se ve a nadie a través del cristal, así que parece que hoy será un lunes más en el que llego el primero al dojo de Karate…

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IkuKarate

La IkuMosDo

Desde que leí el post del tío Fla sobre la hamburguesa donuts esa que sacaron cuando se pusieron a jugar a los inventos el Sr. Moss Burguer y Mr. Donuts, he andado todo canino por comer una. Pero en mi barrio, a parte de cuervacos como gorrinos de grandes, y el súper del Kitamura, no hay nasti de plasti, y mucho menos un Moss Burguer.

Así que me la he tenido que fabricar yo!

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Primero se compran unas hamburguesas de las de toda la vida

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Calentamos aceite como siempre (el efecto de la foto es para que no se note la mugre del mango y alrededores)

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Freímos la hamburguesa como se ha hecho toda la vida: procurando que salpique el máximo posible y que la ropa se impregne del aroma ya para toda la tarde

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Una vez hecha la fritanga, se deposita la carne en una superficie estable

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Este es el elemento clave, la herramienta circuncitoria cárnica.
Es importante que esté homologada para evitar daños.

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Se estampa la herramienta contra la carne intentando acertar en el centro.
Sabremos que tenemos que parar cuando la herramienta se deforme en su lado posterior también llamado de presión.

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Es menester separar lo de dentro de la O y deglutinarlo igualmente.
Sanidad recomienda deshechar la herramienta después de su uso.

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Y ya tenemos una bonita y estética ikuhamburguesa dónut.
Hemos conseguido, además, llenar el pan que  de otra manera habría quedado más seco que la mojama

Hasta luego familia!

Las sandías, a tajadas

Menudo día… mira que he pensado «esto no lo cuentes que añades leña a la fama que empezó el Pau, que cuando digas «seguidme» va a ir todo el mundo en la otra dirección».. pero ba, total.

Pues eso, que me he perdido, me he ido en bici hasta Haneda, y al volver se me ha hecho de noche y me he tirado dos horas dando vueltas por entre calles ahí que eran todas iguales. La cosa ha estado chula, tengo que decirlo, porque he fichao un par de tiendas a las que volveré, si soy capaz, cualquier fin de semana.

Bueno en fin, que a la vuelta he pasado por el Kitamura para aprovisionarme de viandas y bienes alimenticios para tratar de llegar al fin de semana que viene todo nutrido ahí, y me he dado cuenta que me he acostumbrado a comprar las sandías por tajadas. Y esto es algo que yo nunca había visto que vendiesen en los Eroskis.

Es más, me acuerdo de mi abuelo en el mercado de los miércoles de mi pueblo dándoles pescozones a las sandías enteras para saber si estaban en su punto o no (a mi me sonaba siempre igual: clonk clonk).

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Está envuelta en dos o tres capas del plástico puchiglas ese, más protegida que ni sé

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Y vale 350 yenes, que son 2.5€ o 415 pts… ¿cómo os habéis quedao? ¿cuánto vale ahora mismo una sandía entera allí?

¡Ikublog Reloaded!

Ha sido un fin de semana largo delante del ordenador, pero al final ya está el tinglado montado.

Parece que se han importado correctamente todos los posts y todos los comentarios, aunque los enlaces siguen apuntando al blog viejo.

Por ahora no me acostumbro, y no le acabo de ver más ventaja que el sistema de comentarios. A la hora de escribir me vuelvo loco porque el editor es distinto al que tenía en blogger, y aunque he encontrado la forma de enchufar más de una foto a la vez desde Picasa, no me acaba de gustar el asunto.

Supongo que todo será acostumbrarse, y que le veré ventajas en un futuro… ya os lo contaré.

Faltan cosas, ojo, que tengo que poner un montón de enlaces en la parte derecha, y el ikuparlapuñea, y poner todo un poco más chulo de lo que está, pero es que hoy ha salido un domingo con un sol del copón y no voy a perder más horas delante del ordenador. Durante la semana se irán viendo más cambios a parte de los posts de siempre, claro.

¡Ya me diréis qué os parece!

Ahí va una gambitera:

Rebienvenidos!!

Templo Hasedera de Kamakura

En mi oficina las cosas han cambiado mucho desde que yo llegué. Para empezar yo ya no trabajo para ellos, aunque es una historia un poco complicada que tampoco sé si quiero contar aquí. Pero por ahora si diré que al principio había muy buen ambiente con muchas ganas de hacer cosas juntos. Por aquel entonces y de forma espontánea, nos sentábamos todos juntos en la mesa de reuniones a comer y a contarnos las historias.


Las conversaciones eran curiosas, desde tópicos sobre cada uno de nosotros y nuestros países de origen hasta vaciladas imitándonos hablando inglés unos a otros. Aunque la mayoría de las veces la cosa se centraba en que los extranjeros preguntábamos a los compañeros japoneses sobre cómo decir tal o cual cosa en japonés, o qué sitios visitar.

Yo hice muy buenas migas con ellos, lo cierto es que no me cuesta mucho llevarme bien con la gente y también es verdad que las alternativas no eran muy alentadoras: el franchute que es más raro que el ombligo de un canguro, y el americano que a parte de querer ser el centro de atención del mundo mundial y parte de Bilbao, es más tonto que un puñao tierra.


Toshiki, el de sistemas, resulta que vivía en Kamakura donde yo había estado muchas veces. Hablando sobre el lugar, que no tiene absolutamente nada que ver con Tokyo, me recomendó una serie de rutas por el monte que yo me encargué de ir haciendo durante los dos o tres fines de semana siguientes. Cuando aquello no solía llevar ninguna cámara de fotos conmigo, pero recuerdo ver muchas ardillas, templos pequeñitos en medio del bosque, y Yokohama desde las alturas.



Toshiki, como Akira y otros tantos, dejaron la empresa y aunque sigo llevándome bien con ellos, es totalmente natural que la relación se haya enfriado y que haga mucho que no quedemos. Pero yo el sábado volví a quedar con él en su territorio, y pasamos mucho tiempo hablando de nuestras cosas, incluyendo la visita que me hizo en Bilbao.

Lo curioso fue que casi no nos movimos del templo Hasedera, al que yo le dije que quería ir porque las últimas veces llegaba tarde y me lo tenían cerrado. Y allí sentados mirando al mar desde las alturas, dos ex-compañeros de trabajo arreglaron uno a uno todos los problemas que había en su ex-empresa y, de paso, nos dimos cuenta de cómo, en tan solo medio año, nuestras vidas habían cambiado tanto.


Toshiki tenía el pelo más corto y le ví más moreno. El templo, sin embargo, seguía tal y como lo recordaba de mi visita 8 años atrás: unos jardines preciosos y mil y un detalles aquí y allá.








Aunque se me olvidó completamente que era aquí donde estaban todas esas pequeñas estatuas de Buda cuyo propósito me encogió el alma: todas y cada una de ellas tienen como misión proteger el alma de un niño no nacido o fallecido antes que sus padres.







Y tampoco me acordaba que era aquí donde había una cueva con Budas tallados en la piedra y que tenías que recorrer una parte agachado porque el techo era muy bajo.



De lo que si me aseguraré de acordarme será de visitar a Toshiki para recordar épocas que fueron mejores y volverme a sorprender de que ya tengo «viejos tiempos» en Japón.