Archivo por meses: abril 2009

Señor! sírvase usted mismo unas mandarinacas

Justo justo un poco más allá de la parte de acá del bosque de bambú, vimos un puestillo sospechoso que hubo que analizar meticulosamente para entenderlo. Aquello tenía bolsas de mandarinas, y una de las columnillas era de bambú y tenía una ranurilla que ponía un 100.

Flapylock Holmes
y el Tío Toscatson sacaron las lupacas y resolvieron el caso en un titá: resulta que si querías una bolsaca de mandarinas que seguro que habían salido de algun mandarinero de la zona, metías 100 yenes en la bambúhucha y ale, por lo segao zampando!

Qué cosa más chula, oye. Ya podía ser todo el mundo honrado y que este tipo de puestillos estuviese por todos los lados

Encima que 100 yenes por cinco o seis mandarinacas está tirado de precio y fijo que mil veces más frescas que las del Kitamura de mi barrio

No quedó claro cómo se hacía la recaudación del día… si se levantaba el puesto por la bambúhucha o tenía algún resorte secretero…

En un pueblo perdido de Saitama

Daba igual que me hubiese dado un baño de agua caliente y cenado dos horas antes, que por mucho que quisiese no había manera de dormirme, y al día siguiente seguramente al despertador le iba a importar poco cuando a eso de las cinco de la mañana activase el mecanismo diseñado para su cruel objetivo.

Y es que tenía competición de Karate en Saitama, en algún perdido lugar a unas tres horas en coche desde Tokyo. Casi nadie iba a ir porque era más bien un campeonato de pueblo con escaso interés y quedaba tan a desmano que iba a ser toda una odisea llegar hasta allí. Aún así yo me apunté, porque al final es una parte muy descuidada de nuestro entrenamiento y siempre viene bien que a uno le den una hostia de vez en cuando para saber que todavía queda mucho por espabilar.

Resulta que finalmente muchos padres apuntaron a sus hijos y, como suelen hacer los progenitores en este tipo de eventos, convirtieron la competición en una excursión totalmente organizada con coches y onigiris de sobra para medio Japón.

Cuando me senté en el asiento de atrás de aquel Nissan familiar y vi que a mi lado estaba el que me afinó la jeta en do menor en el último campeonato, ya supe que el día iba a ser interesante:

– Hola Oskar, buenos días
– Hola (no me acordaba de su nombre, y el video de Fran me venía una y otra vez a la mente, así que me aguantaba la risa como podía)
– ¿Te presentas a las dos? (Kata y Kumite)
– Si, ¿nos tocará juntos otra vez?
– No, esta vez estamos en distintas categorías porque aquí va por edades
– Ah vale, ganbatte ne
– Hai

Pensé en que con esas gafas se parecía a Steve Urkel venido incluso a menos. Es igual, mi mandíbula ya no me ha vuelto a dejar fiarme de las apariencias.

En el asiento de enfrente había un chico de unos diez años, tan educado que no parecía un niño. Y de capitán de la nave estaba un compañero de Karate que realmente me sorprendió saber que era todo un señor padre, ¡si aparentaba mi edad!. Aunque ahora que lo pienso, yo ya tengo edad para ser uno también… eso si, de algún año menos que diez y espero que un poco más trasto, porque este metía miedo con sus reverencias.

Cuando íbamos por la autopista a unos 140 Km/h me vino a la mente que leí hace poco en algún sitio que el límite en todo el país era de 80 y entonces intenté buscar alguna señal de límite de velocidad y me sorprendí al no ver ninguna durante ese rato. Mis ojos se fueron al GPS y equipo de música y entonces el conductor, que me vió por el retrovisor, me habló:

– Oskar, perdona por la música
– ¿Eh?, no no, si está bien
– Es que a mi hijo le gusta Naruto y no me he dado cuenta de que son los únicos minidiscs que tengo en el coche
– Jaja, sin problema, no te preocupes que de verdad que está entretenida

Con algunas cabezadas y parada en área de servicio de por medio, llegamos a nuestro destino, establecimos el campamento base en una esquina de las gradas, nos pusimos el traje de faena y nos dedicamos a calentar y estirar mientras seguíamos la competición de Katas de los niños.

Alguien comentó que no saldríamos hasta muy tarde, así que nos fuimos a comer pero cuando estábamos a mitad, nos llamaron por megafonia. Con la barriga medio llena y la digestión a medio hacer, ocho alumnos del dojo de Kugahara nos pusimos enfrente del arbitro a hacer katas. Y tampoco salieron tan mal aunque yo perdí en la primera eliminatoria al acabar como a dos pasos de donde empecé…

Es igual, todavía quedaba el kumite donde además habremos acabado de comer en condiciones y sabía que no me iba a tocar con el que me enfiló una ondonada por el estribor del morro, así que la cosa pintaba bien.

Comimos, nos reimos, nos dormimos, estiramos y calentamos aunque seguro que no por este orden. Y del aburrimiento acabamos haciendo dos filas y ensayando ataques entre nosotros en lo que fue, sin duda, lo mejor de todo el día.

Un montón de tiempo después nos llamaron, por mi nombre como pudieron, y nos dividieron en dos grupos. A mi me tocó en el de los rojos, lo que, estúpidamente, siempre me da ánimos. Me puse el dichoso casco, intenté olvidarme de la sequedad de mi boca y entré en el tatami cuando dijeron mi nombre. Enfrente no habia nadie. El que me tocaba no se presentó y yo gané el combate de la peor manera que hubiese querido. Así no, hombre.

Un par de combates después me volvió a tocar, y esta vez con alguien delante, un compañero de mi dojo al que creía que le tenía el truco pillado. «A este con esperarle vale, porque se pone nervioso y hace cualquier cosa sin pensar, tu para y contraataca» pensaba yo desde detrás de ese odioso casco que se empañaba más y más con cada respiración. Atacó, vaya si atacó, y a lo loco además, haciendo que yo retrocediese tanto que me salí del tatami. Primera advertencia.
Es igual, yo sigo en mis trece, va a lo loco y no va a acertar. Pero la situación se repitió y mi patada apenas le rozó. Segunda advertencia, punto para él. Llegó el momento de cambiar de estrategia, ¡a por él!. Empecé a atacar, una patada, un puñetazo, parada y contraataque. El casco se empañaba cada vez más, mi respiración hacía tiempo que no sabía por donde andaba, pero yo no paraba. Esta vez fue él el que se salió del tatami. Y como si nuestras estrategias se hubiesen intercambiado, en mi segundo ataque le alcancé con la pierna en la cara pero él hacía tiempo que me estaba esperando y me dió un puñetazo en el estómago que me alcanzó de lleno instantes antes.

Me ganó limpiamente en un combate bonito y, sobretodo, justo. Salí contento a pesar de no haber sido capaz de ganar nada, y con muchas ganas de volver a entrenar y pensar en todo lo que debe ser mejorado: ese kata que no acaba donde empieza, ese retroceder en línea recta en vez de en círculos…

Cuando llegó la hora de dar los premios y dijeron mi nombre, me acerqué al estrado con cara de póker. Había olvidado que en realidad gané un combate, por deserción, y que por azares de la vida y escasez de contrincantes había quedado tercero. Recogí el diploma y la medalla que más injustamente me han dado en la vida y los metí en la bolsa entre aplausos que se me antojaron los más irónicos que me han dado nunca (anda que como si me hubiesen dado muchos).

Ayer cuando por fin llegué a casa, abrí la bolsa y los coloqué con cuidado en el tatami, los miré y me reí. Y es que sé perfectamente que este diploma está muy lejos de demostrar que hice una buena competición. Pero también sé que acredita una gran experiencia compartida con mis compañeros en un pueblo perdido de Japón donde pasé un día que tardaré en olvidar, haciendo katas con la barriga llena e inventando ataques imposibles.

Y lo que es más importante, esta medalla me recordará todos los días que voy a tener que hacer mucho más para merecérmela.

Empezando por esta misma tarde.


Oriol y su pregunta

Hace un mes recibí un email de un tal Oriol que me decía que se iba a venir un par de semanas y que quería hacer un reportaje basado en una pregunta: ¿por qué tantos occidentales sienten fascinación por Japón?.

Yo encantadísimo, claro, así que pusimos una fecha y un sitio, y desde aquel mensaje me dediqué a pensar en una posible respuesta… pero es que me venían muchas ideas a la cabeza y al final decidí escribirlas todas para que no se me olvidasen.

Oriol me hizo una pequeña entrevista en Honmonji, mi sitio más especial de todo Tokyo sin ninguna duda, y hablé y hablé sin parar. Fue muy informal, no había nada preparado más allá de tener la pregunta en la cabeza, y por eso creo que quedó muy bien. Además pasamos un rato genial.

Pues bien, ya tenemos el trailer del reportaje, que promete muchísimo, tengo unas ganas de verlo del copón:

Y de propina, aquí va la respuesta que me fui preparando durante esas dos semanas, a ver si alguien es capaz de acabarse semejante ikubiblia:

¿Por qué a tantos occidentales les fascina Japón?

Yo tengo distintas teorias. Por un lado está toda la cultura tradicional de Japón: samurais, geishas, artes marciales… todo el sentido del honor y del respeto, toda la leyenda que envuelve un poco a este país y que es muy atractiva a nuestros ojos.

Después uno llega y no es como te lo imaginas, es que yo creo que no se puede imaginar en realidad. Uno de repente está en un lugar donde te sorprendes allá donde miras: los neones, la cantidad de gente que hay, los templos, la tecnología, los trenes, los taxis, la comida, la gente, los locales… incluso el suelo que está tan limpio.

Esa es la fase turista, la que experimenta todo aquél que viene por primera o segunda vez y no está más allá de un mes. La gente es amable y todo es tan diferente que dificil es no salir fascinado, embelesado, encantado del país.

A medida que se va pasando más tiempo aquí, te das cuenta de que no todo es tan bonito. Te encuentras muchas trabas por ser extranjero y por ejemplo, algo que en teoría debería ser tan sencillo como abrir una cuenta en el banco se convierte en todo un reto prácticamente imposible de superar si no se tiene a algún amigo japonés que se pelee por ti.

Vas a una reunión de trabajo con un compañero japonés y aunque todo el mundo habla inglés, te obvian y te sientes totalmente inútil.

Te para la policía de vez en cuando y te hacen mil preguntas sin sentido, a mi incluso me han cacheado un par de veces.

He conocido gente que vive aquí amargada porque pasan tantas horas en la oficina que no tienen tiempo de ver o hacer nada, otros que dicen que es prácticamente imposible hacer amistades en Tokyo, que la gente es muy falsa y muy fría, y se encierran en sus casas sin más plan que internetear todo el día.

Y entonces es ahí cuando yo me planteo la pregunta que me haces, porque practicamente cualquier sitio es ideal si se está de vacaciones. Aún viviendo todo esto, aún con la parte menos amable, entendiendo que se van a dar este tipo de situaciones… ¿nos sigue fascinando Japón?

Dependerá de la capacidad y del aguante que tenga cada uno para saltar todas esas vallas que van apareciendo. Hay que dar mucho de uno mismo, hay que tener fuerza de voluntad, hay que saber lo que se quiere y estar dispuesto a luchar por ello.

Por ejemplo, basta aprender un poco de japonés para abrir puertas, y aún así conozco a gente que lleva años y ni se lo plantea. La diferencia de vivir aquí hablándolo, aunque sea mal, compensa tanto el esfuerzo que no me valen las típicas excusas de «es muy dificil, no tengo tiempo…». ¡¡Coño, claro que es difícil, pero estás viviendo aquí quejándote de que nadie habla inglés y no haces nada!!

Así que si partimos de que no es tan fácil vivir aquí como parece, a mi me sigue fascinando porque desde el primer día me he sentido acogido y arropado pero tengo claro que es porque no he esperado a que me cayesen las bendiciones del cielo, sino que he tomado la iniciativa peleando por aprender el idioma, por entender sus costumbres y respetarlas aunque no comparta algunas, por tener claro que quiero hacer cosas como ir a Karate y a las clases de ceremonia del té y seguir yendo a pesar de situaciones incómodas, decepciones y frustraciones, obviando a gilipoyas y amargados, que serlo no entiende de nacionalidades.

Y quizás el mayor motivo que tengo yo para seguir fascinado es que en todo lo que me he tomado en serio, en lo que he puesto un poco de mí mismo, me han valorado, me han tratado con respeto como uno más. Sin serlo, pero siéndolo.

El buda viejuno

¡Anda que no dió de sí nuestro paseo en bici, anda que no!. Que si pedalea pacá, que si pedalea pallá, que si frena en el cruce, que si empleao de la SGAE el último… Vaya dos pataliebres que nos juntamos!

Pero el que cortaba el bacalao ahí era Flapy, que se las sabía todas y dos más, y que según íbamos va y me dice:

– Ya verás, mi jóven Tosca Padawan, te voy a llevar donde está el buda más antiguo de todo Japón
– Coño, tío Fla, ¡suena bien!. Lo llamaré «el buda viejuno»
– Llámalo como quieras siempre que la flapyfuerza te acompañe
– Pues no te creas, que ando canino y ya me comería yo un paquete de algo malo ahora mismo, ¿eh?

Y después del combini donde, hecho totalmente verídico, me zampé un paquete de patatas fritas con sabor a almeja, aparecimos en un templo pequeñito que estaba en medio de la nada cerca de Nara y lejos de Narita, pero todo dentro del mismo Bilbao:

Imaginaos que vais con la bici por entre campas casi sin cruzaros con nadie y llegáis a un templico como este… fue bonico bonico

Ahí sentao me hizo Flapy las entrevistas de zonafandom

Ahí podría poner perfectamente: nooo haaay queee miraaarse el ombligooooo, pero seguro que coincide que no

Entonces entramos en una sala muy pequeñita, y allí había un buda muy chiquitito y muy muy distinto a los que estoy acostumbrado a ver por aquí. A parte del tamaño, tenía los rasgos mucho más marcados, sin tanta caraza papolera como el Buda de Bilbao que pusieron en Kamakura, y era negro como los ángeles de Machín. Pero esto del color tiene su explicación, y es que resulta que hace mucho tiempo, cuando la orilla del río andaba gestándose, estaba recubierto de oro pero hubo un incendio y el oro se derritió quedando lo que se ve ahora.




Ese día fue muy bonito, hasta me di una josconcia con la bici de la que Flapy no se enteró porque iba delante y yo procuré no contarle… la verdad es que ahora me parece mentira todo lo que dió de sí aquél fin de semana largo:

Nos fuimos a un bunny bar en Osaka
Me fui a Uji
Subí hasta arriba de Inari
Grabamos un video en el restaurante de okonomiyaki (y nos lo comimos, la tortillaca, no el video)
Visitamos Nara
Grabamos un video gambiteando por Nara
Grabamos la entrevista para zonafandom
Descubrimos un bosque de bambú con una piedraca para hacer no se qué (no me acuerdo!)

Y anda que no queda… lo que no se es cómo no fui a visitarle antes!!

Los 12.000 doraemones

Esto de la crisis es curioso: todo el mundo habla de ello, todos conocen a algún amigo al que se le han calzao del trabajo, quién más quien menos ha leído o visto trececientos artículos o reportajes acojonadores que dicen que la cosa está trichunga y polibajuna…

Yo o soy un apanao (que si) o tengo suerte (que igual también) porque a mi no me ha afectado en absoluto: sigo cobrando lo mismo y todo lo que me toca pagar vale igual: no me han subido la renta, ni las facturas, ni el onigiri de las mañanas. Me han puesto enfrente a un chino que come con la boca abierta, pero ese no creo que tenga mucho que ver con el tema que nos ocupa.

Japón, como parece que todo el mundo y parte de Guijuelo, anda también regulero pero la cosa es que el Gobierno se ha tirado una bilbainada del copón: dar 12.000 yenes a todo cristo. Así, porque sí, para hacer esto de la crisis un poco más cachondamente llevadero. Se ve que les sobraban un par de celdas en el PresupuestosYTariles.XLS y han decidido cuadrar el asunto invitándonos a todos a unas tres cenas en un izakaya.


El otro día recibí una carta en casa donde me contaban el asunto y me pedían los datos del banco para ingresarme los 12.000 doraemones, unos 94 mortadelos de los nuestros:




De mientras me ingresan el asunto, estoy pensando que igual voy pidiendo presupuesto a los yakuzas de mi barrio para ver si me llegaría para una palicilla al pastababas así de pasada según viene a la oficina…


Me despido, no sin antes acabar el post a lo Flapy Style:

¿Vosotros qué pensáis sobre que el Gobierno regale 12.000 yenes?
¿Creéis que es una medida efectiva para combatir la crisis?

El bosque de bambús

El valle de Asuka no es donde nació Celia Cruz, sino el sitio al que me llevó Flapy el último día de mi visita a La Comarca. Allí alquilamos un par de bicis y nos pasamos un día más majo que ni sé parriba y pabajo por aquellos caminos de Buda.

En una de esas, de repente, nos encontramos en medio de un bosque de bambús:






Y como no podía ser de otra manera, tuvimos que activar el gambiter mode:




¡¡¡ Ikuapoyar a Ale y Micaela !!!

¡¡ Esta si que es buena
la que me han preparao !!

Que resulta que Lotte, que es una marca japonesa, han sacado unos chicles nuevos llamados Fit’s, y que es que han organizado un concurso por el que si te grabas bailando como su anuncio de la tele, y sales elegido, te llevas nada más y nada menos que un millón de yenes y 365 paquetes de chicles.

Hasta aquí bien, vale. Pero es que resulta que Ale y su amiga Micaela grabaron uno y ya están entre los más vistos, así que tienen serias posibilidades de ganar!!!! Pero para eso tenemos que ayudarles entre todos, porque el que gana será el que más visionados tenga en youtube, así que tenemos que conseguir que ganen !!!

¡¡ Vedlo muchas veces, por favor!!!

Este es el anuncio original:


Pero el que tenéis que volver a ver es este!!!!

¡¡ Suerte suerte suerte suerteeeeee!!

Japoniar Jai Kulturala

O lo que es lo mismo:

Fiesta Cultural de Japón

Imaginaos que se consigue reunir en un mismo sitio a todo el que se encuentra que está relacionado con el país de los onigiris. Que bajo el mismo techo se juntan profesores japoneses de Iaido, Karate y Aikido dispuestos no a darse de palos entre ellos, sino a hacer exhibiciones cada uno de lo suyo.

¿Que sois pacifistas? pues entonces podéis perfectamente quedaros con la demostración de danza tradicional japonesa, o coscaros un poco de que el go no es un parchis con fichas más gordas, o atreveros a dibujar manga en manga corta ahora que hace calorcito.

Y caligrafía, cine, fotografía, origami, ikebana, ceremonia del té (que yo me lo sé), kamishibai, conferencias, gastronomía…

Mecaben la madre que parió a Peneke,
¿más queréis que os diga?

Este sábado desde las 11 de la mañana, y encima en la capital del mundo, que queda a mano de todo lo conocido. El que falte es porque es un faltón pataliebre, esto es así!

Yatta, pues!

La chica del shamisen

Yo no soy religioso, desde siempre ha sido algo que me ha dado bastante igual, es más, lo he considerado un fastidio, una obligación impuesta sin sentido alguno. Me acuerdo que en la escuela tenía una biblia, y que yo la tenía toda pintada de mortadelos porque me aburría. Además de no entender nada de lo que ponía, es que me acuerdo que el tamaño de la letra era diminuto.

Iba con amigos a misa pero no porque me obligasen mis padres, sino porque es lo que hacían mis amigos y por no quedarme solo. Comprábamos bolsas de gusanitos y nos poníamos en la esquina más alejada del cura, a poder ser en el piso de arriba, y decíamos tonterías en silencio hasta que aquello acababa.

Aquí sigo sin serlo, no he encontrado la inspiración divina ni nada por el estilo. Pero si sé que hay días en que de alguna manera necesito ir al templo que hay al lado de mi casa. No creo que sea nada religioso, de hecho no rezo, simplemente me gusta el paseo, me gusta sentarme en el suelo en aquel lugar y dejar pasar el tiempo escuchando el silencio. Hay veces en que pienso en muchas cosas sobre mi vida, sobre qué estoy haciendo, qué quiero hacer… y hay otros en que no pienso absolutamente en nada. Y vuelvo a casa sintiéndome mejor conmigo mismo.

Ayer fue uno de esos días, aunque algo distinto. Cuando iba llegando cerca de la pagoda escuché música típicamente japonesa que provenía de cerca del templo. No es extraño ver gente haciendo ejercicio o ensayando algún tipo de coreografía porque el lugar es tan amplio que invita a ello, así que pensé que alguien se habría traido un CD y estaría leyendo un libro o algo así.

Cuando me acerqué un poco más pude escuchar la voz de una chica cantando algo. Se equivocaba y volvía a empezar, así que estaba claro que eso no era un CD y pude confirmarlo en cuanto la vi. Una chica en vaqueros, de más o menos mi edad estaba sentada en las escaleras en una esquina del templo y tocaba su shamisen cantando a veces las notas de la partitura que sujetaba como podía encima de sus rodillas.

Pasé por delante y ella siguió cantando sin reparar en mí, así que me senté cerca. Cuando acabó su canción me miró y yo le hablé:

– ¿Puedo sentarme aquí a escuchar?
– ¿Por qué?, me da mucha vergüenza
– Ah vale, perdona. Me voy entonces un poco más para allá y no te molesto
– Perdona, ¿eh? y gracias
– Sin problema, es que en un sitio como este, da gusto escucharte
– Joe que vergüenza… gracias

Y seguí mi camino hasta estar a una distancia donde no nos podíamos casi ver, pero si escuchar, y me senté a los pies del árbol de al lado de la campana del templo.

Creí notar que se equivocaba más, y además dejó de cantar aún siguiendo tocando.

De vez en cuando venía alguien que iba andando hacía la entrada del templo, echaba su moneda y rezaba durante algo menos de medio minuto volviendo por donde había venido. A veces parejas de ancianos, a veces gente jóven, aunque siempre con la música de fondo de la chica del shamisen.

Yo miraba a la sombra de la chica, al quemadero de incienso, al templo… y entonces, como si ella se hubiese ya olvidado de mi, retomó su canto. No lo hacía demasiado bien, pero eso hizo que me gustase más escucharla aunque repitiese las mismas notas una y otra vez mejorando a veces, empeorando otras.

No se si fue la presencia solemne del edificio principal del templo, la sombra que me proporcionaba el árbol ante la luz artificial de la farola o el manto de estrellas que nos vigilaba desde allá arriba, pero yo me emocioné como hacía tiempo.

Ella dejó de cantar, guardó su shamisen en la funda y se disponía a irse cuando me vio debajo del árbol y vino hacía mi. Era evidente que yo había estado llorando, así que me levanté y me fui en la otra dirección. La distancia era la suficiente como para que no quedase demasiado claro que estaba huyendo, pero ésta vez era yo el que no necesitaba testigos.

Me guardé las ganas de hablar con ella en el bolsillo de la camisa, ese que queda al lado del corazón.

Cualquier día de estos en que necesite volver a planchar el alma de las arrugas de la rutina y las preocupaciones, pasearé hasta Honmonji a fisgar dentro de mi mismo, y si la vuelvo a encontrar, puede que ese día me atreva a quedarme en el árbol cuando ella acabe de ensayar. Y, ¿quien sabe?, quizás meta la mano en el bolsillo en busca de las ganas, y con ellas en la mano le contaré que aquél domingo de Abril me pareció tan bonito que se equivocase una y otra vez tocando y cantando, que me hizo llorar.

Por muy estúpido que suene.

¿Qué fue de…

… el libro aquél que dejaste en la estación de Gotanda?
Pasé el otro día y la vieja estantería habia desaparecido con todos los libros dentro. En su lugar me encontré un cajero automático. Mi libro, seguramente, esté en la oficina de objetos perdidos, o en la basura directamente. Aunque… ¿quién sabe?

… el señor que te llamó de todo después de la patada en Karate?
Estuve un tiempo sin poder ir a las clases, no por lo que pasó, sino porque tuve invitados y creí conveniente pasar más tiempo con ellos y además me puse malo. El lunes pasado volví a coincidir con él después de mes y medio, él llegó tarde así que no llegó el momento de hablar hasta el descanso de mitad de la clase. Me miraba y se reía, yo no. Al final vino donde mí y me dijo que le había hundido las dos costillas. Yo, aunque me lo había propuesto, no pude evitar pedirle perdón de nuevo y él me dijo que no había que pedir perdón por nada, pero que, por favor, tuviese cuidado porque ese no era el sentido del Karate. Si hubiese hecho esto mismo aquél día, seguramente habría hecho un buen amigo, pero ahora no consigo olvidar aquel mal trago.
También me preguntó con ironía la razón por la que había faltado durante un par de semanas, y yo le conté lo de los invitados y la gripe. Él sigue creyendo que fue por él.

…. del post ese que escribiste y mandaste con fotos a tus padres?
Pues es gracioso porque me quedé esperando los comentarios por carta, como si fuese un blog de verdad, y, claro, esos comentarios nunca llegaron. Pero mi madre me dijo que le había gustado mucho por teléfono, eso si! ¡Menos mal!

… del premio Pacho Igartua al mejor blog al que te habían nominado?
Creo que ya sabéis que no lo gané yo, pero Bea, Estela, Carlos, Javi y mi madre fueron al Guggenheim y compartieron canapés con los de La Oreja de Van Gogh, Óscar Terol y seguro que algún famosillo más porque anda que no había encorbataos. Y el nombre de «Ikusuki» salió unas cuentas veces tanto en la gala como en el periódico!! jaja, toma ya! balance totalmente positivoooo!!



… la casita de madera?
Por supuesto, ahí sigue con su señora escuchando música y, últimamente por eso del calorcito, tomando el solete sentada en una banqueta en su jardincito. ¡¡Lo curioso es que ha puesto dos placas solares!!

… tus invitados?
Ha sido la primera vez en dos años y pico que me han venido a ver aunque he quedado con mucha otra gente que ha pasado por aquí. La verdad es que he pasado por distintas fases: la primera es que ha sido extrañísimo que dentro de mi rutina, de mi mundo, de repente apareciesen personas de mi otra rutina, de mi otro mundo. Ha sido raro raro llamarles por teléfono y quedar con ellos para cenar después de salir de trabajar como si estuviésemos en Bilbao.

La segunda fase ha sido la del no callar, intentaba contarles de todo… muchas veces me daba cuenta y procuraba no dar mucho la chapa callándome un rato, pero se me pasaba pronto, lo siento por ellos.

La tercera es que estaba encantado.

Y ahora que ya han vuelto, sin percances en el viaje ésta vez, les echo muchísimo de menos, lo que son las cosas. (ah! y ya me he ventilao todos los regalices…)


… las nuevas camisetas que ibáis a sacar?
Bea me ha dicho que le mandan la prueba ya, y que estarán para principios de Mayo… tengo más ganas de tenerlas en mis manos que ni sé!!!!

… la fama de picón verbenero que te has ganado?
Pues ahí sigue más viva que nunca. La cosa va así: yo escribo un post con lo que se me ocurre, pongo fotos que he seleccionado, o videos o lo que sea. La gente lo lee y me dicen cosas, muchas veces buenas, algunas veces malas y de vez en cuando raras que no entiendo.

Hay gente que sólo se molesta en escribir cosas malas, así como para caer bien. Luego hay otros que escriben buenas por sistema y la mayoría de todo, como en botica.

Si replico a las malas, me llaman picón y me dicen que no acepto las críticas. Supongo que para éstos lo que debería hacer es callarme o darles la razón o no sé… Pero eso no sería ser sincero porque la mayoría de las veces no estoy de acuerdo, así que contesto y trato de razonar porque puede ser enriquecedor, aunque es cierto que casi nunca lo es porque acabamos llegando al mismo argumento una y otra vez: que sólo acepto lo bueno, en vez de intentar seguir con la discusión.

Si eso es ser un picón, pues lo soy y lo seguiré siendo a mucha honra!

Tío Tosca, tío Tosca

– Ahora no, que estoy viendo un video de escuchajaponés

– Tío Toscaaawoooawwaaaaaaaa

– Espérate un poco, mujer

– Que me aburrooooooo

– Venga, vale, luego sigo… ¿qué pasa por tu casa?

– Cuéntame el cuento ese de los que tocan el tambor en donde la hermanita de Nara

– ¿Lo qué de qué?

– Lo de los tambooooreeees

– Jaja, ah vale, pero el sitio se llama Narita y no es la hermana de nadie, ¡es un pueblo!. Pues mira, aquél día nos juntamos unos cuantos amigos y nos fuimos para allá porque nos enteramos que los paisanos tocaban el tambor todos juntos

– ¿Hasta el alcalde?

– Ese no creo, ¿tu has visto alguna vez a un alcalde hacer algo más que hablar a puñaos?. Bueno, pues después de cambiar muuuuchas veces de tren, llegamos y ¿sabes?, aunque el sitio es conocido por tener un aeropuerto muy grande con muchos aviones…

– Los aviones vuelan mucho, ¿a que sí tío Tosca?

– Claro, es lo que tienen. Pues aunque es conocido por el aeropuerto, la verdad es que nos encontramos un sitio muuuuy bonico con muchas tienditas y sitios para comer y de todo y más. Allí es famoso comer anguila, ¿sabes lo que son?



– Son unos pájaros más gordos que las palomas que vuelan muy alto como los aviones y que tienen bufanda puesta siempre porque en el cielo hace frío

– Eso son águilas… anguilas son unos bichos como serpientes que viven en los ríos y que se comen mucho en verano porque dicen que da energía para aguantar el caloraco

– ¿Tu has comido aguilas de esas?

– Hombre claro, yo ya sabes que menos tomate crudo me como cualquier cosa. Y después llegamos a un templo, que es como una iglesia pero un poco rara y sin gente con caras largas, y allí había gente tocando el tambor y haciendo mucho ruido.


– Que pesados!

– Nooo, porque bailaban todos a la vez y estaban disfrazados y fue muy bonito verles, además que los pobres tenían que estar muy cansados porque hacía mucho sol. Pero como les estábamos mirando y sacando fotos ellos se hacían los fuertotes y no se quejaban.





– Jajaja, fuertotototes

– ¿Tú sabes quién es Magneto el de los X-Men? es un superhéroe malo que el tío es como el imán de las neveras, y que resulta que estaba allí disfrazao de dragón!



– Y después llegamos a una campa y uno de nuestros amigos sacó comida que nos había traido y estuvimos comiendo y bebiendo, y nos reímos mucho





– Gambitedos!!

– Oye! ¿quién te ha enseñado a ti esa palabra?

– gambitedos gambitedos gambiteeeeedooos!

– jajaja, madre mía, no la digas delante de tus padres que no me van a dejar que te cuente más cuentos!

– Vale gambitedo

– Oye!

– jijiji

– Nos pusimos como el Kiko comiendo. El Kiko era un señor que, por lo visto, comía mucho, pero mis amigos que eran muy raros le llamaban kikos a esto:


– ¡Pero si eso son pepes!

– Eso les decía yo, y me miraban como si estuviese loco… Pero no importa porque después de eso, volvimos a la plaza del pueblo y se hizo de noche y seguían tocando los tambores mientras había unas antorchas con fuego a los lados, más bonito que bonito


– Eres más pesado tío Toscaaaaa, siempre me cuentas los mismos cuentos y ya me los sé

– ¡¡ Serás gambitera!! pero si me lo has pedido tu!!!

– jijijiji



Un día de resaca

Dios, mi cabeza… no logro mantener los ojos abiertos durante mucho tiempo, la claridad me atraviesa la retina como atacando las sienes por dentro y el dolor se hace insoportable.

Cierro las cortinas de nuevo, hoy toca alargar un poco la noche.

Ayer fue un gran día, uno de esos de recordar desde por la mañana, compartido con gente desconocida que dejaron muy pronto de serlo. Asusta pensar que lo contrario también ocurre, aunque esto no pasó ayer.

Dios, cómo duele…

Preparo café mientras sonrío pensando en el hanami improvisado de ibéricos, sin flores, pero con mucho más.

Me tomo una aspirina, y meto mi cabeza debajo del chorro de agua fría. Al incorporarme, el agua se escurre desde mi cabeza, quizás llevándose parte del dolor, y cae por mi cuerpo provocándome escalofríos.

Despertándome un grado más.

Enciendo el ordenador con el café en la mano, sin atreverme a probarlo. Reviso las fotos de ayer y mi alma se siente bien ahí dentro, dentro de este cuerpo al que le obligo a estropearse de vez en cuando.

Logro tomarme el café sabiendo que puede que acabe de provocar a las náuseas que han venido amenazándome desde hace horas.

Me ducho, con agua caliente esta vez y trato de darle sentido al día encaminando mi maltrecho yo hasta Shibuya. Hace un día maravilloso del que me distancio con unas gafas de sol. La claridad sigue doliendo, aunque menos.

Salgo de la estación y empiezo a andar, pero no consigo dar más de tres o cuatro pasos seguidos sin pararme por la cantidad de gente que ha tenido la misma idea que yo de venir aquí.

Hay días en que odio vivir en Tokyo.

Compro algo de ropa a modo de terapia, pero la larga espera para pagar logra el efecto contrario.

Me voy a mi casa, hoy no debería haber salido.

Mi cuerpo ya se ha recuperado, pero cambia los papeles con mi alma que se entristece por momentos. Hoy no acaban de sincronizarse, y mucho menos con mi mente que está sin estar.

En la tienda de mi barrio compro chocolate y pañuelos de papel.

Y con ellos cerca, espero a que venga la noche delante de la tele viendo «La princesa prometida» y tratando de olvidar las cuatro o cinco veces que me he enamorado hoy.

Río Meguro en moto acuática


El río Meguro no es que sea una gran cosa, y tampoco es que esté especialmente limpio. Pero es que resulta que ambas orillas están repletitas de cerezos que hacen del río un sitio precioso por donde pasear durante un par de semanas. Hombre, después de esto no es que sea feo, ojo, que también tiene su aquel, pero es que estos días se ha transformado como el pato del cuento.

El otro día yo me fui con la bici y me topé con unos que andaban recorriéndose el río con motos acuáticas:





Los sandwhisushis

Mientras estoy escribiendo esto, el amable y armonioso ciudadano de la república China que se sienta enfrente de mí en la oficina está degustando con algarabía sin par un delicioso manjar.

Es todo un detalle que haya decidido, como es habitual, compartir hasta el más mínimo rasgo del proceso digestivo con un pintoresco paisaje en calidad HD del alimento siendo desmenuzado por sus bonitos caninos, incisivos y molares.

Como banda sonora, además, tenemos una composición Dolby 5.1 orquestada por sonidos acuosos que logran transmitir el caracter cada vez más húmedo de la vianda.

Siendo testigo de excepción de tan hermosa composición, podría escribir párrafos que tratasen de transmitir en cierto grado el estado al que se aviene mi alma. Sin embargo, me voy a permitir la licencia de tratar de sintetizarlo en unas pocas palabras:

¡¡¡ CIERRA LA BOCA CUANDO COMAS!!!

¡¡ PASTABABAS !!

¡¡¡ QUE ME SÉ TU BUZÓN DE MEMORIA !!!

¡¡¡ OSTIAS YA !!!

¡¡¡¡ COPÓN !!!!


En fin, vamos a intentar ir al lío, que menuda tortura me tiene liada el rantamplán este.

A ver si me concentro…. ah vale, si, que resulta que la otra tarde merendé una historia que estaba entre sushi y mini sandwhiches. Aquello es como si coges rebanadas de pan bimbo, las cortas en tiras, le metes dentro lo típico de un sandwhich como jamón york, huevo, lechuga… y luego vas y lo enrollas como un sushi.

¡¡ Los sandwhisushis !!






¿De sabor? pues igual que un sandwhich normal, la cosa es que en la misma cajilla pruebas cuatro diferentes. Entra por los ojos de lo bonito que está preparado, pero cuesta casi el doble que un sandwhich normal y te quedas con más hambre que el perro un gambitero.

De beber también probé una historia nueva con la que andan comerciando recientemente en los colmados esos que no se para qué tienen puertas si no cierran nunca:

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¡¡ Ya vamos 35 productacos !!

Dar cuerda a los gorrones

¿Os acordáis del tachiyomi? es el arte por el que le echamos una jeta del copón y nos leemos las revistas y tebeos by the face sin pagar un carabineri.

La verdad es que aquí ya estaban tardando en tomar cartas en el asunto… Ayer en un Family Mart, un combini de estos que no se echan siesta, vi que habían atao con cuerdas todas y cada una de las revistas y tebeos que vendían.

Y me compré un manga gordo para sacar fotos a la cuerda en casa tranquilamente, pero al pagar el dependiente las cortó con unas tijeras. Cachis!

Y por lo menos ayer fue efectivo, porque no había nadie leyendo, vete a saber, pa la siguiente igual se traen tijeras!.
En España te han echao del local a patadas nada más empezar a leer el índice!!

Orejas de Gyoza

Patrick es un compañero de curro que me cae bien. Últimamente esto no pasa mucho, la verdad es que me he vuelto un pejiguero y al menor detalle que no me gusta, ya le pongo el checkbox ahí activao y muchos puntos tiene que ganar esa persona para que lo quite.

Supongo que será la edad, que uno no está para aguantar payasadas, o se aguantan menos que antes…

En fin, a lo que iba, pues este Patrick, que es americano, es un tío muy majo que se va del país y me va a dar una pena del copón. El tío lleva haciendo Judo más o menos lo mismo que yo Karate, y siempre andamos ahí vacilándonos en plan que si te puedo, que si me puedes. Yo le he visto levantar a Akira y tirarlo al suelo, así que respeto le tengo, pero si que es verdad que ya tengo mi estrategia si se diese el caso: patada bien dada seguida de echar a correr bien lejos pa que no me enganche!

Estaba zampando yo gyoza un día y vino el tío y me dijo más o menos:

– ¿sabes lo que son las orejas de gyoza?
– pos no, pero en mi país decimos que un tío lleva los huevos en carretilla cuando es muy vago
– estos spanish people sois más raros
– mira quien talking, don’t te jode
– bueno, pues en judo cuando estamos ahí enganchados en el suelo muchas veces se aprietan mucho las orejas y cuando intentas sacar la cabeza y salirte del agarre, te la descojonas entera y luego se hinchan
– ostias, eso lo he visto yo en las olimpiadas y a alguno en el tren también, no sabía que era de judo! pero tu las tienes normales
– si, porque tengo cuidado, una vez ya se me puso una así y me daba hasta vergüenza salir de casa
– jaja, no me extraña
– pues los japoneses le llaman a eso «gyouza mimi», orejas de gyoza porque se parecen
– jajajaja, jodé que si!!!
– nosotros lo llamamos «cauliflower ears» orejas de coliflor
– pues a mi se me parece más a un gyoza, jajaja
– jejeje, yo también me partí cuando me lo dijeron

Esperarse, que primero vamos a ver lo que son las gyouzas estas, que fijo que ya lo sabéis, pero habrá algún pataliebre despistao que no me atiende:

Son empanadillas chinas que están más buenas que ni sé. Mi jefe decía: «no conozco extranjero al que no les guste». Y yo pensaba «jaja, si, al franchute»

Por dentro tienen carne picada y verdurilla, es como un rollo de primavera pero pequeñito y más bueno

Vale, ya estamos familiarizados con el alimento propiamente dicho. Pasemos, pues, a las fotos de rascayús con las orejas pa Tudela y ya me diréis si se parecen o no se parecen:





Así que si hace un japonés los años le podéis contar que en Spain se les tira de las orejas, y decirle aquello de: «te voy a poner la oreja como un gyoza de los gordos!!!».

Hay que ver que cosas os enseña el tío Tosca, ¿eh?, ¡hay que ver!

Mira tu, que además es la cena que me acabo de zampar junto con unos moco nocos, que esto ya os lo contará la madre de Peneke cuando sea menester…